Una princesa madura

Madre, heredera y más linda que nunca. La princesa Victoria de Suecia demostró en la entrega de los Nobel que está en uno de los momentos más estables de su vida junto a su marido, Daniel Westling, y su hija, Estelle. Su magnífica madurez es prueba de que cerrados quedan ya capítulos más turbulentos de su biografía, como la anorexia.

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Un año más, la casa real de Suecia dio muestras de ser capaz de organizar la mayor y más internacional de las fiestas de la cultura y la ciencia. Los Premios Nobel son una ocasión para reunir a la flor y nata de la elite intelectual y científica, pero en esta ocasión también fue una cita que dio muestra del estable momento que vive la corona sueca.

Vestida de rigurosa gala, la princesa heredera Victoria (14 de julio de 1977) eligió para la ceremonia un look formado por un traje de gala verde esmeralda de lentejuelas firmado por Elie Saab y acompañado por una tiara aderezada con cuatro flores en piedras preciosas, que hacía resaltar su estilizada figura, ya totalmente recuperada de su primer embarazo.

Un collar en tonos verdes y blancos conseguía que el rostro de la princesa resplandeciera aún más, como muestra de que la heredera al trono sueco se encuentra en uno de sus mejores momentos.

La llegada de su primera hija Estelle (Estela), el 23 de febrero pasado, ha coronado los muchos años de esfuerzo de la princesa, esmerada en su formación académica como heredera al trono, y que ha tenido que superar la anorexia y convencer a la opinión pública y a su padre a que aceptaran su relación con el que fue su entrenador personal, Daniel Westling.

Victoria de Suecia está en su mejor momento y no necesita esforzarse en demostrarlo. Y es que la única mujer heredera a un trono europeo ha conseguido con mucho esfuerzo todo lo que se ha propuesto.

Bajo los focos

La presión mediática y la controversia han estado ligadas a la princesa desde su nacimiento. Entonces, las mujeres no podían acceder al trono sueco, por lo que se decidió redactar una nueva ley de sucesión que igualara a hombres y mujeres, una auténtica revolución en aquella época (1979), convirtiéndose así en la única heredera a un trono europeo.

Victoria de Suecia fue educada en un colegio público, al igual que sus hermanos, los príncipes Magdalena y Carlos Felipe, por expreso deseo de sus padres. Pero, al cumplir 20 años, inició un estricto programa de formación que la preparara para su futuro papel de monarca.

La formación incluyó un programa de estudios en las oficinas del Gobierno sueco y programas sobre comercio, industria y agricultura, ciencias sociales y asuntos exteriores, entre otras actividades. Incluso, tuvo que seguir programas de formación militar en el Centro Internacional de las Fuerzas Armadas Suecas (SWEDINT).

La formación de la corona sueca es muy estricta, una actividad que Victoria de Suecia se vio obligada a combinar con su propia agenda de actos oficiales desde su mayoría de edad, que incluye representar a su padre en aquellas ocasiones que el rey de Suecia aconseja.

Fue precisamente la presión de las tareas representativas combinada con el exceso de estudios lo que contribuyó, según indicaba en un comunicado la propia casa real sueca, a que la princesa heredera sufriera anorexia a finales de 1997.

La extrema delgadez de la joven princesa generó todo tipo de comentarios, que obligaron a sus padres a confirmar la enfermedad a través de un portavoz de la casa real. Pero Victoria pronto consiguió superar esta enfermedad con ayuda profesional y una temporada lejos de la atención pública.

Su príncipe

Una vez superado ese capítulo, la joven tampoco tuvo fácil que sus padres aceptaran a su príncipe azul, Daniel Westling, un joven de origen humilde y su entrenador personal, al que su padre, el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, y la opinión pública no terminaban de aceptar.

Más de siete años tardó en convencerles no solo de que era el hombre de su vida, sino de que estaba totalmente capacitado para desempeñar la labor de consorte real.

Para agradecer a su padre la confianza que depositó en ellos, la pareja se casó el mismo día y en el mismo escenario –la Catedral de San Nicolás– en que contrajo matrimonio con su madre, la reina Silvia.

Estocolmo se engalanó para la ocasión, y los príncipes ofrecieron una boda en la que ambos derramaron lágrimas y derrocharon amor, y que quisieron que fuera respetuosa con el medioambiente, por lo que no se permitió tirar globos, confeti ni fuegos artificiales. Victoria de Suecia agradeció la confianza a su marido: “Gracias, Suecia, por haberme dado a mi príncipe”.

Estelle

El nacimiento de la pequeña Estelle en febrero de este año vino a confirmar la felicidad de la joven pareja, que se ha adaptado con total normalidad a las obligaciones de los futuros herederos.

Además, la pequeña ha venido con un pan debajo del brazo, ya que la hermana de Victoria, la joven princesa Magdalena, ha anunciado su compromiso. Y es que, tras algún que otro altibajo, la vida de Victoria de Suecia ha sido una auténtica historia de princesas de cuento.

En 1997, la casa real comunicó que padecía anorexia, una enfermedad que ha superado totalmente.

Le costó más de siete años que su padre, el rey Carlos Gustavo de Suecia, y la opinión pública aceptaran su matrimonio con Daniel Westling.

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