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- Bien y vos. Encantada de estar contigo.
- ¿Qué hay de nuevo en el mundo de la danza?
- Muchas cosas. El año pasado, por mi contribución al arte, me dieron el Premio Nacional de Danza en la categoría de pionera. Eso fue declarado de interés nacional por el Viceministerio de Cultura.
- Siempre viene bien un premio, un reconocimiento...
- Sí, es lo mejor. Te imaginás que nosotros vivimos de la enseñanza.
- ¿Es usted la Reina del ballet en Paraguay?
- No, no. Hay varias reinas de la danza que se dedican con gran estilo y que son grandes maestras. Yo soy una de las pioneras, pero nada más.
- Seis décadas en la actividad, ¿empezó de chiquita?
- Desde los 5 años.
- ¿Cómo fueron sus comienzos...?
- Yo comencé con Ana María Maneglia, Tala Ern de Retivoff, en clásico. Con el profesor Inocencio Báez Villalba, que fue un maestro con mayúscula, aprendí danza folclórica paraguaya.
- Proviene de una época en que el arte de bailar todavía era toda una disciplina. ¿Nota que se dieron cambios drásticos?
- Ahora por ejemplo hay lugares donde se hace cualquier cosa con esta cuestión de las danzas brasileras, afro. Es una mezcla brutal. Pero hay escuelas en las que nos dedicamos a enseñar con técnica la danza española, clásica y la folclórica, que son por excelencia las madres de todas las danzas.
- ¿Cuál es la esencia de danza?
- La disciplina. Hay que tener horas y horas de ensayo. Yo siempre les digo a las chicas: cuando van a seguir para ser profesoras de danzas, sigan con alma y vida. Y tengan disciplina.
Es una especie de apostolado, porque si uno pretende ser profesional debe empezar de chico. Sí, sí. Pueden empezar a los 3 años también si quieren, pero recién con la técnica desde los 7, porque si le mandan hacer punta de pie, especialmente en clásico, a un chiquito que todavía no tiene bien formados los huesos, le puede acarrear numerosas imperfecciones después. Lo ideal es desde los 7 años para poder dar los exámenes y seguir como carrera.
- ¿Cuál sería el problema clásico de los bailarines?
- Casi todos siempre tenemos problemas de rodillas.
- ¿Por qué?
Y porque el bailarín siempre se lastima con los saltos. Por más técnica que uno tenga, igual se lastima.
- El hombre o la mujer, ¿quién baila mejor?
- Los dos. Te imaginás que hay estrellas entre los bailarines y estrellas entre las mujeres.
- Llama la atención que casi siempre las primeras figuras de ballets sean varones, caso Mikhail Baryshnikov, Julio Bocca, etc.
- Sí, sí. Pero acordate que entre las mujeres también hubo muchas estrellas. Por ejemplo, la cubana Alicia Alonso, también la Ivanova.
- Si tuviera que reconocer a las estrellas locales, ¿a quiénes nombraría?
- Entre las extranjeras tenemos a Tala Ern de Retivoff, Agripina Voitenko, Gemma Franchioni y Erika Milleé. Entre los paraguayos están Inocencio Báez Villalba, un maestro que se destacó; Celia Ruiz de Domínguez comenzó, pero se fue a los Estados Unidos y se quedó. Tuvimos numerosos profesores...
- Y Reina Menchaca, por supuesto...
- (Risas) Bueno, te nombré profesores que se han destacado. Yo continúo luchando. Como decía Ernesto Báez: Hasta que el cuerpo aguante.
- Justamente, parece que con la danza no funciona esa regla del vino: cuanto más añejo, mejor...
- Claro, claro. La danza tiene un límite para seguir en el escenario.
- ¿Y qué condiciona eso?
- Tu entrenamiento. Si tenés un entrenamiento regular, entonces podés seguir hasta tener 70 años.
- ¿En serio?
- Sí, pero se requiere de un entrenamiento full time.
- Pero no se da mucho que personas mayores sigan bailando.
- Acá no, porque uno se llega a casar, tiene hijos, y va abandonando. No es que sigue como una disciplina, como en otros países.
- Usted, ¿hasta que edad pisó el escenario?
- Hasta que me casé en el 61. Después ya me dediqué a enseñar, hasta hoy.
- Su fuerte, cuál era: ¿folclórica o española?
- Yo me siento más cómoda con la danza paraguaya. Pero hice mi especialización en danza española, en Buenos Aires. Y después me fui a España.
- Parece que antes había mayor cantidad de público en los festivales de danzas...
- Sí, era mayor la concurrencia.
- ¿Por qué la gente dejó de asistir a esos espectáculos?
- Porque hay espectáculos más variados. Y no a toda la gente le gusta el arte. Antes, sí. Ahora, en vez de buscar algo que les culturice, como el arte, la gente prefiere las cosas banales, el exhibicionismo.
- En sus inicios, le entusiasmaba la idea de ir a clases o su mamá tenía que obligarla, tipo: Reinaaa, despertate, es la hora de ir al conservatorio.
