Virtuoso de las cuerdas

El concertista José Carlos Cabrera estuvo unos días en nuestro país antes de retomar sus actividades en Sevilla, España, donde estudió una maestría en Interpretación de Guitarra Clásica. A su regreso, además de brindar conciertos, grabará un disco con temas de Mangoré.

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El concertista José Carlos Cabrera estuvo unos días en nuestro país antes de retomar sus actividades en Sevilla, España, donde estudió una maestría en Interpretación de Guitarra Clásica en la Universidad Pablo de Olavide. “Regreso porque tengo conciertos pendientes y la grabación del disco”. El material al cual alude es el premio que obtuvo por haber salido el mejor de su promoción. 

En julio retornará al Paraguay para quedarse y realizar sus proyectos. Sapucái lo vio nacer el 1 de mayo 1989 y aunque no proviene de una familia de músicos, sí recuerda que su madre, Norma, ejecutaba el arpa cuando él era pequeño. “Pero después lo dejó”, cuenta. A los 10 años, Cabrera comenzó sus estudios de guitarra popular con el profesor Agustín Delgado en la ciudad de Escobar. Al año siguiente, se inscribió en un conservatorio de Paraguarí, empezó su formación académica y dio sus primeros pasos con la guitarra clásica.

“Desde un principio me fascinó el sonido de la guitarra clásica”, recuerda. Y cuando escuchó por primera vez unos casetes de Agustín Barrios –que le habían obsequiado sus padres– quedó cautivado. “Fue lo primero que conocí de la guitarra clásica y eso me enamoró”. Pero más adelante, también en Paraguarí, se inició con el violín con el proyecto Sonidos de la Tierra, de Luis Szarán. “Durante dos años solo me dediqué al violín”, evoca. 

Pero a los 15 años tuvo que decidir entre el violín y la guitarra. Y como era un poco más fácil dedicarse profesionalmente —al menos así lo pensaba—, optó por la guitarra y desde ese momento no paró. Ya entonces tenía la certeza de que cuando terminara el colegio se dedicaría a la música y viviría de ella. “Era lo que me gustaba hacer”, menciona. 

En el 2006 culminó el colegio. En esa época, en nuestro país todavía no se había habilitado la carrera de Música a nivel universitario. Fue así que al terminar su profesorado Superior de Guitarra Clásica en la Escuela Musical Miranda con el maestro Javier Aquino y como no había posibilidades de seguir avanzando en sus estudios, decidió ir a Buenos Aires, ya que era la opción más cercana y viable. “Me inscribí en la Universidad Nacional de Artes de Buenos Aires”, apunta. 

Luego de estudiar allí cuatro años, se recibió con honores y, también, ganó un concurso de música de cámara cuyo premio era la grabación de un disco. “Grabé a dúo con un guitarrista argentino el material titulado Los premiados”, expresa. Este logro en la Argentina significó una gran experiencia y la posibilidad de conocer a grandes maestros de la guitarra clásica, como Javier Bravo y Eduardo Isaac. “Ellos me brindaron las herramientas, la base para mi formación”, admite. Regresó al Paraguay en el 2012, pero en el 2014 le volvió a picar el bichito de estudiar en el exterior. Buscó becas, institutos y universidades de Norteamérica y Europa para poder seguir avanzando. Encontró que en Europa el nivel era muy alto. Aun así, ingresó a cuatro universidades; tres de España y una de Italia. “Y gracias al Fondec, que me dio una beca, fui a la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, España”, detalla.

La maestría la realizó el año pasado y lo peculiar de este curso es que no cuenta con un solo maestro de guitarra clásica o música de cámara, sino que reúne a seis de los mejores de Europa. “Allí encontré a todos mis referentes con los que alguna vez quise estudiar. Y eso fue genial porque de todos aprendí algo distinto y resultó enriquecedor para mí”, revela. 

Resalta que disfruta mucho del maravilloso ambiente de Sevilla, tanto a nivel humano como profesional, porque aglutina a alumnos de diferentes lugares del mundo. “La diversidad es muy buena, enriquece”, afirma. Al principio, el músico notaba y apreciaba la formación sólida de sus compañeros y pensó que el curso sería muy difícil. Pero cuando llegó el director de la maestría y el Festival de Guitarra de Sevilla, Francisco Bernier, lo invitó a tocar en el festival. 

Resultó que en el concierto, entre el público, se encontraba uno de sus maestros, un reconocido guitarrista francés. El joven ofreció a la audiencia temas de Mangoré, Ismael Ledesma y otros compositores paraguayos. “Al terminar el concierto, el maestro se acercó y me felicitó. Luego, en las clases, me siguió recalcando que le gustaba mi dominio escénico y la emoción que le imprimía a mis interpretaciones”. 

El artista considera que los profesores premiaron estas cualidades y su esfuerzo. Admite que, tal vez, no cuenta con la sensibilidad y el talento indispensables, pero asegura que es muy constante. “Tuve que trabajar muy duro para llegar al nivel óptimo. Se necesita de 1 % de talento y 99 % de esfuerzo y, principalmente, de tenacidad, confianza en uno mismo y ser muy constante en lo que se hace. Con esfuerzo y dedicación, uno puede llegar adonde quiere”. 

¿Esperaba ganar? “La verdad que no. Me puse muy contento”, responde. Después ya vino el dilema de qué temas grabar. Era una decisión muy grande, pero sus maestros lo encaminaron hacia la música de Agustín Pío Barrios. “Todos me conocían como el guitarrista que tocaba bien la música de Mangoré y eso fue decisivo, además de tratarse de un músico paraguayo”. 

El disco, que comenzará a grabar entre mayo y junio en Sevilla, contendrá entre 14 y 17 temas no muy conocidos de Agustín Pío Barrios. “La idea es ofrecer algo diferente al público”, adelanta. El material, titulado Oración como uno de los temas del disco, estará listo a finales de año. A su regreso pretende promocionar el material, y ofrecer conciertos como solista dentro y fuera del país y dedicarse a la enseñanza.

Para la anécdota

José Carlos Cabrera cuenta que su principal referente en guitarra clásica es la concertista Berta Rojas. En una oportunidad, ella lo escuchó tocar. Cabrera estaba por ir a estudiar a la Argentina. A la artista le llamó la atención su manera de interpretar, tanto que le ofreció en préstamo su guitarra, la que ella solía usar en sus conciertos. La utilizó los cuatro años que estudió en Buenos Aires hasta que pudo adquirir una. “Berta Rojas, además de ser excelente profesional, es una persona muy generosa”, resalta.

mpalacios@abc.com.py

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