Tocar el cielo con las copas

Si espera leer algo sobre vinos, esta no es la nota. Si además del vino le gusta conocer alguna impresión sobre los lugares en los que se produce, puede asomarse a esta ventana abierta a viñedos y bodegas de Mendoza.

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Son generalidades y algunos que otros detalles curiosos. ¿Puede gustar más un viñedo o una bodega que los vinos? Difícil. Pero comer en medio de las plantaciones de uvas, allí, en ese momento, tiene tanto valor como una buena botella.

Ir, llegar y estar en Mendoza, la provincia argentina hecha mayormente de uvas y bodegas, tiene por supuesto su costo. Comencemos por ahí para no ahogarnos en el romanticismo de los varietales (la RAE dice que la palabra varietal no está registrada en su diccionario, pero en otros diccionarios dice que eso significa, por ejemplo, el “carácter aromático de un vino en el que predomina el aroma de una determinada variedad” de uva). Un vuelo Asunción-Mendoza puede costar, ida y vuelta, entre USD 350 y 450, dependiendo de la combinación aérea que uno haga, ya sea a través de escalas en Buenos Aires, Córdoba o Santiago de Chile. Hay bastante oferta para ese destino. Es posible, por ejemplo, salir a media mañana de Asunción y llegar para almorzar, alrededor de las 14:00, en algún restaurante mendocino. El aeropuerto está a unos 10 km del centro, hasta donde un taxi puede costar entre 200 y 300 pesos (entre G. 32.000 y 48.000 al cambio actual).

Un almuerzo o una cena, una media de 700 pesos (G. 112.000) por persona, ya con una botella de vino de por medio. Hoteles hay para todos los gustos y con precios muy favorables para los paraguayos. Ya es solo cuestión de elegir lo que mejor calce al bolsillo o al presupuesto.

Tranquila

En general, Mendoza es una ciudad muy tranquila, de día y de noche, con casi toda la gente trabajando. Es lo que uno deduce, pues hay muy poca gente “viviendo” de la calle. En el centro, los pobladores se movilizan muy temprano para ir a trabajar. Hay distintos tipos de transportes públicos circulando por las amplias avenidas mendocinas, que son muy ordenadas y regulares.

Si terminan en alguna parte, lo hacen en una de las plazas o parques, pero continúan del otro lado, sin sorpresas o posibilidades de extraviarse. Hay avenidas peatonales y otras muy comerciales, siempre llenas de gente, y con una gran variedad de ofertas en restaurantes y hoteles.

Ese es el centro, muy bonito y ordenado, pero la verdadera riqueza de Mendoza, de la provincia en este caso, está a las afueras de la capital, comenzando a pocos kilómetros, prácticamente en la siguiente localidad: Luján de Cuyo, que si uno mira el mapa, le dirá que está a unos 35 km de Mendoza capital. Allí, a un paso, ya están los viñedos y las bodegas, muchas de las más tradicionales. Son cientas y cientas de hectáreas de cultivos y decenas de unidades industriales al alcance de cualquier visitante.

Excursiones

Se pueden adquirir, incluso de antemano por internet, boletos para excursiones guiadas, que son muy buenas y cuestan alrededor de 800 pesos (G. 128.000 por persona). Puede visitar, en un tour que dura toda la mañana y la tarde, hasta cinco bodegas de localidades como Luján de Cuyo, Maipú y Valle de Uco, el nuevo espacio conquistado por las uvas en el desierto de los Andes. Ese precio no incluye el derecho a visitas guiadas por viñedos y bodegas; eso lo establece cada industria vitivinícola, y puede costar entre 300 y 400 pesos (G. 48.000 y 64.000). Tampoco incluye el almuerzo, que uno elige en qué bodega servirse y puede decidir entre dos o tres menús previamente determinados por estas, ya sea con vinos también preestablecidos o con botellas a elección. Cada cosa y cada gusto, por supuesto, tienen su propio costo.

Lo que no tiene precio es sentarse a comer en medio de los viñedos, ya sea en mesas situadas en el “patio”, los corredores, bajo pequeños toldos casi en contacto directo con las uvas, o en salones refrigerados, para mirar por las amplias ventanas cómo reverdecen las plantas de las uvas (dependiendo de cuándo uno haga la visita) o cómo se desarrolla la vendimia (en esta época de verano están en plena cosecha, lo que es un espectáculo aparte).

Hay excursiones más exclusivas para otras comarcas “vineras” de la provincia, con precios acordes a cada nivel, pero da lo mismo que el viñedo esté en Maipú, Luján de Cuyo o Valle de Uco, pues la experiencia es única y altamente gratificante, más allá del vino. Por supuesto que en Valle de Uco se estará más cerca de la cordillera, aunque los viñedos están todavía en una amplia planicie, a unos 1100 msnm, altura que prácticamente no se siente, pero se disfruta.

Fuera de época, los cauces de los ríos están secos, y se pueden admirar las piedras y flores que nacen en ese suelo seco, pero rico en minerales. En otros meses, las aguas bajan de la cordillera y riegan todo el valle y más allá, llegando a la ciudad y siguiendo “camino” a otros lares.

Estar en Mendoza es tocar el cielo con las copas, una oportunidad para brindar por los años vividos y por vivir. Es para brindar por uno y por todos, una y otra vez hasta que la moderación imponga su límite.

jobenitez@abc.com.py

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