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La siembra directa se presenta como una solución al problema de la degradación de los suelos. Sin embargo, de la forma como viene siendo realizada últimamente en el país por muchos agricultores no satisface el objetivo de un buen manejo del suelo. Mientras el Paraguay se situaba hasta hace pocos años entre los países líderes en términos de aplicación de la siembra directa, hoy se estable el vicio de la labranza periódica y del subsolado, sin que nadie haya determinado la presencia efectiva de compactaciones, de la siembra de soja sobre soja, entre otros, descuidando totalmente el aspecto de una buena cobertura con residuos de cosecha. La aplicación de las buenas prácticas agrícolas ha quedado en el olvido. Debemos recordar que la siembra directa es como un buen vino, cuantos más años tenga, mejor; sin embargo, no debemos olvidar de que virtualmente todas las ventajas de la siembra directa vienen de una buena cobertura permanente del suelo. Los agricultores que continúan realizando labranzas periódicas no llegarán nunca a disfrutar de todos los beneficios acumulados de la siembra directa.
TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN
Investigaciones científicas a nivel mundial muestran que la siembra directa bien realizada, en comparación con la preparación convencional de suelos con el arado o con rastras pesadas de discos, tiene efectos positivos sobre las características químicas, físicas y biológicas del suelo. Primero porque reduce drásticamente la erosión a valores similares a la regeneración natural del suelo; segundo, porque no solo mantiene, sino aumenta los tenores de materia orgánica en el mismo; y, tercero, porque la temperatura del suelo se mantiene baja, evitando la evaporación de agua y favoreciendo la vida del suelo. Estas son razones suficientes para utilizar las buenas prácticas agrícolas, aplicando la siembra directa de calidad que resultará rápidamente en beneficios económicos para los agricultores.
(*) Especialista en recuperación de suelos