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La muy asunceña iglesia de San Francisco de Asís es uno de los hitos arquitectónicos del paisaje edilicio de la capital paraguaya; más de un siglo de presencia en la ciudad y en la manifestación religiosa de los asunceños bien justifica un acercamiento a ella, en momentos en que requiere de la atención generosa de la feligresía católica.
La historia de los religiosos franciscanos arranca prácticamente de los primeros años de la del país. Luego de la expulsión de los religiosos y clausura de los conventos ordenados por el Dictador Rodríguez de Francia, varias décadas después, en 1882, regresan los misioneros a hacerse cargo de las tareas evangelizadoras en nuestro país. El 8 de marzo de aquel año se adquirió una propiedad, entonces un baldío, prácticamente en los arrabales de la ciudad hoy, pleno centro, en Herrera y Caballero. En este sitio se construyó un modesto edificio, para sede de la Comisaría de Tierra Santa, al que se adosó un pequeño oratorio, dedicado a San Francisco de Asís.
Un poco de historia
En los últimos años del siglo XIX, se decidió construir un templo de mayores dimensiones, para atender a una feligresía que iba creciendo rápidamente, regada por la presencia de numerosas familias de inmigrantes, entre ellos catalanes e italianos. En años posteriores, el barrio fue poblándose con familias de origen árabe que profesaban la religión cristiana.
El constructor a quien se le encargó la edificación del nuevo templo fue el maestro Cristóbal Peris, que, además construyó varias viviendas de los alrededores. El nuevo templo debía tener 33,40 m de largo, 9,5 de ancho y 10 de alto.
La piedra fundamental se colocó el 30 de mayo del último año del siglo XIX, 1899. La construcción de la obra no conoció de interrupciones, solo de trabajo continuo. Poco más de un año después de iniciada, se habilitó para el culto católico por el obispo diocesano, monseñor Juan Sinforiano Bogarín, el 28 de octubre de 1901. Fueron padrinos de honor don Francisco Villamil y doña Silvia Cordal de Gill.
La culminación total de la obra fue en 1908 y fue solventada, en su totalidad, por la feligresía, los servicios de los frailes y algún fondo proporcionado por la Comisaría de Tierra Santa.
Fueron entronizadas en el templo varias imágenes, como las de San Francisco, San Antonio, San Francisco Solano y la Purísima Concepción de María.
Un llamado a la feligresía franciscana
A más de un siglo de construido, el templo requiere de urgentes trabajos de restauración. Actualmente se ve afectado por problemas derivados del paso del tiempo. El techo del edificio la zona más dañada, cuyas cabriadas y otros elementos de madera se encuentran deteriorados, está seriamente afectado por el ataque de termitas. Esta condición detectada tiempo atrás y con alguna intervención transitoria persiste a la fecha en que ya se encuentra en una situación crítica.
En estos momentos el conjunto del techo está perjudicado: cabriada, vigas y contravigas, cumbreras, alfajías y tirantes, además de la estructura del campanario de la fachada. Se observa también, un desplazamiento muy pronunciado en la primera cabriada sobre el coro y otros desprendimientos interiores por encima del cielorraso (hecho con tablillas de madera con mezcla), que también necesita de reparación, y que se ve estrechamente vinculado al techo, ya que está sujeto a una estructura de madera, suspendida directamente de las cabriadas.
El interior del templo también requiere de composturas urgentes: el retablo colocado en 1904 y que fuera traído de España como los pilares y la instalación eléctrica requieren de urgente atención. Similar circunstancia afecta a la casa parroquial y el sector comunitario de los curas franciscanos.
Para enfrentar el desafío de reparar íntegramente el edificio, se conformó una comisión ejecutiva integrada por las comunidades neocatecumenales, del rosario, de la pastoral y otros parroquianos, quienes, con la cooperación de reconocidos profesionales, están diagnosticando, evaluando y recomendando las soluciones que se implementarán a corto plazo para luego ser presentados a las instituciones pertinentes para su aprobación y, posteriormente, abocarse de lleno a la obtención de fondos privados o del Estado, para el costeo de las obras.
