¿Va bien la relación?

A lo largo de los meses y los años, los vínculos amorosos sufren altibajos y encontronazos naturales que los ponen a prueba y, a menudo, los fortalecen.

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Pero a veces la intensidad o frecuencia de los conflictos o desavenencias impulsa a la pareja a preguntarse si vale la pena seguir adelante. "Al principio todo iba fenomenal, pero últimamente algo no va bien. Ahora, a veces, nos separan enormes distancias, abismos y silencios… ¡no sé qué hacer!", se quejaba Ernesto Javier.

Testimonios como estos, muy frecuentes en las consultas de los psicoterapeutas de pareja, ponen en evidencia la encrucijada que atraviesan algunas uniones que parecen haber entrado en un cono de sombras, que las impulsa a preguntarse: ¿Qué es lo que nos ocurre? ¿Nuestra relación realmente funciona y es satisfactoria?

Peleas habituales. Dificultades sexuales. Rutina y aburrimiento. Relaciones tóxicas. Expectativas diferentes. Conflictos domésticos… Ante estas realidades el "día a día" de muchas parejas suele oscilar entre el cielo y el abismo, que les confunden y les dificultan ver su situación y tomar decisiones.

Hay que decidir qué hacer, y además ¡cuanto antes! "La salida depende de cada situación; una de las tácticas más eficaces para aclararse y salir de la disyuntiva, y tener presente las opciones de que se dispone, consiste en analizar cuidadosamente la realidad que vive aquí y ahora la pareja, en lugar de la que le gustaría tener o la que tuvo alguna vez",  señala la experta en conflictos y conciliación, Carmen Retuerce.

"Hay que comprobar si la relación significa lo mismo para los dos; puede que para uno, la pareja equivalga a ‘estabilidad y comprensión’; mientras que para el otro, la pareja sea sinónimo de ‘pasión, aventura, vivir al día’", comenta la experta. Para esta especialista, si no hay intereses u objetivos que se puedan compartir, habría que preguntarse si merece la pena seguir juntos. Es el caso de los "noviazgos eternos", en los que la expectativa de uno de consolidar la relación casándose o viviendo juntos choca con la falta de compromiso del otro.
"En cambio, cuestiones como los problemas de comunicación, las desavenencias sexuales, la falta de estímulos y la rutina, con las que tropiezan todas las parejas, pueden resolverse sobre la marcha, sin llegar a la ruptura", según Retuerce. También opina que, a veces, "es útil tomar distancia de la situación y mantener una separación temporal para darse un tiempo para pensar si se quiere o no continuar con la relación y así poder ver las cosas con perspectiva para aclararse y decidir".

Si después de analizar la situación uno de los miembros de la pareja constata que está con una persona "tóxica", según la psicoterapeuta, "hay que abandonar la relación sin mayor pérdida de tiempo porque resultará cada vez más perjudicial".

"Una persona ‘tóxica’ es aquella que quiere poseer nuestro amor en exclusiva, nos infecta con su negatividad, nos aflige con su actitud o no nos deja crecer, o quien no se muestra contenta con nuestros  éxitos, pone barreras a nuestros esfuerzos para ser feliz o que, como norma habitual, trata de vencernos, disgustarnos, dañarnos o desanimarnos", matiza esta experta en conflictos.

Pensando soluciones

Para decidir si vale la pena continuar con la relación o conviene terminarla, los psicólogos aconsejan hacerse algunas preguntas clave: ¿Estoy dispuesto a hacer todo lo posible para resolver los conflictos? ¿Si pongo fin a la relación tendré posibilidades de establecer un nuevo vínculo sentimental con otra persona? ¿El deterioro de la relación se debe más a motivos prácticos de convivencia que a razones emocionales, como la falta de amor, cariño o pasión? ¿Los beneficios de seguir con la relación superan a sus costes?

De todos modos –según Retuerce– "antes de dejar el vínculo, hay que intentar solucionar los problemas, de lo cual puede salir reforzada la relación". La mayoría de las parejas tropiezan con problemas similares, que se transforman en bolas de nieve que aplastan la relación si progresan pero pueden solucionarse si se atajan al principio, dialogando y trabajando juntos.

"Ante la falta de comunicación, hay que aprender a escuchar e informar de forma adecuada, interesándose en lo que diga el otro, sin remontarse al pasado ni recurrir a generalizaciones, sin quejarse ni leer los pensamientos del otro", dice la especialista.

Otro punto que causa roces es el reparto de las tareas domésticas. Por ello, según Retuerce, "es aconsejable que colaboren los dos, analizando primero qué tareas de orden y limpieza gustan más o menos a cada uno y cuáles detestan y después distribuyendo el trabajo, respetando la manera de hacer de cada uno".

"También es fundamental dedicar un tiempo a cuidar la relación, fomentando algunos intereses compartidos y otros individuales, y evitando caer sistemáticamente en la inactividad y en el exceso de televisión", señala Carmen Retuerce.

Para cuando los conflictos se producen en la cama, la experta propone una acción directa: "Hay que hablar claramente sobre las preferencias, fantasías y frecuencias sexuales, sin pudores ni tapujos; muchas veces la falta de deseo obedece a una falta de conocimiento de las necesidades mutuas. Todo está permitido, siempre que ninguno se vea obligado a hacer lo que no le apetece".

Para finalizar, la experta comenta que "si los problemas de pareja se deben a la rutina y aburrimiento, hay que tener presente que después del estado de gracia inicial, o enamoramiento, que dura de cinco meses a dos años, suelen aparecer la rutina y el tedio. Darse mutuamente pequeñas sorpresas y seguir descubriendo las facetas del otro pueden ser buenos remedios para la apatía y la desgana".  
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