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Ing. Silvio Codas
Cómo contribuir para encarar de mejor manera la producción agrícola en nuestro país, es un punto muchas veces analizado, sin reflexionar sobre algunos aspectos fundamentales.
Tenemos que considerar que el Paraguay es un país privilegiado por el clima que posee, por el régimen de lluvias, por la disponibilidad de agua; en ese sentido, prácticamente no tenemos limitaciones para alcanzar una producción constante los 365 días del año.
Podemos encarar la agricultura en forma orientada, planificada; solamente no debemos quedar a expensas de la naturaleza; en todos aquellos aspectos en los que podemos tener una participación como controladores, lo debemos hacer. La naturaleza nos ha dotado de la posibilidad de tener cultivos todo el año.
Resulta de vital importancia lograr una producción más eficiente y, por ende, planificada; es la única manera de que el productor se incorpore activamente al movimiento del país, evitar el éxodo masivo de la población rural y hacer que ésta reviva nuevamente.
La población mayoritaria está sujeta a una producción intensiva debida al tamaño de sus propiedades, pues generalmente, el tamaño es reducido; tienen 5 ó 10 hectáreas, y trabajan solamente 1 ó 2 hectáreas. También, suele estar concentrada cerca de algunos centros de producción, ya que el hecho de estar ubicadas así, hace que las tareas y los costos se faciliten enormemente.
Posiblemente, uno de los grandes errores que hemos tenido sea en verdad esta situación, ya que en los últimos años hemos insistido en el cultivo sólo de algunos rubros como el caso del algodón; es cierto, el mismo representa un gran cultivo, tiene un gran mérito, pero de ninguna manera puede considerárselo como el único que puede hacerse en pequeña escala.
No es un cultivo intensivo, y la única forma de que el agricultor pueda salir adelante con superficies pequeñas es haciendo cultivos intensivos, verdaderamente.
Otro aspecto que tampoco escapa a la necesidad de lograr mayor eficiencia en la producción es que el país importa más del 50 % de las frutas y hortalizas que consume; 50 % de la lechuga, del tomate; 90 % de la zanahoria, 95% de la cebolla. Esto, simplemente, es una muy mala orientación que se debe a la falta de planificación y al tratar de darle a ciertos rubros, año tras año, el impulso que ha tenido en otras épocas. Hoy día, estos hábitos tienen que cambiar.
Muchos se preguntarán a qué le llamamos eficiencia, porque decimos que no producimos enormemente.
Uno de los grandes factores en contra es la malísima planificación en la producción.
Debemos planificar, esto quiere decir que la producción sea constante, que no haya exceso en un momento y falte en otros.
Lastimosamente, estamos acostumbrados a producir en función a la época; por ejemplo, durante el invierno, cuando no se necesita mucho riego, abundan las hortalizas y los costos bajan, la producción es abundante. Pero ¿qué ocurre en el verano? Falta una cantidad de verduras y se tiene que importar; el precio, lógicamente, sube; esto hace que la producción no sea constante y suficiente.
En cambio, si adoptáramos un buen sistema de riego y cobertura, de forma a controlar los excesos de temperatura, entonces nosotros podemos hacer una planificación adecuada de la producción.
Planificar mejor también implica producir de acuerdo al centro de consumo y la demanda.
Otro aspecto no menos importante y que ha significado la causa de la baja productividad es no asumir la práctica de la aplicación oportuna de la cal agrícola y fertilizante al suelo.
Muchos productores manejan la teoría de que su suelo no necesita de cal agrícola ni de fertilizantes, pero esto no es así, ya que todo cultivo conduce inexorablemente a la acidez del suelo; en un momento dado, vamos a necesitar del encalado, sí o sí.
Esta práctica se debe hacer a razón, cuanto menos, de una tonelada por Ha cada cuatro años, y hay lugares donde se requieren de 5 a 6 toneladas, inclusive.
El Paraguay tiene un consumo potencial de cal agrícola de 7 a 8 millones de toneladas / año y se consumen solamente 200.000 toneladas, es decir, que representa el 5 % de lo que se debe consumir realmente.
Esto conduce solo a la degradación de los suelos, al empobrecimiento, y así, la gente va buscando suelos nuevos que ya no existen; entonces la producción se vuelve paupérrima.
De igual forma, la necesidad de aplicar fertilizantes al suelo es de suma importancia.
Entonces, cuando hablamos de efectividad en la producción, hablamos de producción constante, de buena calidad, y esto requiere de un cambio de actitud en cuanto a la planificación, adopción de sistema de riego alternativo, cuidados de los suelos a través de la aplicación de cal agrícola y fertilizante.