Toda esta tarea está enmarcada en el proyecto "Rescatemos San Francisco de Asís", buscando mover conciencias y voluntades para la reparación total del centenario edificio. Es momento que los parroquianos de San Francisco pongan hombro con hombro y lleven adelante esta plausible empresa. Antes de que sea tarde.
La historia de los religiosos franciscanos arranca prácticamente de los primeros años de la del país. Luego de la expulsión de los religiosos y clausura de los conventos ordenados por el Dictador Rodríguez de Francia, varias décadas después, en 1882, regresan los misioneros a hacerse cargo de las tareas evangelizadoras en nuestro país. El 8 de marzo de aquel año se adquirió una propiedad, entonces un baldío, prácticamente en los arrabales de la ciudad hoy, pleno centro, en Herrera y Caballero. En este sitio se construyó un modesto edificio, para sede de la Comisaría de Tierra Santa, al que se adosó un pequeño oratorio, dedicado a San Francisco de Asís.
Un poco de historia
En los últimos años del siglo XIX, se decidió construir un templo de mayores dimensiones, para atender a una feligresía que iba creciendo rápidamente, regada por la presencia de numerosas familias de inmigrantes, entre ellos catalanes e italianos. En años posteriores, el barrio fue poblándose con familias de origen árabe que profesaban la religión cristiana.
El constructor a quien se le encargó la edificación del nuevo templo fue el maestro Cristóbal Peris, que, además construyó varias viviendas de los alrededores. El nuevo templo debía tener 33,40 m de largo, 9,5 de ancho y 10 de alto.
La piedra fundamental se colocó el 30 de mayo del último año del siglo XIX, 1899. La construcción de la obra no conoció de interrupciones, solo de trabajo continuo. Poco más de un año después de iniciada, se habilitó para el culto católico por el obispo diocesano, monseñor Juan Sinforiano Bogarín, el 28 de octubre de 1901. Fueron padrinos de honor don Francisco Villamil y doña Silvia Cordal de Gill.
La culminación total de la obra fue en 1908 y fue solventada, en su totalidad, por la feligresía, los servicios de los frailes y algún fondo proporcionado por la Comisaría de Tierra Santa.
Fueron entronizadas en el templo varias imágenes, como las de San Francisco, San Antonio, San Francisco Solano y la Purísima Concepción de María.
Un llamado a la feligresía franciscana
A más de un siglo de construido, el templo requiere de urgentes trabajos de restauración. Actualmente se ve afectado por problemas derivados del paso del tiempo. El techo del edificio la zona más dañada, cuyas cabriadas y otros elementos de madera se encuentran deteriorados, está seriamente afectado por el ataque de termitas. Esta condición detectada tiempo atrás y con alguna intervención transitoria persiste a la fecha en que ya se encuentra en una situación crítica.
En estos momentos el conjunto del techo está perjudicado: cabriada, vigas y contravigas, cumbreras, alfajías y tirantes, además de la estructura del campanario de la fachada. Se observa también, un desplazamiento muy pronunciado en la primera cabriada sobre el coro y otros desprendimientos interiores por encima del cielorraso (hecho con tablillas de madera con mezcla), que también necesita de reparación, y que se ve estrechamente vinculado al techo, ya que está sujeto a una estructura de madera, suspendida directamente de las cabriadas.
El interior del templo también requiere de composturas urgentes: el retablo colocado en 1904 y que fuera traído de España como los pilares y la instalación eléctrica requieren de urgente atención. Similar circunstancia afecta a la casa parroquial y el sector comunitario de los curas franciscanos.
Para enfrentar el desafío de reparar íntegramente el edificio, se conformó una comisión ejecutiva integrada por las comunidades neocatecumenales, del rosario, de la pastoral y otros parroquianos, quienes, con la cooperación de reconocidos profesionales, están diagnosticando, evaluando y recomendando las soluciones que se implementarán a corto plazo para luego ser presentados a las instituciones pertinentes para su aprobación y, posteriormente, abocarse de lleno a la obtención de fondos privados o del Estado, para el costeo de las obras.
Toda esta tarea está enmarcada en el proyecto "Rescatemos San Francisco de Asís", buscando mover conciencias y voluntades para la reparación total del centenario edificio. Es momento que los parroquianos de San Francisco pongan hombro con hombro y lleven adelante esta plausible empresa. Antes de que sea tarde.