Avicultura y los sentidos

Dr. P. M. Gibert. Para la cría de aves es fundamental que se tengan en cuenta las reglas básicas de la producción, en las que se aplican fundamentalmente los cinco sentidos. Para mantener las aves sanas, se debe comenzar por la ubicación del galpón teniendo en cuenta la orientación.

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Hoy en día se dispone de aves especializadas, ya sea para la producción de huevos o de carne. Otro detalle que no hay que olvidar, debido al peligro de la gripe aviar, es no se debe criar aves con cerdos. En la producción de aves, tiene mucha importancia el alojamiento, esta distancia en el Paraguay no debe ser muy ancha, el máximo recomendado son diez metros, personalmente recomiendo ocho metros, de tal forma que el aire pueda circular fácilmente de pared a pared. La cabecera del galpón debe estar orientada hacia el este, para permitir que el viento preponderante del norte pueda facilitar la circulación de aire dentro del galpón.
La selección del tipo de aves que se va a producir depende del comercio que se quiere aprender, pero no se debe mezclar gallinas ponedoras con pollos parrilleros, debido a que el manejo y la alimentación son muy diferentes. Para encarar la producción avícola hay que aplicar los cinco sentidos. Además de sentido común.
Cuando se trabaja con aves, se debe tener en cuenta que ninguna persona ajena al establecimiento puede entrar al mismo, sin haber pasado por las reglas sanitarias de desinfección. Lo más recomendable es que ninguna persona que no trabaje en la granja entre a la misma. Cuando los galpones están cargados se debe hacer una inspección periódica del estado de los animales, para ello utilizaremos los cinco sentidos. Lo primero que hay que hacer es echar un vistazo general al galpón verificar si a simple vista hay alguna anormalidad en cuanto al aspecto físico: si las cortinas están abiertas adecuadamente, si el tejido tiene alguna falla, si los comederos están a la altura adecuada, si tienen alimento; lo mismo con los bebederos, si están limpios y tienen agua fresca. Luego observar el comportamiento de los animales, para ello se debe agudizar la vista y hacer un repaso general de cómo están las aves.
Una técnica que permite saber el estado sanitario es la vivacidad, para ello se realiza un silbido, que de inmediato llama la atención de los animales y luego con un golpe seco de las manos se ve la reacción de las aves, si hay un alboroto es que hay buena salud dentro del gallinero, pero si se nota una apatía, o no hay respuestas a estos estímulos, quiere decir que adentro hay algo que no funciona. En ese tiempo también hay que prestar mucha atención a los ruidos que pueden producir las aves si tienen algún problema respiratorio, ya que se pueden escuchar chasquidos que denota la presencia de algún resfriado.
Luego hay que mirar el piso y las paredes para ver si no hay deyecciones sanguinolentas, que son visibles fácilmente, debido a que contrastan con el blanco de las paredes. La aplicación del olfato es fundamental para el personal que trabaja en los galpones; debe haber un olor franco, seco y no irritante, como ocurre cuando hay problemas sanitarios, principalmente en el caso de las diarreas, que descomponen fácilmente la cama y producen un olor fuerte si es fácilmente detectable. Después de limpiarse las botas con desinfectante antes de entrar al galpón, pasamos revista dentro del mismo a todos los elementos que están dentro de él. Se introduce la mano dentro de la cama, generalmente compuesta de cascarilla de arroz o de viruta de madera, y se toma la temperatura de la misma, si está algo caliente, quiere decir que hay un proceso de fermentación a consecuencia de alguna pérdida de los bebederos, o diarreas que pueden tener diferentes orígenes, uno de los más comunes es la coccidiosis. El alimento de las aves, debe tener un 12% de humedad, buena palatabilidad que se demuestra al aprobar el gusto de los mismos, el cual no debe ser ni agrio ni amargo, sino por el contrario agradable, que se puede percibir por el gusto que dan los granos.
El agua y los alimentos deben ser renovados todos los días, los comederos y bebederos se deben limpiar también a diario, con un repaso final con desinfectante, son muy recomendados los iodóforos. No almacene por largo período los alimentos embolsados, ya que los mismos pueden ser presa de roedores y de la humedad que altera fácilmente las propiedades organolépticas de los mismos. Cualquiera sea la cantidad de aves con que se trabaje, se pueden aplicar estas elementales reglas que permiten tener buenos productos para el autoconsumo o la comercialización.

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