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Tenemos que considerar que el Paraguay es un país privilegiado por el clima que posee, por el régimen de lluvias, por la disponibilidad de agua; en ese sentido, prácticamente no tenemos limitaciones para alcanzar una producción constante los 365 días del año.
Podemos encarar la agricultura en forma orientada, planificada; solamente no debemos quedar a expensas de la naturaleza; en todos aquellos aspectos en los que podemos tener una participación como controladores, lo debemos hacer. La naturaleza nos ha dotado de la posibilidad de tener cultivos todo el año.
Resulta de vital importancia lograr una producción más eficiente y, por ende, planificada; es la única manera de que el productor se incorpore activamente al movimiento del país, evitar el éxodo masivo de la población rural y hacer que ésta reviva nuevamente.
La población mayoritaria está sujeta a una producción intensiva debida al tamaño de sus propiedades, pues generalmente, el tamaño es reducido; tienen 5 ó 10 hectáreas, y trabajan solamente 1 ó 2 hectáreas. También, suele estar concentrada cerca de algunos centros de producción, ya que el hecho de estar ubicadas así, hace que las tareas y los costos se faciliten enormemente.
Posiblemente, uno de los grandes errores que hemos tenido sea en verdad esta situación, ya que en los últimos años hemos insistido en el cultivo sólo de algunos rubros como el caso del algodón; es cierto, el mismo representa un gran cultivo, tiene un gran mérito, pero de ninguna manera puede considerárselo como el único que puede hacerse en pequeña escala.
No es un cultivo intensivo, y la única forma de que el agricultor pueda salir adelante con superficies pequeñas es haciendo cultivos intensivos, verdaderamente.
Otro aspecto que tampoco escapa a la necesidad de lograr mayor eficiencia en la producción es que el país importa más del 50 % de las frutas y hortalizas que consume; 50 % de la lechuga, del tomate; 90 % de la zanahoria, 95% de la cebolla. Esto, simplemente, es una muy mala orientación que se debe a la falta de planificación y al tratar de darle a ciertos rubros, año tras año, el impulso que ha tenido en otras épocas. Hoy día, estos hábitos tienen que cambiar.
Muchos se preguntarán a qué le llamamos eficiencia, porque decimos que no producimos enormemente.
Uno de los grandes factores en contra es la malísima planificación en la producción.
Debemos planificar, esto quiere decir que la producción sea constante, que no haya exceso en un momento y falte en otros.
Lastimosamente, estamos acostumbrados a producir en función a la época; por ejemplo, durante el invierno, cuando no se necesita mucho riego, abundan las hortalizas y los costos bajan, la producción es abundante. Pero ¿qué ocurre en el verano? Falta una cantidad de verduras y se tiene que importar; el precio, lógicamente, sube; esto hace que la producción no sea constante y suficiente.
En cambio, si adoptáramos un buen sistema de riego y cobertura, de forma a controlar los excesos de temperatura, entonces nosotros podemos hacer una planificación adecuada de la producción.
Planificar mejor también implica producir de acuerdo al centro de consumo y la demanda.
Otro aspecto no menos importante y que ha significado la causa de la baja productividad es no asumir la práctica de la aplicación oportuna de la cal agrícola y fertilizante al suelo.
Muchos productores manejan la teoría de que su suelo no necesita de cal agrícola ni de fertilizantes, pero esto no es así, ya que todo cultivo conduce inexorablemente a la acidez del suelo; en un momento dado, vamos a necesitar del encalado, sí o sí.
Esta práctica se debe hacer a razón, cuanto menos, de una tonelada por Ha cada cuatro años, y hay lugares donde se requieren de 5 a 6 toneladas, inclusive.
El Paraguay tiene un consumo potencial de cal agrícola de 7 a 8 millones de toneladas / año y se consumen solamente 200.000 toneladas, es decir, que representa el 5 % de lo que se debe consumir realmente.
Esto conduce solo a la degradación de los suelos, al empobrecimiento, y así, la gente va buscando suelos nuevos que ya no existen; entonces la producción se vuelve paupérrima.
De igual forma, la necesidad de aplicar fertilizantes al suelo es de suma importancia.
Entonces, cuando hablamos de efectividad en la producción, hablamos de producción constante, de buena calidad, y esto requiere de un cambio de actitud en cuanto a la planificación, adopción de sistema de riego alternativo, cuidados de los suelos a través de la aplicación de cal agrícola y fertilizante.