Velerismo: La fuerza del viento

El velerismo está en su apogeo. En la ciudad de Encarnación, el 22 y 23 de noviembre, se realizará una competencia. Pablo Leiro, comodoro del Yacht Club Ypacaraí, cuenta los detalles del evento que reunirá a destacados internacionales en la Perla del Sur.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2074

Cargando...

Este deporte náutico consiste en completar un recorrido en el menor tiempo posible, desplazándose sobre el agua en embarcaciones llamadas veleros e impulsadas únicamente por la fuerza del viento sobre sus velas, siendo capaces de alcanzar grandes velocidades. “La navegación a vela, como deporte, puede ser de recreo o de competición”, explica Pablo Leiro, comodoro del Yacht Club Ypacaraí, donde existe una escuela de vela, a la que pueden asistir niños y niñas a partir de los 10 años de edad.

“Tenemos veleros de varias clases, en gran número a disposición de los asociados. Las inscripciones están abiertas durante todo el año y pueden acercarse a disfrutar de este deporte sano, que te conecta con la naturaleza”, expresa Leiro.

El Yacht Club Ypacaraí siempre fue muy activo y se destacó en esta disciplina. De hecho fueron los que introdujeron este deporte en el país, hace 40 años, destacándose, principalmente, en la clase Snipe, un tipo de vela reconocida por la Federación Internacional de Vela.

“No es una embarcación veloz; en la regata prima la táctica y tiene un valor formativo. Fue diseñado para vientos suaves, es una clase para todas las edades”, afirma el comodoro –persona que en los clubes náuticos está a cargo de inspeccionar y mantener las embarcaciones–.

Precisamente, en 1978, el Yacht Club Ypacaraí fue escenario del primer Campeonato Sudamericano de la Clase Snipe. El segundo Sudamericano, en el Paraguay, se desarrolló en 1981. “Seguimos las tendencias mundiales, eligiendo siempre los botes más adecuados a nuestro lago Ypacaraí”, revela Leiro.

Se sumaron las clases Hobie Cat 14, Láser, Optimist y Catamaranes. La competencia a realizarse en la ciudad de Encarnación, el 22 y 23 de este mes, será con la clase Láser. El velero Clase Laser Internacional es de un diseño de vela ligera y puede ser navegado por una o dos personas. “Participarán atletas de Posadas, Argentina”, anuncia el comodoro.

Para el deporte de vela, Encarnación es un semillero de futuros campeones. “Las condiciones son ideales, así que abrimos una escuela para que los niños, adolescentes o las personas interesadas en experimentar esta disciplina puedan hacerlo”, anuncia el vicecomodoro Oliver Gayet, quien navega desde los cuatro años. “Crecí con este deporte”, sostiene. “Me gusta el contacto con la naturaleza, con el agua, disfrutar del viento, que es lo que da vida a este deporte. Para mí, navegar es un escape y una terapia; cuando uno navega, está concentrado y se olvida del mundo. Se integra con el agua, el viento y el velero”, explica, momento antes de “una reunión de timoneles” para la regata que tuvo lugar el domingo pasado en el Yacht Club Ypacaraí.

¿A qué se enfrentan los regatistas? Pues como dijo Oliver Gayet, al viento, que es “el alma” de esta actividad. Se enfrentan a las condiciones meteorológicas cambiantes y, de acuerdo a ellas, deben planificar estrategias para adelantarse a los competidores. “Dependiendo de la dirección del viento emplean tácticas distintas”, dice Gayet.

Esas indicaciones le escuchamos dar a los regatistas que se reunieron el fin de semana pasado para competir en la clase Catamarán. El catamarán es, en la actualidad, el barco más rápido y emocionante. Su mejor cualidad es alcanzar una gran velocidad con poco viento, ideal para descubrir las sensaciones que puede aportar la vela. Además, esta velocidad se consigue con mástiles sencillos que, junto con la estabilidad que proporcionan sus dos cascos, hacen del catamarán un barco especialmente seguro.

