Un héroe norteño

A pesar de tener 102 años, Cleofe Centurión tiene vivas en su memoria las anécdotas de sus días de lucha en la Guerra del Chaco y hoy las cuenta desde su natal Concepción. En su relato insiste en que el agua era uno de los tesoros más preciados por los soldados paraguayos.

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Cleofe Centurión nació en Concepción, 470 km al norte de Asunción. En sus calles creció e hizo sus primeros amigos. Cuando tuvo la edad requerida, fue a cumplir con el servicio militar obligatorio en la capital del primer departamento, como cualquier joven respetuoso de las costumbres y luego volvió a su casa, con el objetivo de trabajar, casarse y formar una familia. Pero cuando cumplió 21 años, se desató la guerra entre nuestro país y Bolivia. El joven, sin dudar, se presentó al frente de batalla.

En ese momento, su hermano Telmo estaba como conscripto en Concepción y también fue a la guerra. Cleofe fue con la ilusión de encontrarlo y defender juntos al país. Sin embargo, las cosas no eran como esperaba y se reencontraron recién tres años y nueve días después.

De las varias anécdotas que vivó en la línea de combate, don Cleofe −quien llegó a ascender a cabo segundo− hizo énfasis en que el agua era muy preciada por los combatientes. A pesar de que se les hacía llegar, nunca era suficiente porque el calor era intenso en el árido Chaco y conseguirla se hacía cada vez más difícil. Los comandantes enviaban a los soldados a traer agua acumulada en pequeños tajamares ubicados en las cercanías de sus campamentos.

En uno de los días en que estaban en la línea de combate pasaron dos soldados que traían el líquido vital en recipientes, desde una zona cercana donde había una aguada. Uno de sus camaradas estaba con mucha sed y ya casi lánguido, por lo que don Cleofe les alteó y les dijo que dieran un poco de agua a su compañero. Estos se negaron a hacerlo porque debían llevar la carga a otro sitio; entonces, Cleofe le dijo a uno de ellos que diera a su compañero el agua o de lo contrario él les dispararía, el soldado no tuvo opción y les dejó casi medio litro, todo un lujo para el momento. Pero nuestro héroe aclaró que “no lo iba a matar, solo lo hice en forma intimidatoria, porque no podía dejar que mi compañero muera de sed”.

Son varias las anécdotas que se sucedieron durante los años que duró la contienda. “La comida no faltaba”, indicó. También rememoró que cuando encontraban huellas de animales y en estas se juntaban agua, la bebían con bombilla; asimismo, cuando pasaban por una zona donde había agua, sus compañeros que ya tenían mucha sed mojaban un pedazo de tela y la ponían sobre su estómago.

Herido

Durante la contienda contra Bolivia, Cleofe fue herido en el muslo izquierdo en un asalto a un campamento boliviano en Aliguatá. Al quedar herido, sus superiores ordenaron que lo llevaran al Hospital de Isla Po’i, en el que recibió atención médica. Posteriormente, llegó en tren a Puerto Casado y desde ese lugar en una embarcación llegó al puerto de Concepción, donde estuvo un mes y después fue trasladado a Asunción, donde finalmente fue operado, rememoró.

Indicó que luego de recuperarse fue derivado al cuartel instalado en Concepción, donde luego de una discusión con un teniente fue enviado de vuelta al Chaco. Como en su foja figuraba que fue herido, lo quisieron dejar como camillero en el hospital montado en Puerto Casado, pero se negó a hacerlo y nuevamente fue designado para defender a la patria en el campo de batalla, por más de un año.

En 2007, don Cleofe recibió la condecoración “Cruz del Defensor”, otorgada por el Ministerio de Defensa Nacional y en 2011 fue reconocido por autoridades locales como “Héroe concepcionero de la Guerra del Chaco”. Tiene 10 hijos, 47 nietos, 66 bisnietos y un tataranieto. Quedó viudo en 1974 y no se volvió a casar.

Ganas de vivir

Don Cleofe Ramón Centurión Laguardia recordó con sorprendente lucidez que nació en la compañía Laguna Cristo Rey, distrito de Concepción, el 9 de abril de 1911 y desde muy joven trabajó en las estancias de la zona. Desde hace algunos años tiene problemas de audición, se moviliza ayudado por un bastón y perdió la visión de uno de sus ojos. Sus familiares mencionaron que duerme entre las 19:00 y 19:30 y se despierta a las 05:30, todos los días. Además, destacaron su lucidez y ganas de viajar. Para mantenerse, la dieta de don Cleofe se basa en carne, huevo, leche, miel de abeja y jugo natural.

ajrojas@abc.com.py 

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