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Era lo que mejor sabía hacer en ese entonces, hasta que con el radioteatro llegó la primera gran oportunidad y no la desaprovechó. "Se emitía una obra La pensión de doña Liga y uno de los actores, Alcibiades Barba, no pudo asistir así que buscaron rápidamente un reemplazante... En ese preciso momento estaba un amigo mío, quien les dijo que tenía a la persona ideal". Y no se equivocó.
Desde esa época hasta el año 1987 no paró. Fueron muchas las obras en las que demostró su destreza artística. Nuestra Natacha, Reseda, María Pacurí, Mustafá, La tercera palabra - junto a Jacinto Herrera-, Divorcio a lo Paraguay, De Uganda llegó el amor, Mba'asy yobay, La promesera de Caacupé, El taximetrista, solo por citar algunas. Igualmente se le abrieron las puertas del séptimo arte.
Hizo un alto en la nota y lo demostró. Pisó, además, suelo europeo y americano, pero todo eso llegó a su fin. "Actué hasta el '87. Ese año me mudé a la ciudad de Limpio y como los ensayos se realizaban en Asunción y hasta altas horas de la noche, no tuve otra opción que alejarme del teatro. La inseguridad que reina en el país me obligó a ello... Andar solo a altas horas de la noche representa un peligro", se queja. Entonces, cambió las tablas por la vida familiar. "A veces vienen a buscarme para imitarle a Cantiflas, pero es lo menos... ahora me dedico a ordenar mis libros, a estar con mis hijos los fines de semana y disfrutar de mis nietos.
"Natural nomás porque hace frió", dice. El momento de distensión fue aprovechado por Raúl Valentino para agradecer la presencia de ABC en su modesta casa, "por acordarse de los que aportaron su grano de arena a la cultura paraguaya... No sé de dónde sacó Charles González Paliza esa frase muy cierta, que casi nunca se tiene en cuenta... en vida hermano, en vida". Posa nuevamente para nuestro fotógrafo y estrecha con fuerza nuestras manos al despedirnos.