"Ser modelo y actriz fue de pura rebeldía"

Sonia Marchewka. Una época fue cotizada modelo, actuó en teatro y protagonizó series de televisión. Retirada del mundillo artístico, en la actualidad es directora ejecutiva de Promesa, una ONG que trabaja en el área de la educación sexual reproductiva.

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Desaparecida en acción. ¿Qué se hizo de usted? Yo no me borré, estoy acá; el que me quiere encontrar me encuentra, como vos, fácilmente. Y en cuanto a salir de noche, ciertísimo, no salgo. Después de un día ajetreado, a las 9 y media, ya voy aterrizando en cualquier cosa parecida al colchón de mi cama. Llevo una vida muy quieta, muy tranquila y muy familiar.


¿Nada de salir a cenar o bailar, los fines de semana? No ando de aquí para allá. Tengo cosas muy específicas, como ir a la casa de mamá (Inés) y papá (Isidoro) todos los viernes para el kabalat shabat y los fines de semana es un ritual de ir a comer pororó al cine con mis sobrinas.


¿Novio? No hablo de eso.


¿Sola? Sola no, pero me siento ridícula trayendo a lo público aquello que es privado.


Fue modelo, actuó en una telenovela y fue actriz de teatro. ¿Toda su trayectoria quedó atrás? No, para nada. Yo no tengo esa visión de las cosas. No hay nada que haya quedado atrás ni que haya quedado olvidado. Todo está aquí y ahora, dando sus frutos.


Era una de las más solicitadas top models en su momento, ¿qué le dejó su andar sobre las pasarelas? Cosas muy distintas. De la época en que yo trabajé como modelo solamente tengo lindos recuerdos.


¿Cuánto tiempo desfiló? Cinco años, con dos de ausencia. Tengo muy buenos recuerdos del modelaje, la relación con mis compañeras de trabajo era muy buena, había mucha camaradería, éramos muy amigas. El trato con los dueños y las propietarias de las boutiques era de mucho respeto.


¿Qué diferencias nota entre el modelaje de su época y el de la actualidad? Es bastante diferente, pero no estoy al tanto de lo que es el modelaje hoy. No sigo el tema de los desfiles, al menos aquí a nivel nacional.


Etapa cumplida, tema olvidado. Sí, dejé hace tantísimo tiempo el modelaje. Y realmente tengo otras cosas que llaman más mi interés.

¿Por qué se hizo modelo? Fue de pura rebeldía, porque hasta hace algún tiempo yo era una simple rebelde. Y como me habían dicho que no lo sea, por eso mismo fui y punto. Solamente para hacer la contra o si no jamás hubiera tenido eso en mente. Hubiera estado haciendo otra cosa.


Luego una actividad más artística. Subió a las tablas, en teatro. ¿Cómo surgió su pase a la actuación? También por error. No sé si por error o por accidente. Me llamaron para hacer un casting, yo estaba acostumbrada porque es normal para hacer una campaña publicitaria o cualquier cosa pasar por eso. Yo no tenía ni idea de que era para una telenovela, cuando estaba haciendo el casting me dijeron que era para tal cosa. Para colmo, les gusté y me dieron el papel principal.


¿De qué telenovela se trataba? La disputa, mi primer trabajo en las artes escénicas.

Usted tenía alguna preparación actoral. No, hasta ese entonces. Pero después me puse a estudiar, no me creo autodidacta en nada. Siempre soy muy de buscar el estudio, si bien empiezo de una forma, después procuro, busco formarme mejor en cursos, talleres, todos los estudios posibles.


Se desenvolvía bien en todo lo que hacía, ¿a qué atribuye su versatilidad ante el público o las cámaras? Lo único que puedo decir es que soy una persona muy responsable y si me meto en alguna cosa quiero hacer lo mejor posible. Me esfuerzo muchísimo en hacer un buen papel, en dar lo mejor de mí. Siempre fui así.


En la obra Yo el supremo tuvo quizás su mejor vidriera, ¿cómo la vivió usted? Igual que el resto de la gente pasé por un proceso de formación. Hubo mucha preparación, fue una obra muy especial, porque se dio en un momento específico de la historia de nuestro país. Nos dimos cuenta de que había una mística especial, lo sentimos. Fueron varios meses de trabajo y fue una experiencia preciosa.

Se animó a hacer un desnudo en la obra Los padres terribles. ¿Pensó mucho o no le costó aceptar el papel? Esa obra fue muy trabajada, con mucha preparación, con mucho esfuerzo. Y también muy especial, porque estaba siendo dirigida por Jorge Aiguadé y Carlos Cristaldo. El papel en sí me costó, y el desnudo aun más.


