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Cuando Daniel Swarovski inventó en 1895 una máquina de precisión para tallar y pulir el cristal, nunca imaginó que la firma llegaría a formar parte de la historia del cine o la moda, un sector en el que Swarovski se movía como pez en el agua al tener relación con los grandes modistos del siglo XIX, en especial con el denominado padre de la alta costura, Charles Frederick Worth.
Reinas como Victoria de Inglaterra o actrices como Marilyn Monroe han utilizado sus delicados diseños o modelos, dentro y fuera de la pantalla, y siempre ha contado con una clientela de élite que supo ver cómo el cristal cosido en sus prendas las realzaba, o cómo la bisutería se convertiría en un complemento deseado para los eventos más estelares, de tal modo que es capaz de convertir un acto informal en algo extraordinario.
La casa fue fundada en 1895, en Austria y, desde entonces, sus diseños de cristal para joyas, accesorios, artículos de decoración para el hogar, adornos o figuritas se han convertido en un regalo realmente especial.
Fue durante los felices años 20 del pasado siglo, marcados por una estética libre y sensual, en la que los locales de jazz estaban a rebosar de mujeres deseosas de bailar y brillar, cuando las creaciones de Swarovski se convirtieron en un complemento de cabecera de diseñadores como Jeanne Lanvin, Madeleine Vionnet y Jean Patou.
En la década siguiente, el visionario austríaco se lanzó a la innovación textil y patentó una cinta cuajada de cristales, un complemento que ayudó a que los creadores pudieran insertar en las telas mayor número de cristales en menos tiempo.
Durante los años 50, modistas de renombre, como Coco Chanel, Elsa Schiaparelli o Cristobal Balenciaga, definieron a la mujer con nuevos códigos de vestimenta, en los que hacían destacar la femineidad con vestidos decorados con delicados bordados de cristal.
Cuando la década concluía, Swarovski creó el efecto “aurora boreal” en el cristal, ante el que Christian Dior sucumbió. A partir de ahí, firmas de alta costura, como Prada, Dolce & Gabbana, Lanvin y Oscar de la Renta, comenzaron a utilizar este tipo de cristal para adornar muchas de sus colecciones.
La técnica “hot-fix” (cristales termoaplicables), otra novedad que implantó la firma, permitió a los diseñadores aplicar el cristal directamente a las telas, sin necesidad de engarce. Mientras que las perlas con núcleo de cristal, que son casi indistinguibles de las naturales, siguen formando parte de algunos de los más destacados diseños.
Ya en esta década, de la colaboración de la firma con la artista Yoko Ono, en 2012, nació un cristal exclusivo en forma de llave y, un año después, los genios del cristal crearon el denominado “Maison Martin Margiela Crystalactite”, una forma de cristal única, inspirada en las estalactitas y creada con la vanguardista firma de moda francesa.
Cristal de cine
En el cine, los cristales de Swarovki debutaron en la gran pantalla con Marlene Dietrich y La Venus rubia; Los caballeros las prefieren rubias, con una Marilyn Monroe cantando: “Los diamantes son los mejores amigos de una chica”, marcó una etapa que culminaría en una época dorada del cine, con Desayuno con diamantes y la elegante tiara que lucía Audrey Hepburn en la primera imagen de la película frente al escaparate de la tienda neoyorquina Tiffany’s.
Fue en 1966 cuando la empresa emprendió su camino en el mundo del diseño, cuando Austria, como gesto de gratitud por la ayuda prestada por los Estados Unidos para su recuperación tras la Segunda Guerra Mundial, regaló al Lincoln Center 40 lámparas de araña conocidas como “Sputniks”, por su forma de estrella.
A partir de ahí nació Swarovski Lighting, desde donde se ofrecen soluciones a medida para arquitectos y diseñadores. Nombres como Zaha Hadid, Tom Dixon y Tord Boontje han reinterpretado con Swarovki las arañas de cristal.
Y tan solo hace dos años, los diseñadores industriales de interiores Ronan y Erwan Bouroullec crearon el Lustre Gabriel, una araña de cristal de 12 m de alto suspendida sobre la escalera Gabriel en el Palacio de Versailles de París (Francia).
120 años de Swarovski, una historia de presencia llena de destellos, brillos de opulencia, glamur, trabajo e investigación.
EFE/REPORTAJES