- No, no, no. Yo adoraba la danza, adoraba, adoraba, adoraba. Y en nuestros primeros tiempos, ya cuando teníamos presentaciones no había todo lo que se tiene ahora. Te imaginás que no teníamos luces, teníamos que bailar en el campo, en cualquier parte.
- Seguro anécdotas tiene a montones...
- Recuerdo que un día era todo iluminado con lámparas Petromax y en el momento en que se estaba desarrollando la danza entra un montón de perros a pelearse, echaron íntegramente todo. Fue en un festival que se hizo en Itá.
- Inspirada en tantas vivencias como esas debe ser que se metió en la cabeza la idea de escribir un libro sobre la historia de la danza en el país.
- Claro. Quiero escribir para tener una historia de la danza en Paraguay, desde el comienzo hasta la actualidad. Antes de que desaparezca, porque, vos sabés, el tiempo pasa rápido.
- Se sabe que cualquier actividad física es buena para la salud. Además de eso ¿en qué beneficia la danza?
- Mantiene un espíritu activo. Yo tengo un grupo de la tercera edad que estoy enseñando. Tengo personas de 80 años. No sabés cómo bailan. Y lo activas que son. Y cómo les gusta. Y cómo les revive eso.
- Se entretienen, también.
- Sí. Ellas no faltan a clases. Son las más disciplinadas, jamás faltan. Venga tormenta, caigan rayos, ellas están acá.
- ¿Para cuándo un ballet de Reina Menchaca de la tercera edad?
- Ya lo presenté.
- ¿Dónde?
- Acá (en Asunción). Presenté en Córdoba (Argentina). Allá obtuvimos numerosos premios. Siempre viajamos. Son gentes extraordinarias, no sabés lo que son.
- ¿Aquí en su conservatorio estudian niñas y varones?
- Sí, tengo varones también, pero en otro horario. Yo tengo mi escuela en Coronel Oviedo, en San Juan, en San Ignacio, en Quiindy.
- Cubre todo el interior.
- Sí, viajo. Yo misma me voy manejando. Los sábados a las 5 de la madrugada salgo para Coronel Oviedo. Tengo clases de lunes a sábados, pero tengo profesores.
- Usted fiscaliza.
- Sí, yo tengo la dirección. Y distintos profesores, porque no puedo estar toda la semana de aquí para allá.
- Tantas alumnas pasaron y siguen pasando por su escuela...
- Generaciones. Acordate que Sussy (Sacco) fue mi alumna, también Zully (Vinader), María del Carmen (Avila).
- Una formadora de generaciones, ¿siente orgullo al verlas convertidas en prestigiosas profesionales?
Y te imaginás ver sobresalir a quienes vos formaste, te sentís feliz. Es un orgullo, claro.
- Por su manera de ser se deduce que nunca aplazó a sus alumnas, ¿o sí?
- No, no. No me gusta aplazar a nadie. La que no va a servir, sola se va dando cuenta y va dejando.
- Aparenta serena, tranquila, pausada, ¿es así todo el tiempo?
- Así mismo. Toda la vida fui así.
- ¿No hay nada que pueda alterarla?
- No. Justamente por eso tengo a veces problemas. Sabés, soy una persona que no puede llorar. Y tampoco sé gritar.
- Y qué pasa cuando está manejando, va sobre la hora para dar sus clases en el interior y el tráfico está horrible, no la dejan pasar. ¿Cómo reacciona?
- Paro y espero, tranquilamente. Total el mundo no termina. No despotrico contra nadie, no digo nada. Mi carácter es así.
- ¿Es de poco salir?
- Tengo miles de invitaciones, pero no voy a ningún lado, casi.
- Y cuando decide darse una escapada, ¿adónde va?
- Más a actos culturales.
- Le gusta estar en casa, ¿qué la entretiene?
- A mí me encanta ser ama de casa. Me encanta cocinar, soy especialista en cocina.
- Ah, sí. ¿Y cuál es su plato fuerte?
- Lo que quieras. De pe a pa te hago.
- Quiere decir que en su mesa abundan las exquisiteces.
- Eso, por lo menos hasta ahora. No sé hasta cuándo.
- Toda una vida dedicada a la actividad. ¿Podría definir en pocas palabras lo que significa para usted la danza?
- Es toda mi vida. Yo sin la danza estaría muerta.
- ¿Sueños?
- El libro que estoy proyectando. Y vamos a ver, dicen que el 3 de marzo se inaugura el teatro del Banco Central del Paraguay, entonces mi festival de este año quiero hacer ahí. Pienso presentar el ballet Carmen, en versión española.
Identikit
Teresita Eugenia Menchaca Caballero nació en San Lorenzo el 30 de diciembre de 1936. A los 15 años recibió su título de profesora superior de danza. En 1957, el de profesora normal. Enseñó en varias escuelas y colegios. Su conservatorio de danzas, reconocido por el Ministerio de Educación, funciona desde 1962.
A lo largo de su carrera hizo cursos de perfeccionamientos en el exterior, principalmente en Argentina y España. Ganó incontables premios y reconocimientos. En 1970 fue directora de Cultura de la Municipalidad de Asunción.