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Si bien la hidroponía y aeroponía aparecen como tecnologías válidas que ayudan a producir alimentos vegetales (lechuga hidropónica) y forrajes para el ganado, por ejemplo, la elevada inversión requerida y la falta de conocimiento técnico dificultan su disponibilidad, principalmente, para el segmento de la agricultura familiar, que produce la mayor parte de los alimentos que consume la población y, además, exporta a otros países con sello de comercio justo o de productos orgánicos, por citar solo dos reconocimientos.
LA CLAVE
Hay que tener en cuenta que el suelo productivo es un “sistema vivo” en el que habitan una gran cantidad de seres, como pequeñas especies animales, insectos, microorganismos (hongos y bacterias) que hacen posible la vida, el crecimiento y el desarrollo de las plantas. Esto es clave para que el pequeño productor, sin recurrir a insumos químicos, quema de suelos y tala de árboles, aplique aquellas prácticas agronómicas que ayudan a los suelos a mantener e, incluso, aumentar su productividad,así como la calidad y el precio de sus productos.
FACTORES A TENER PRESENTE
La recuperación del suelo, en condiciones naturales, es posible gracias a la acción de las plantas, los animales y los microorganismos que viven en este, y proveen de la materia orgánica necesaria para la nutrición, aireación, circulación del agua y mantenimiento de su estructura. Por eso es de suma importancia mantener la fertilidad y estructura natural de los suelos, minimizando la erosión y evitando su agotamiento. Para ello, existen prácticas agronómicas ya probadas, como la rotación de cultivos, la siembra directa y la de abonos verdes. También están las normativas que establecen las buenas prácticas agrícolas (BPA), que incluyen el análisis de suelos. Esta última es una herramienta imprescindible para una buena producción agrícola, porque permite determinar las condiciones productivas de los suelos, ajustar o complementar sus necesidades en minerales (nitrógeno, fósforo, potasio,además de microelementos), corregir la acidez a través del agregado de cal agrícola o sea, la enmienda, el abonado y la fertilización de acuerdo a los requerimientos nutricionales de las especies a cultivar. Es recomendable realizar dicho análisiscada cierto número de años. Sumado a lo anterior, hay otras prácticas que se aplican con éxito en el campo,como la siembra directa de cultivos agrícolas a partir de una labranza cero o mínima del suelo, que busca conservar la textura y estructura, así como los niveles de fertilidad natural y materia orgánica. También, la cobertura del suelo con las malezas existentes y trabajando solo en los liños o canteros de cultivo, incluso con el empleo de mulching, cumple un rol similar al de los abonos verdes.
ABONOS VERDES
La cobertura vegetal que se consigue con el cultivo de abonos verdes contribuye a conservar la humedad del suelo, lo protege de la erosión, mejora la infiltración del agua, a la vez que la materia orgánica se descompone mejor por la acción de los microorganismos que encuentran condiciones más favorables para su actividad. Los abonos verdes de invierno se pueden cultivar a partir de marzo hasta junio; entre ellos: lupino, nabo forrajero, avena negra y vicia. A partirde agosto hasta diciembre se pueden cultivar los abonos verdes de verano: mucuna, poroto común, crotalaria, kumanda yvyra’i, leucaena, entre otros.
CONCLUSIÓN
Muchos de los suelos (del planeta) se encuentran en peligro de perder su capacidad productiva por varias razones; entre ellas: el uso de prácticas agronómicas intensivas e insostenibles; el monocultivo con la soja, principalmente; la deforestación de importantes áreas boscosas para ganadería y agricultura, y la expansión demográfica. Una de las consecuencias es que la seguridad alimentaria local está amenazada, pero existe el conocimiento de gran número de profesionales.También se dispone de la tecnología que puede ayudar; solo falta voluntad y vocación de servicio para revertir este riesgo, con tendencia a ser cada vez mayor.
(*) Especialista en Comunicación Rural.