La selección del tipo de aves que se va a producir depende del comercio que se quiere aprender, pero no se debe mezclar gallinas ponedoras con pollos parrilleros, debido a que el manejo y la alimentación son muy diferentes. Para encarar la producción avícola hay que aplicar los cinco sentidos. Además de sentido común.
Cuando se trabaja con aves, se debe tener en cuenta que ninguna persona ajena al establecimiento puede entrar al mismo, sin haber pasado por las reglas sanitarias de desinfección. Lo más recomendable es que ninguna persona que no trabaje en la granja entre a la misma. Cuando los galpones están cargados se debe hacer una inspección periódica del estado de los animales, para ello utilizaremos los cinco sentidos. Lo primero que hay que hacer es echar un vistazo general al galpón verificar si a simple vista hay alguna anormalidad en cuanto al aspecto físico: si las cortinas están abiertas adecuadamente, si el tejido tiene alguna falla, si los comederos están a la altura adecuada, si tienen alimento; lo mismo con los bebederos, si están limpios y tienen agua fresca. Luego observar el comportamiento de los animales, para ello se debe agudizar la vista y hacer un repaso general de cómo están las aves.
Luego hay que mirar el piso y las paredes para ver si no hay deyecciones sanguinolentas, que son visibles fácilmente, debido a que contrastan con el blanco de las paredes. La aplicación del olfato es fundamental para el personal que trabaja en los galpones; debe haber un olor franco, seco y no irritante, como ocurre cuando hay problemas sanitarios, principalmente en el caso de las diarreas, que descomponen fácilmente la cama y producen un olor fuerte si es fácilmente detectable. Después de limpiarse las botas con desinfectante antes de entrar al galpón, pasamos revista dentro del mismo a todos los elementos que están dentro de él. Se introduce la mano dentro de la cama, generalmente compuesta de cascarilla de arroz o de viruta de madera, y se toma la temperatura de la misma, si está algo caliente, quiere decir que hay un proceso de fermentación a consecuencia de alguna pérdida de los bebederos, o diarreas que pueden tener diferentes orígenes, uno de los más comunes es la coccidiosis. El alimento de las aves, debe tener un 12% de humedad, buena palatabilidad que se demuestra al aprobar el gusto de los mismos, el cual no debe ser ni agrio ni amargo, sino por el contrario agradable, que se puede percibir por el gusto que dan los granos.
El agua y los alimentos deben ser renovados todos los días, los comederos y bebederos se deben limpiar también a diario, con un repaso final con desinfectante, son muy recomendados los iodóforos. No almacene por largo período los alimentos embolsados, ya que los mismos pueden ser presa de roedores y de la humedad que altera fácilmente las propiedades organolépticas de los mismos. Cualquiera sea la cantidad de aves con que se trabaje, se pueden aplicar estas elementales reglas que permiten tener buenos productos para el autoconsumo o la comercialización.
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