En realidad, hay veleros de muchos tipos, y el tamaño, la forma y el peso de la vela influyen en su rendimiento. Algunos están diseñados para alcanzar grandes velocidades y cambiar de rumbo rápidamente en las regatas cortas; otros, para soportar cruceros largos y arduos. Pero lo que más se ve en nuestro país es el Láser, Optimist y Catamaranes.

Leiro reitera la invitación para disfrutar de este deporte. “No es necesario que cuenten con un velero. En la escuela disponemos para los que quieran aprender. Estamos comenzando con niños de 10 años, con la clase Optimist. Arrancan con un curso de iniciación en el que aprenden las partes del barco, la navegación básica, los rumbos básicos, cómo se llaman las velas, la orza, el timón, etcétera. Es aprender a llevar el barco y los rumbos. Es un deporte que ayuda a los niños y niñas a madurar, porque cuando van solos en el barco, tienen que aprender a resolver problemas como llegar al muelle en caso de mal tiempo. Desarrollan destrezas fabulosas, entre ellas la toma de decisiones, que luego repercuten en la madurez”, explica.

Durante el curso va el instructor dentro del barco. Algunos se sienten listos y pasan al siguiente curso. De ahí saltan a una segunda etapa; ya el chico o joven va en el barco solo o en pareja con otro alumno. Y se van turnando: uno maneja velas y otro, el timón. Así se aprende a navegar. “En este entorno, navegar es realmente hermoso”, sostiene Leiro.

Verdaderamente, la vista que ofrece el Yacht es maravillosa. Está ubicado en la compañía Patiño, de Areguá, situada sobre la ruta que une Areguá con Ypacaraí. Allí, el contacto con la naturaleza invita al relax, a la navegación. El club cuenta con habitaciones para que los alumnos puedan quedarse, en caso de que los interesados no puedan realizar viajes largos. “Pueden quedarse con algún familiar si prefieren. Contamos con instructores competentes; además, las instalaciones son ideales para la realización de campamentos, retiros”, afirma.

Puede asociarse o ir como invitado y disfrutar de un sabroso desayuno en la galería de la sede, frente al lago. La piscina también invita al descanso. “Tenemos hangares para los veleros, así como personal especializado y embarcaciones de apoyo para lo que sea necesario”, expresa Leiro.

También disponen de un amplio salón climatizado para cualquier tipo de eventos náuticos o empresariales, jornadas de capacitación, bodas, quinceaños, almuerzos de fin de año, servicio de cantina, mucama, y un amplio jardín de más de 5 ha, arborizado con especies autóctonas y exóticas.

Y lo que es mejor: la practica de vela, por supuesto. El vicecomodoro Oliver Gayet dice que mientras la Seam permita la navegación a vela en el lago Ypacaraí, van a seguir disfrutando de este deporte, acá y en el Sur. “Vamos a tener invitados de Argentina; será un encuentro competitivo”, asegura. Ahora, ¿qué se necesita para que se desarrolle la cultura de navegación en el país? Pues apoyo del Estado, como en todas las disciplinas. Y cambiar la mentalidad de que es un deporte inaccesible. Si bien tiene su costo, hay que verle el lado positivo: no consume gasolina y solo se cambia la vela una vez cada dos o tres años, en caso de querer competir. Una vela puede durar 10 años. Los costos son normales, de competencia. El deporte de vela menor y sus veleros no son artículos suntuosos, sino elementos deportivos de competencia.

¿De dónde viene? Recién en el siglo XIX aparece como deporte de recreo. En 1851, este deporte se extendió ya lo suficiente como para crear la primera competición internacional, que, posteriormente, fue conocida como Copa América. Y es a finales de este siglo, nace una nueva vertiente: la de competición, incluso convirtiéndose en deporte olímpico.

En Paraguay, se práctica desde hace 40 años y los directivos del YCY, van a celebrar como corresponde: con eventos sociales y con regatas, por supuesto. "Estamos organizando una regata nacional, con 40 embarcaciones, y otra internacional, con invitados de Corrientes, Posadas y Foz de Yguazu, para marzo del próximo año. 40 años de vela en el país, hay que celebrar", puntualiza Leiro.

 ndure@abc.com.py 

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...