Spielberg: el defensor del cine clásico

En sus comienzos fue innovador y, luego, se centró en las aventuras y ciencia ficción, pero con los años Steven Spielberg se ha ido volcando cada vez más en el cine de estilo más clásico. Su nuevo trabajo, Bridge of Spies, protagonizado por Tom Hanks, confirma el camino iniciado con Schindler’s list y continuado con Saving private Ryan o Lincoln.

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Apodado el ‘rey Midas’ de Hollywood, por el éxito de sus producciones, el nombre de Steven Spielberg ha pasado de ser sinónimo de cine comercial a referente del cine clásico, con películas que demuestran que su estilo bebe directamente de las películas en blanco y negro de los años 40 y 50.

El primer ejemplo evidente fue The Color Purple (1985) y tras este llegaron Schindler’s list (1993), Saving private Ryan (1998), Munich (2005), War Horse (2011), Lincoln (2012) y ahora Bridge of Spies.

Un clasicismo que alterna con propuestas más comerciales en las que las aventuras, la ciencia ficción y, por encima de todo, el espectáculo son sus sueñas de identidad, algo que quedó claro desde sus tempranos inicios en el cine.

Nacido en Cincinnati, Ohio, el 18 de diciembre de 1947, Spielberg comenzó a rodar sus primeros cortometrajes en San Francisco con apenas 13 años y, aunque tenía muy claro que quería dedicarse al cine, comenzó sus estudios de Lengua y Literatura inglesa en la State University de Long Beach (California), aunque nunca los finalizó.

Llamó la atención de Universal, que le fichó para su departamento de televisión tras ver su corto Amblin, que realizó en 1968 con 19 años, pero fue con Duels, en 1971, que su nombre comenzó a hacerse popular.

Un thriller concebido para televisión y que acabó por estrenarse en salas de cine, y que era tan simple como eficaz. Un hombre viaja solo en su coche por una zona desértica y comienza a ser perseguido por un camión al que ha adelantado. La habilidad narrativa de Spielberg hizo de la película un ejemplo de tensión que fue premiado en el Festival de Cine Fantástico de Avoriaz (Francia), Fráncfort (Alemania) y Montecarlo (Francia), además de ser nominado a un Globo de Oro.

Cuatro años más tarde confirmó su talento con Jaws, una película de terror cotidiano que hizo que, desde entonces, todos nos bañemos en el mar con mucho más cuidado, y se convirtió en la más taquillera de la historia hasta 1977, cuando la primera Star Wars le arrebató el puesto.

Aventuras y ciencia ficción

Jaws ganó tres Óscar técnicos, pero no el de mejor película, al que estaba nominada, lo que a partir de entonces se convirtió en la tónica dominante en los trabajos de Spielberg, con gran éxito de público y muchas nominaciones fallidas en las categorías principales de los premios de la Academia de Hollywood.

Quizás motivado porque el cineasta se centró en dar espectáculos, la Academia le dio un poco la espalda y, aunque todas sus películas conseguían nominaciones, los premios no se correspondían con la popularidad del cine de Spielberg.

Encadenó éxitos que, con el paso de los años, han sido reconocidos como clásicos del cine: Close Encounters of the Third Kind (1977), Raiders of the Lost Ark (1981) —el inicio de la saga de Indiana Jones—, E.T. the Extra-Terrestrial (1982) o Indiana Jones and the Temple of Doom (1984). Y acumuló tres nominaciones al Óscar: al mejor director y otras tres a mejor película, pero sin éxito.

Tendría que sacar el cine clásico que conocía a la perfección para que los críticos se rindieran a su talento y le consideraran algo más que un hacedor de éxitos.

El primer aviso llegó con The Color Purple (1985), un tremendo drama esclavista que arrasó en las nominaciones a los Óscar, con 11 opciones, pero se chocó contra Out of Africa, la película que triunfó aquel año.

Spielberg siguió insistiendo con Empire of the Sun (1987), para después darse un respiro en el drama y volver a las aventuras con Indiana Jones and the Last Crusade (1989), Hook (1991) y Jurassic Park (1993).

Pero su consagración llegaría a través del drama, el cine clásico y sus orígenes judíos. Schindler’s list (1993) demostró a quien aún no se había dado cuenta que Spielberg sabía combinar a la perfección el mejor cine con el popular. Usó con inteligencia el blanco y negro, la sensibilidad y barbarie y, por fin, convenció a los académicos. De 12 nominaciones al Óscar, se llevó siete; entre ellos, el de mejor director y mejor película.

Cada vez más clásico

Primero con War Horse (2011), una historia tierna en medio de la Primera Guerra Mundial, con un caballo como verdadero protagonista; una película tildada de almibarada, pero que seguía siendo un excelente ejercicio fílmico.

Y volvió a dar en el clavo con la patriótica Lincoln, en la que volcaba toda su sabiduría cinematográfica para construir una película al estilo de las antiguas, con grandes personajes y decorados. Doce nominaciones a los Óscar la avalaron.

Tres años después regresa a las salas con otra película con regusto a la época clásica de Hollywood, en una trama de espías en la Guerra Fría y con Tom Hanks, un actor con el que Spielberg se siente muy cómodo trabajando y que da la imagen necesaria para personajes de otra época.

Es la cuarta película en la que Spielberg y Hanks colaboran, tras Saving private Ryan, Catch me if you can y The Terminal.

En este caso, el personaje protagonista de Bridge of spies —basada en hechos reales— parece estar hecho a la medida de Hanks. Un honesto y firme abogado neoyorquino especializado en seguros, James Donovan, quien es reclamado por la CIA, primero, para defender a un supuesto espía ruso y, luego, negociar su intercambio por un piloto estadounidense apresado por la Unión Soviética.

En los años 50 se desarrolla esta película cuidadosamente ambientada por Spielberg, que se mueve como pez en el agua en este tipo de historias, en las que el patriotismo tiene un gran protagonismo.

Y con un importante componente histórico, algo que Spielberg adora, especialmente la época de la Guerra Fría, por la que siente una gran fascinación debido a las historias que su padre y su abuelo le contaban cuando era un niño sobre los profundamente arraigados sentimientos de animosidad y desconfianza que existían por aquel entonces entre los Estados Unidos y la URSS.

“Era una época muy peligrosa para estar en la primera plana de los periódicos por defender a un espía”, asegura Spielberg en unas declaraciones recogidas en las notas de producción del filme, en las que también reconoce que, “como niño que creció en aquella época, yo sentía un miedo tremendo a la bomba atómica y la Rusia soviética”.

Con un guión de los hermanos Coen y Matt Charman, la película se rodó en Nueva York, Alemania y Polonia, para tratar de dar la mayor veracidad a la historia y usar elementos de la época siempre que fue posible. Como la escena de la persecución de Rudolf Abel (el espía ruso) por parte del FBI en el metro, que fue rodada en auténticos vagones de metro de los años 60, proporcionados por el New York City Transit Museum.

Junto con Hanks, están en el reparto Mark Rylance, Scott Shepherd, Amy Ryan, Sebastian Koch, Alan Alda, Austin Stowell, Mikhail Gorevoy y Will Rogers.

En palabras de Spielberg: “Bridge of Spies es un thriller, pero uno de personajes, en el cual estos se hallan profundamente integrados en la historia. Con actores maravillosos procedentes de Alemania, América y Rusia. Me siento muy orgulloso del reparto”.

EFE Reportajes.

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