Abonos verdes en invierno

Los abonos verdes pueden sembrarse cuando el suelo no se usa con rubros de renta o de subsistencia, es decir, en los espacios de tiempo entre dos cultivos principales. Estos abonos verdes no deben competir en terreno, mano de obra, tiempo y espacio con renglones comerciales o de renta.

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Las condiciones climáticas del Paraguay dan pocas alternativas para cultivos de renta en la época de invierno. Las especies que a primera vista serían las más viables son canola, avena blanca, cebada, triticale, lupino dulce y arveja. Cada uno de estos presentan problemas específicos y de comercialización que no han permitido su mayor difusión. Sin embargo, la peor alternativa, principalmente para la siembra directa, sería dejar el terreno sin cultivo, lo cual resultaría en una multiplicación indiscriminada de malezas y en altos costos para su eliminación. Además el suelo queda expuesto a la erosión y al lavado de nutrientes, con la consecuente degradación del suelo y pérdida de productividad.
Surge entonces la alternativa de utilizar el terreno disponible para el cultivo de abonos verdes de invierno. Aunque estos no produzcan granos que se puedan vender, pueden, a través del efecto residual del abono verde de invierno sobre el cultivo comercial de verano, aumentar el rendimiento y el resultado económico de los cultivos de renta. Además, se evita el enmalezamiento excesivo que sufren las parcelas que se dejan sin sembrar en el invierno y que inviabilizan el uso de la siembra directa por el alto costo para eliminarlas.

RECOMENDACIONES
Se recomienda muy especialmente el uso de abonos verdes de invierno en la agricultura mecanizada, porque es precisamente en la época de frío que el suelo se usa generalmente sólo en forma parcial con cultivos de renta.
Sin embargo, algunas especies de verano pueden ser sembradas mecánicamente hasta mediados de febrero después de un cultivo que se cosecha temprano, para proceder a la recolección de granos en invierno, o aplastarlas con rollo-cuchilla en dicha época. Entre éstas se encuentran el milheto o pasto italiano, la Crotalaria juncea, el lablab de semilla marrón y negra, y el girasol. También se puede sembrar el kumanda yvyra’i o guandú, asociado con maíz, 35 días después de la siembra de éste. La cosecha de esta especie tendrá que ser manual, debido a la maduración desuniforme de sus semillas.
La siembra de los abonos verdes de invierno se efectúa desde abril hasta junio, debiendo dárseles preferencia a las siembras tempranas. Para abono verde se recomiendan los espaciamientos más estrechos posible (17 a 20 cm.), lo que generalmente hace necesaria la utilización de sembradoras de granos finos. Todos los abonos verdes pueden ser sembrados en siembra directa y en general pueden ser aplastados con rollo cuchillo aproximadamente 120 días después de la siembra.
Las especies recomendadas son avena negra, el lupino amargo, el nabo forrajero, el girasol, el centeno, el triticale, el acevén, la arveja forrajera, la colza.


ABONOS DE LA TEMPORADA
El manejo racional del suelo es primordial para el perfeccionamiento de la agricultura. La obtención de elevado índice de productividad y mayor rentabilidad depende fundamentalmente del mantenimiento de la capacidad productiva del suelo, por una parte, y tambuén de la utilización de abonos verdes. Para el planeamiento de la producción agrícola, el uso de abono verde es una práctica sencilla y de fácil adopción, y que puede ser de amplia difusión lo que permite un mejor aprovechamiento del suelo cultivado, según explica el ingeniero agrónomo Alfredo Valiente.

Las especies de abono verde de la temporada otoño-invierno son el lupino, la avena negra y el nabo forrajero.

LUPINO
En el caso del lupino, existen muchas especies, aproximadamente 200 originarias de América. Es una planta anual, erecta, herbácea, adaptada a la temperatura de 15 y 25 grados centígrados; el período de siembra en el Paraguay es entre abril y mayo, siendo necesario 90 kilogramos de semilla para sembrar una hectárea.

Entre las especies cultivadas del lupino blanco, existen variedades, siendo algunas dulces y otras amargas. Estas últimas poseen alcaloides tóxicos (lupanina, lupinina, sparteina y oxilupanina), impidiendo así la utilización para la alimentación.

El lupino requiere de 60 a 120 días para la floración. La gran importancia agrícola del lupino reside en el uso como planta de cobertura, caracterizándose como recuperadora de las condiciones físicas y biológicas del suelo y como fijadora de nitrógeno. En suelo arenoso y de mediana fertilidad, deja 4 a 5 toneladas de materia seca por hectárea. Según análisis efectuado, es susceptible al hongo Rhizoctonia solani y al nematodo endoparásito sedentario Meloidogyne spp., y otros ectoparásitos fitonematodos.


AVENA NEGRA
En el caso de la avena negra, ésta pertenece a la familia de la graminaceae. Es una planta anual, erecta y de raíz fasciculada; es resitente al pisoteo de los animales. Sus granos no tienen calidad industrial para su posterior uso en la alimentación humana. La planta llega a una altura de 80 a 130 cm, florece de 120 a 140 días y el ciclo vegetativo es de 180 días. La avena negra se desarrolla en clima tropical y subtropical.

Es recomendable que esté abono se utilice en rotación con cultivo de verano, lo que permite un aumento de rendimiento. Existe un efecto alelopático positivo con la soja y negativo con la mucuna. Tiene menor incidencia de hongos de suelo Rhizoctonia, Sclerotinia y nematodos parásitos de plantas.

La avena negra es más rústica que la blanca y la amarilla, con respecto a la fertilidad del suelo, y resiste a la sequía; es menos sensible a la acidez de suelo que el trigo, teniendo buena vegetación con pH de 5,0 a 7,0. Además de controlar bien la población de los nematodos, también tiene control de algunas malezas. Es autoincompatible en cultivos sucesivos, pero tiene buen comportamiento en rotación con soja, maíz, lupino y trigo.



NABO FORRAJERO
El nabo forrajero, por su lado, es originario de Asia, siendo utilizado antiguamente como especie productora de aceite comestible y combustible. Es una planta anual, herbácea, erecta, ramificada, con raíz profunda, hojas alternas, flores terminales en racimos. La planta llega a tener de 1,00 a 1,20 me de altura. La época de siempre comprende los meses de abril y mayo; se utiliza 12 a 20 kilogramos de semilla para la siembra en una hectárea.

El nabo forrajero se usa en la medicina popular, debido a que las raíces y las hojas contienen ácido sulfociánico y las partes aéreas son utilizadas como estimulantes de las funciones gástricas.
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