¿De todo lo que hizo en pasarela, televisión, teatro, extraña algo? No, no extraño. Yo no suelo mirar hacia atrás. Muy raras veces recuerdo, para lo bueno y lo malo están ahí y me alimento de ellos. Tal vez el teatro, a veces me pica algún bichito y digo: ¿Será que alguna vez volveré a hacer algo?


Si algún productor artístico decidiera convocarla en estos momentos, ¿qué le diría? Que no. No puedo. Hace algún tiempo admití que no puedo hacer bien varias cosas a la vez. El trabajo que tengo en Promesa me consume gran parte de mi tiempo o, mejor dicho, invierto todo mi tiempo en la organización y fuera de ella no podría estar con todas mis luces para ensayar a las 9 de noche hasta las 2 de la madrugada.


¿Ya rechazó propuestas? Hace muchísimo que dejé el teatro y no estoy en el ruedo, entonces la gente sabe que no estoy participando en nada de eso.


¿El público la sigue reconociendo o es como que se olvidó de usted? Sabés que es muy agradable sentir que la gente te recuerda, a pesar de haber dejado la vidriera hace tiempo. Es lindo porque es un poco más mesurado. Ya no es como cuando estás en la cresta de la ola que no podés caminar, todo el mundo te mira, te pregunta y en cierta forma, por lo menos para mí, era un poco de invasión. Pero ahora es muy agradable, porque a veces me recuerdan: ¿Seguís modelando?, me preguntan, por ejemplo. O ¿cuándo vas a volver a la tele? Hace bien sentir el cariño de la gente.


¿Fue una evolución o un giro de 180 grados el hecho de dejar todo lo que estaba acostumbrada a hacer para involucrarse con una ONG dedicada a la educación sexual? Para mí la vida es evolución constante. Pero ahora, después de todo lo hecho, digo: Ah, este es el lugar donde debería estar.


¿Cómo es su vida aquí (en Promesa) detrás de un escritorio, con pila de papeles y cheques para firmar? Es de mucho compromiso, porque no es solamente firmar cheques ni manejar gente. Acá estamos trabajando en proyectos sumamente necesarios para nuestro país. Estamos hablando de salud sexual reproductiva en un país que tiene uno de los peores números en América Latina y el Caribe, entonces hay muchísima responsabilidad.


Una tarea ardua. El trabajo se vuelve interesante, no hay un solo día para comenzar aburrido. No existe aquí la rutina. Es ver qué más podemos hacer y qué podemos ofrecer a nuestro país, a nuestras mujeres, a nuestros adolescentes.


Un compromiso serio. No te voy a decir que todo el día somos serios, acá nos peleamos, reímos, discutimos, llegamos a acuerdos y desacuerdos, pero tenemos un grupo muy bueno que sabe trabajar en equipo, algo muy difícil. Acá o sos estrella, vos chutás la pelota, vos metés el gol...


¿Y usted como es? Yo en ese sentido le agradezco a papá que me impulsó hacia el deporte y siempre que estoy en el trabajo pienso en función de deporte. Uso esa estrategia para ganar trabajando en equipo.


¿Tan mal está Paraguay en materia de educación sexual? Tenemos muchísimo que hacer. Cuando vayamos mejorando, cuando todas las personas conozcan sus derechos a la información, a servicios, a productos que les permitan una vida sexual plena, yo creo que nuestros números van a mejorar en cuanto a mortalidad materno infantil. Y en cuanto a la natalidad adolescente.


¿Por qué el SIDA sigue matando gente siendo una enfermedad bastante divulgada? La información no es todo. No basta saber, conocer, sino también hay que tener una actitud más favorable hacía conductas sexuales más responsables, más sanas.


¿Es el preservativo la solución? El preservativo no es ninguna solución. Es un método, una opción. No va a solucionar todos los males, pero es una opción válida para aquellas personas que tienen una vida sexual activa.


¿Planes? Seguir diseñando proyectos, vamos a hacer material audiovisual educativo, uno más sobre salud sexual y reproductiva. Y seguir plantando árboles, cosa que me encanta.

Identikit

Sonia Marchewka Brooking nació en Asunción el 7 de marzo de 1963. En su época de modelo (comenzó en 1982/1983) fue figura de importantes campañas publicitarias. Actuó en la obra de teatro Yo el supremo, de Augusto Roa Bastos y se desnudó en Los padres terribles. En televisión, trabajó en la serie Verdad oculta y protagonizó la telenovela La disputa. Llegó al cine integrando el elenco de la película Miss Ameriguá. Realizó estudios académicos en comunicación social y sicología.
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