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Los historiadores relatan que luego del descubrimiento del Nuevo Continente, los primeros asentamientos que formaron las colonias y pueblos del Mbaracayu, Ibiraparya y Candelaria, situadas dentro de las provincias de Vera y Guairá, fueron los centros yerbateros principales de esa época. Inicialmente, para la cosecha de los yerbales silvestres se usaba el trabajo de los indígenas, que era muy sacrificado. Además, el consumo fue considerado un vicio que fomentaba el ocio y que contagiaba a todos por ello se prohibieron las exportaciones de yerba mate y la explotación de los yerbales utilizando a los aborígenes, medidas que fueron anuladas en 1630.
Posteriormente, en cada casa de español o vivienda de aborigen, la yerba mate pasó a ser bebida cotidiana. Así fue como se empezó a cultivar la yerba mate dentro de las reducciones para evitar largas caminatas en busca de la yerba.
Cuando la planta haya alcanzado 15 a 20 centímetros de altura, se vuelve a transplantarla, pero esta vez ya al lugar definitivo, esto se debe efectuar en los meses de marzo a abril. Las plantas deben ser ubicadas a 3 ó 4 metros de distancia entre ellas y entre hileras, siendo lo ideal, unas 900 a 1.000 plantas por hectáreas.
Las plantaciones deben hacerse al abrigo de otras plantas, o mejor aún en bosques raleados. Cuando las plantas de yerba mate llegan a tener 2 metros de altura, más o menos, se eliminan las plantas protectoras.
La cosecha o recolección de las ramas de las cuales se extraerán las hojas, se hace después de los 3 años. Algunas plantas permiten una entresacada a los 2 años.
El tratamiento posterior al corte se hace en forma artesanal o industrial, mediante el fuego, a lo que se llama sapecado; luego se la somete al fuego indirecto por unas 11 horas. Por último, tiene lugar el canchado, que en la pequeña finca se hace con machete o una picadora. Se deja estacionar por más de seis meses antes de su consumo. Algunos la dejan estacionar por períodos más largos.
Cultivo
Después de recolectar los frutos se estratifica. Una vez que las semillas estratificadas empiecen a germinar, se realiza la siembra en almácigo, al voleo, en proporción de 1 kilogramo de semilla por metro cuadrado de almácigo, y luego se cubre con 2 a 3 centímetros de tierra preparada como para la estratificación, cubriendo ligeramente la superficie. El almácigo se resguarda de los rayos solares y se mantiene constantemente húmedo.
Fotos: MATKEI