Agricultura empresarial - Dr. P. M. Gibert

Cualquier emprendimiento agropecuario debe ser considerado y trabajado como una empresa; esta no depende de la cantidad de hectáreas, sino de la planificación adecuada y los objetivos que se marquen. La tecnología disponible permite aumentar considerablemente la producción en cualquiera de los rubros, en menos espacio y con mayor eficiencia.

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La planificación de la finca de los pequeños productores debe basarse en tres ejes fundamentales: garantizar el autoabastecimiento, producir rubros con demanda en el mercado y establecer de antemano qué parte será destinada al consumo directo o a la industrialización.

Esto es muy aplicable a la producción de mandioca, ya que el 70 % de lo producido queda en la finca y lo demás va al mercado o a la industria. Aquí hay una oportunidad definida que debe ser analizada. Buscar variedades que sirvan para el autoconsumo, que prefiere el mercado y la industria, sobre todo almidonera, que es la que mayor demanda tiene en estos momentos. Cada una de ellas requiere variedades y manejo distinto. Esto debe ser definido para hacer más eficiente la producción. El productor debe conocer qué quiere el mercado para satisfacer la demanda y tener mayor beneficio económico.

La horticultura es otra buena alternativa que requiere mayor técnica y mejor manejo. La especialidad en uno de ellos, como la hacen en los países más desarrollados, en los que el productor se dedica a un solo rubro, pero con mucha eficiencia. La producción hidropónica es una alternativa válida en la que en el mismo espacio de terreno se produce tres veces más y la inversión se recupera dentro de los 18 meses, como se ha demostrado en Katuete, en la finca del Sr. Natalio Rojas, donde ABC Rural verificó los trabajos y la eficiencia productiva en la actualidad.

Este y otros ejemplos de nuestro país son válidos para otros rubros agrícolas. En la planificación de la finca se debe tener en cuenta qué se va a producir, qué necesita el mercado, qué variedad prefiere, qué tamaño es el más buscado, qué presentación es más atractiva, es decir, ver qué quiere el cliente. Con estos datos se realiza la selección de semillas o material genético que se va a emplear, utilizando las virtudes de cada una de ellas para una mejor rentabilidad.

Lo mismo ocurre en la producción pecuaria. Primero se identifica qué producción es rentable en el terreno que se dispone. Luego, qué quiere el mercado y, finalmente, la facilidad económica disponible para llevar a cabo el proyecto pecuario.

En agricultura, una vez que el productor ha decidido qué va a cultivar, debe tener especial cuidado en la selección de las semillas, teniendo en cuenta la variedad de mejor rendimiento, viabilidad y resistencia a las condiciones climáticas a las que serán sometidas. Normalmente, los productores tradicionales no buscan semillas mejoradas que respondan a las necesidades del mercado, sino, por el contrario, se basan en tradiciones que, muchas veces, no están de acuerdo con las necesidades actuales y los gustos del comprador. Al comprar semillas se debe tener en cuenta el certificado de las mismas, que indiquen la procedencia, fecha, vencimiento, porcentaje de germinación garantizado, certificado de la autoridad sanitaria con el número de registro que garantice la calidad y permita cualquier reclamo. El escrito en el envase debe estar en español.

Todo lo que se produce en materia agropecuaria debe estar enmarcado dentro de las normas establecidas por las buenas prácticas agrícolas (BPA), hoy establecidas como buenas prácticas de producción (BPP), para que quede integrado todo el ciclo productivo, tanto agrícola como ganadero.

Como podemos apreciar, el productor agropecuario debe realizar una planificación adecuada de lo que quiere hacer, que estará determinada por los objetivos que se desea alcanzar. Para ello, se deben tener en cuenta: la cantidad de terreno disponible, la calidad del suelo, el ambiente, la distancia al mercado, el camino disponible, la energía, el agua y las posibilidades económicas. Con estas y otras variables se podrá encarar el tipo de producto que se va a trabajar.

En cualquier empresa agropecuaria es fundamental saber cuál es el costo de producción por metro o hectárea, de tal manera que con estos elementos se podrá saber cuántos kilos necesita del producto y a qué precio vender, primero para salvar el costo y, luego, para calcular la ganancia. Es por ello que es fundamental que el agricultor lleve en cuenta todos los gastos que realiza, de tal forma que sepa en realidad cuánto le costó producir cada kilo de lo que está produciendo. Esto le permitirá hacer un balance final y saber si ganó o perdió, para que esta experiencia sea utilizada en la próxima siembra y evitar los errores cometidos para poder obtener mayor beneficio del trabajo realizado.

El mismo planteo debe ser realizado en la producción animal, teniendo en cuenta que el mayor gasto es la alimentación y, por lo tanto, cuanto más se obtenga de la finca, menores serán los gastos finales.

En una hectárea bien planificada, con la mano de obra familiar, se puede tener una renta anual que permita el autosustento, la educación y salud de la familia, siempre y cuando la explotación de la misma sea racional, encarada en forma empresarial, y con objetivos claros y definidos.

La educación es la base del desarrollo de las comunidades. “p.m.g”

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