Agricultura sostenible - Ing. Agr. Fernando Díaz Shenker (*)

La agricultura sostenible es una orientación productiva que se fundamenta en los principios de la sustentabilidad, y relaciona la producción de alimentos de origen vegetal con el cuidado del ambiente, el bienestar y la salud de los consumidores. La agricultura sostenible busca los beneficios económicos propios de cualquier emprendimiento productivo, pero de manera responsable y respetuosa con los recursos naturales y el ambiente.

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Aquí radica la esencia de la sostenibilidad: el uso y cuidado responsable de los recursos naturales y forestales de manera que, a largo plazo, se conserven en cantidad, volumen y calidad, y puedan ser también utilizados por las generaciones futuras. La reciente Agroshow Copronar tuvo espacios y actividades que apuntan a este enfoque, entre ellos: el Primer Encuentro de Negocios Sustentables: Biomasa y Soja Responsable. Una agricultura con manejo sustentable tiene en cuenta tres componentes que interactúan dinámicamente entre sí: uno económico, que se refiere a las técnicas de producción agrícola y los insumos necesarios para el laboreo, cultivo, cuidados, cosecha y manejo poscosecha. Existe también un componente ecológico vinculado al uso racional de los recursos naturales (aire, suelo, agua) y forestales, sin perjudicar al ambiente y, además, un componente social que se corresponde con la necesidad de contar con alimentos sanos, de calidad y origen conocido. Este modelo de agricultura sostenible es bien accesible a los pequeños productores que quieran cultivar y cosechar alimentos sanos e inocuos, para el autoconsumo y comercialización. En este caso, ellos apuntarán a una producción sana de alimentos, que cada vez tiene una mayor demanda entre los consumidores. La agricultura sostenible promueve el empleo de numerosas prácticas agronómicas muy relacionadas con las normativas de las buenas prácticas agrícolas (BPA), siendo muchas de ellas de cumplimiento obligatorio. Precisamente, las auditorias de BPA certifican el cumplimiento o no de estas normativas en las fincas.

ALGUNAS PRÁCTICAS

En relación con la preparación del terreno, se recomiendan el análisis de suelos, el laboreo mínimo o cero para evitar la erosión, la siembra directa y de abonos verdes, y la rotación de cultivos para equilibrar la fertilidad del suelo. Las semillas deben poseer un elevado poder germinativo, superior al 80 %, ser sanas y de origen conocido (certificadas). Los productos químicos que se empleen, sean fertilizantes o agrodefensivos, tienen que contar con autorización oficial para su uso, y no deben dañar a las abejas y el ambiente. Aparte, deben guardarse en un lugar seguro y lejos del alcance de personas y animales. El riego debe hacerse con agua analizada químicamente, de acuerdo a las necesidades del cultivo y la época. Los reservorios de agua deben mantenerse limpios y protegidos. En relación con las plagas y enfermedades de los diversos cultivos, se recomiendan destruir los rastrojos (residuos de cosechas) y cultivos abandonados; cultivar en la época recomendada, para el mejor crecimiento y la mayor resistencia de las plantas; sembrar en terrenos drenados, en los cuales los excesos de agua puedan circular; seleccionar semillas sanas, lo que es muy importante en la plantación de papa, boniato, ajo; emplear variedades rústicas, adaptadas y resistentes a las condiciones y problemas de la zona; eliminar las hojas y plantas enfermas o viejas, para reducir las fuentes de infección, particularmente en períodos húmedos; rotar los cultivos, evitando sembrar una misma especie siempre en el mismo lugar. Para la cosecha y transporte, conviene emplear cajas de plástico, por la facilidad de limpieza y una mejor conservación de los productos.

CONCLUSIÓN

La difusión del modelo de agricultura sostenible, principalmente entre los pequeños agricultores, requiere generar un cambio tecnológico y cultural en su sistema tradicional de producción, con base en programas de asistencia técnica y educación rural que combinen tecnologías innovadoras, pero sostenibles de producción, con educación ambiental y demanda de alimentos inocuos por los consumidores. El pequeño agricultor también puede y debe mejorar sus condiciones de trabajo y calidad de vida, pero tiene que hacerlo en forma progresiva y sostenible, con el debido apoyo y acompañamiento de las instituciones del Estado, organizaciones no gubernamentales y empresas privadas, como las cooperativas de producción.

(*) Especialista en Comunicación Rural

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