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El murmullo del Aquidabán Nigüi fue testigo de aquel episodio épico. El agua corre cristalina entre una densa vegetación, abriéndose paso entre helechos y alimentándose de las surgentes. Las pequeñas cascadas se suceden con el susurro y el canturreo, y rompen el silencio.
Estando en ese lugar no es difícil imaginar que las aguas que corrían allí aquel 1.° de marzo de 1870 lavaran la sangre de las heridas del Mariscal. Tampoco es difícil imaginarse que madame Elisa Alicia Lynch derramara allí un torrente de lágrimas antes de dar cristiana sepultura a su compañero, Francisco Solano López, y a su hijo, el coronel Panchito López.
Desde el monumento donde están todas las placas cargadas de reconocimiento y escritas con heroísmo se ve ondear la bandera paraguaya. Es la más altiva de las enseñas en una enorme meseta rodeada de cerros de las más diversas formas y figuras que toman el color del horizonte.
A sus pies, un guayabo cargado de frutas llena con su aroma el aire que respiramos y esparce sus frutas maduras sobre los senderos de la plazoleta. Unos pasos más atrás, la gran cruz del Mariscal con la lápida de su tumba y la roca con la cual madame Lynch había señalado la ubicación.
Este año, el parque luce un nuevo monumento alegórico con los símbolos del regimiento Acá Carayá que acompañó a Solano López durante la Guerra Grande. Lo moderno y lo nuevo se confunden con la infraestructura que tenía anteriormente, tras los trabajos de remodelación y revitalización que se realizaron durante dos años.
El sitio cuenta con una nueva infraestructura para las visitas, actos protocolares y para acampar. Su vegetación invita a descubrir especies de la flora y la fauna nativas con la práctica del senderismo. El Parque Nacional Cerro Corá es uno de los más importantes de la Región Oriental y es quizás el de mayor simbolismo para los paraguayos. Es como el altar de la patria. Cuenta con una extensión de 5.538 ha, aunque inicialmente se trataban de unas 12.000 ha.
Cargado de historia
De acuerdo con los datos históricos, luego de cinco años de desarrollo de la Guerra contra la Triple Alianza, Solano López llegó hasta Cerro Corá un 14 de febrero de 1870 con lo que le restaba de los cien mil hombres del ejército paraguayo al comienzo de la contienda: Apenas 409 combatientes, entre mujeres, niños y soldados.
Estos datos constan en los documentos del Museo del Parque, según reporte de nuestro corresponsal en Pedro Juan Caballero, Cándido Figueredo. Once días después de su arribo y establecimiento del campamento en Cerro Corá, el 25 de febrero, el Mariscal reunió a todos sus oficiales y, sentado en la única silla del cuartel, les comunicó su decisión de pelear hasta morir, pues el enemigo se estaba acercando.
Todos los que lo acompañaban recibieron la “Medalla del Amambay”, elaborada con trozos de metal grabados a cuchillo, pues ya no había medallas propiamente dichas. Como tampoco tenían cintas de la tricolor, utilizaron un “trozo rojo y gualda (amarillo) de alguna tienda española. Elisa Lynch había confeccionado las condecoraciones, que el Mariscal fue colgando una a una en los rotos uniformes. Era la última ceremonia solemne del viejo Paraguay”.
Los mismos documentos del museo mencionan que, en las primeras horas del 1.º de marzo, las tropas brasileñas, al mando del general Correia da Cámara, a quien el Brasil considera “héroe de la Guerra del Paraguay”, pues fueron sus tropas las que atacaron el último campamento de Cerro Corá con una fuerza veinte veces superior a las de López. Estaban a caballo y muy bien armados.
El ataque de los brasileños fue desastroso para los paraguayos, que se encontraban debilitados y hambrientos.
Conforme a los datos históricos recabados en el museo de Cerro Corá: “El coronel brasileño Silva Tabares y su guardia, atraídos por su uniforme, se lanzan contra el Mariscal, que los enfrenta montado en un bayo flaco y armado solamente de su espadín”.
En un momento dado, el mariscal López ordenó al coronel Panchito López, de apenas 17 años, que protegiera a su madre y sus hermanos menores. Pero su hijo fue interceptado por las fuerzas aliadas que le exigieron rendición. “Un coronel paraguayo no se rinde” fue su respuesta al momento de ser abatido por los brasileños. Su tumba hoy se encuentra en Cerro Corá en el mismo lugar donde cayó en defensa de la patria.
El Mariscal fue derribado a orillas del río Aquidabán Nigüi y, tras su célebre frase “Muero con mi Patria”, fue muerto por las tropas brasileñas terminando así la cruenta guerra.
Las mejoras en el Parque Nacional, que adquirió un nuevo rostro, fueron realizadas en el año del Bicentenario de la Independencia y ahora invita a ser redescubierto y disfrutar de su exuberante naturaleza al amparo de un sitio cargado de historia y heroísmo, que no puede más que despertar el orgullo de los paraguayos.
Los monumentos
El Parque Nacional de Cerro Corá incluye varios monumentos como la Gran Cruz del Mariscal López, el Monumento a los Caídos, la tumba del coronel Panchito López. Un museo de la historia de la guerra y el callejón histórico, donde se hallan los bustos y los nombres de los oficiales caídos: Pbro. B. Adorno, general José María Aguiar, Pbro. José de la Cruz Aguilar, capitán Francisco Argüello, coronel Juan de la Cruz Ávalos, coronel Luis Caminos, coronel Gaspar Estigarribia. También están los del teniente Agustín Estigarribia, Pbro. Francisco Espinoza, sargento mayor José Miguel Gauto, coronel Dionisio Lirios y sargento mayor Ascensión López. La galería se completa con los bustos del capitán Benigno Ocampos, alférez José Ortigoza, Tte. Cnel. Vicente Ignacio Ortigoza, Gral. Francisco Roa, el del vicepresidente Francisco Sánchez, el subteniente Agustín Sebbato, Mcal. Francisco Solano López y, por supuesto, del Cnel. Juan Francisco “Panchito” Solano López.