Superarse a uno mismo

Por distintos motivos, un día empezaron a caminar; luego, se animaron a dar unos trotes; después, comenzaron a correr y hoy, con el entusiasmo, ya participan en corridas. Y ahora van por más: la meta es ser maratonistas.

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Un día se decidieron, se calzaron los zapatos deportivos, dieron el primer paso y al sentir el suelo bajo sus pies, como por arte de magia, sus vidas se transformaron. Hoy, además de haber encontrado más de lo que buscaban: nuevos amigos, diversión y, sobre todo, una forma de superarse a sí mismos, para ellos correr no significa una obligación dentro de una rutina de ejercicios, sino una necesidad. Tienen que salir a correr; su cuerpo y su mente se lo piden. Es lo que aseguran Sandra Ortiz, Julio Alcides Brítez, Gustavo Campos, Gladys Soto y Carlos Riveros.

Sandra, empresaria de 42 años, cuenta que correr jamás pasó por su cabeza, porque pensaba que no le iba a gustar, hasta que empezó hace un año a instancias de una amiga. “Fue pisar el suelo, dar el primer paso y ¡zas!, me enganché. Comencé caminando; hoy más que un hábito, es una pasión. Lo necesito”, afirma.

Con el tiempo, Sandra se fue animando y comenzó a anotarse en cada carrera, y hoy quiere mejorar su tiempo. “Cuando sabemos de alguna corrida, vamos. Gladys (Soto) y yo incluso ya fuimos a correr a Puerto Iguazú, Argentina, por primera vez, nuestros primeros 21 km”.

“Para mí es como un amante, porque es algo que me apasiona y le dedico el poco tiempo que me sobra después del trabajo”, confiesa Gladys, arquitecta, de 42 años, quien comenzó a correr hace un año con Sandra.

Cuentan que la hora del running cambian de escenario: Ñu Guasu, el Parque de la Salud o, en donde sea, de acuerdo a su disponibilidad de tiempo. “También para ver otro paisaje y cambiar de suelo y la rutina. Depende del grupo”, explica Gladys.

El tema del tiempo es el más difícil de manejar, porque además de correr, deben entrenar en el gimnasio o practicar otros deportes complementarios para ir mejorando en tiempo y resistencia. “Porque comenzamos caminando, llegamos a los 5 km, y para el año que viene pensamos completar los 42 km”, continúa.

“¡Sí! Para la maratón de agosto de 2014”, acota Sandra. Correr significa un desafío contra uno mismo. “Me pongo una meta, pero luego pienso: ‘Sigo un poco más y más; yo puedo'. Esa satisfacción es incomparable. Es muy personal. No hay retribución, solo la medalla cuando ganamos”.

“Me cambió la vida”, revela Gustavo, médico gastroenterólogo de 40 años, quien siempre fue deportista y solía correr desde la época del colegio. Sin embargo, el trabajo, la rutina lo fueron alejando de los deportes. “Pero un día algo hizo clic en mi cerebro y me impulsó a retomar. Si bien eso implicó cambiar algunos hábitos de vida, nada es mucho comparado con la sensación de cruzar la meta”, expresa.

Entusiastas del deporte, todos corren con sus respectivas parejas. “Comencé ‘estirado’ por mi señora, sin mucho entusiasmo”, relata Julio Alcides Brítez, el marido de Sandra. Pero poco a poco, al ir participando en las corridas se despertaron en él las ganas de entrenar e ir mejorando su tiempo y llegar a hacer podio en su categoría. “Juego al fútbol en forma amateur y noté que mejoré bastante mi rendimiento. Es lo que tiene este deporte; te ayuda a planificarte, ordenarte y a buscar constantes desafíos. Hoy también me considero un corredor”, manifiesta.

“Compartimos el mismo vicio, la misma pasión. Ninguno de nosotros es corredor profesional. No tenemos ni la edad ni el estado físico que se requieren”, detalla Gustavo y agrega que su esposa (Milva Mencia) no acostumbraba ni a caminar y hace poco participó de una corrida e hizo sus primeros 5 km. “Y está feliz de la vida. Eso es lo que queremos transmitir: hábitos de vida saludable; te llena. Y eso solo lo sabe un corredor”, comenta.

Gustavo asegura que parece egoísta, al comparar el tiempo con los otros corredores y querer superarlos, pero no es así. “Uno se alegra, se emociona con el triunfo del compañero, como si fuera propio”.

Un año y medio atrás, el running no estaba ni remotamente en los planes de Carlos, 38 años, y mucho menos los kilómetros que ya llegó a correr. “Es una sensación nueva que si uno no la experimenta, no lo puede explicar. ¡Cruzar la meta es lo máximo!”.

Resalta que este bienestar se disfruta antes de la carrera −con la compra de los equipos y el entrenamiento−, durante, −en la formación para empezar− y cuando se corre. Y una vez que terminó, se disfruta de los comentarios. “Todo es una vivencia. Hay un del dicho: ‘La medalla se gana en el entrenamiento y se retira en la carrera’”.

Manifiestan que una de las ventajas de esta actividad es el cambio de hábitos hacia una vida más sana y ordenada, es gracias a la disciplina que aplican a todas las áreas de su vida. Y coinciden en que lo mejor de este deporte es la satisfacción de hacerlo, compartir sus logros y disfrutar los ajenos. “Por eso, llegar a la meta no se compara con ningún logro material o profesional. Además, el compañerismo que encontramos en esta disciplina, indican, no hay en ninguna otra. Cada carrera la esperaba como los niños esperan a Papá Noel”, concluyen.

mpalacios@abc.com.py

Fotos ABC Color/Gustavo Báez/Heber Carballo.

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