Cuidados en la huerta familiar - Ing. Agr. Fernando Díaz Shenker (*)

Si bien es frecuente observar huertas instaladas en el área central y otras zonas rurales del país, hay que recordar que el enfoque ecológico en su manejo, principalmente en las familiares dedicadas al autoconsumo, constituye una opción de diversificación para el pequeño productor rural y su familia; beneficiosa para la salud, al evitar o minimizar el uso de insumos químicos.

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Además, hay que destacar el bajo impacto ambiental de este enfoque, porque se protege la naturaleza y las distintas formas de vida y se respeta la salud de los consumidores en caso de comercializar los excedentes de la producción.

Hoy día, la demanda por productos orgánicos con sello, o ecológicos para una sana alimentación, muestra una tendencia en alza, ante los riesgos que acarrea para la salud el consumo de alimentos tratados con agrodefensivos, o aquellos expuestos a la contaminación del agua y del ambiente; además de aquellos que ingresan de manera ilegal a los centros de comercialización. Por ello, se recomienda aplicar una orientación ecológica al cultivo de hortalizas, combinando técnicas conservacionistas de producción y reducir al máximo el uso de insumos químicos. Dos aspectos claves en la producción hortícola familiar son los cuidados culturales y el control de plagas y enfermedades.

CUIDADOS CULTURALES Los cuidados culturales son las tareas que el productor tiene que realizar una vez que el almácigo esté sembrado y también cuando el cultivo ya esté en su lugar definitivo. Los principales son el riego, la carpida, el raleo, sombreado y aporque. Se trata de acciones que ante las condiciones climáticas más severas o extremas como el calor, tienen que tenerse en muy en cuenta. Riego: las hortalizas requieren de abundante agua desde la siembra y hasta el momento de la cosecha. De acuerdo a las condiciones de temperatura y humedad, debe regarse diariamente por la mañana y tarde con regadera de flor fina desde 15 cm a 20 cm de altura. Carpida: se realiza, por lo general, con azada o similar. Controla las malezas que compiten con el cultivo. Permite la remoción del suelo superficial, la aireación del suelo y un mejor aprovechamiento del agua de riego. Raleo: esta práctica se realiza tanto al momento del trasplante (en caso de siembra en almácigo), como en el caso de la siembra directa, con la finalidad de elegir las plantas más vigorosas y mantener las distancias recomendadas entre líneas y plantas, de acuerdo a la especie de hortaliza. El raleo se efectúa cuando las plantas poseen de tres a cuatro hojas definitivas. Sombreado: es muy importante sobre todo en hortalizas de hoja, como lechuga, acelga y espinaca, para proteger a las plantitas de los efectos perjudiciales del fuerte sol, evitando así quemaduras, la marchitez y su muerte. Para proporcionar sombra en forma económica puede utilizarse un emparrado hecho con tacuaras y hojas de cocotero, palmas u otros materiales a una altura que permita trabajar con comodidad. Aporque: esta práctica se puede realizar en forma simultánea con las carpidas y consiste en cubrir con tierra parte del tronco o tallo de las plantas, para reforzar su base y favorecer el desarrollo del sistema radicular. Se aplica en pimiento, cebolla de bulbo y verdeo, entre otros.

CONTROL DE PLAGAS Y ENFERMEDADES Pueden aplicarse medidas culturales, la prevención con preparados naturales y métodos químicos. Las medidas culturales son preventivas contra la aparición de plagas y enfermedades. Las principales son: destruir los rastrojos (residuos de cosechas) y de cultivos abandonados. Cultivar en la época recomendada para el mejor crecimiento y mayor resistencia de las plantas. Sembrar en terrenos drenados, sobre canteros o tablones, porque el exceso de agua aumenta los riesgos de asfixia de las plantas. Seleccionar semillas sanas: muy importante en la plantación de papa, boniatos, ajos (propagación vegetativa). Emplear variedades rústicas, adaptadas y resistentes a las condiciones de la zona. Eliminar las hojas y plantas enfermas para reducir las fuentes de infección, particularmente en períodos húmedos. Rotar los cultivos, evitando sembrar siempre una misma hortaliza en el mismo lugar. Para esto es muy importante llevar un registro escrito de las actividades que se realizan en la huerta, así como el plan de cultivo. Los preparados naturales son de preparación casera y ayudan en la prevención y combate de plagas y de enfermedades. Su empleo, además, contribuye a la creación de una huerta ecológica, ya que no se emplean agroquímicos y se asegura una producción sana de hortalizas; en forma amigable con el ambiente. Los métodos químicos de control utilizan agro-defensivos específicos llamados insecticidas, para combatir plagas; fungicidas, para controlar hongos; y herbicidas, para controlar malezas. Si se utilizan, hay que considerar los menos agresivos o tóxicos para el hombre, abejas y animales de sangre caliente; por lo que se deben seleccionar con cuidado y manipularlos con la máxima precaución.

(*) Especialista en Comunicación Rural.

 

 

 

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