San Lorenzo, un templo con aspiraciones góticas

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Ya a principios del siglo XX, el templo edificado a mediados del siglo anterior amenazaba ruina, por lo que se empezó a pensar en la edificación de uno nuevo.

Para llevar adelante el proyecto, se fundó una Sociedad Pro Templo, que organizó reuniones sociales, subastas, etc.

El 10 de agosto de 1915 se colocó la piedra fundacional, que contó con la asistencia del Presidente de la República, el obispo diocesano, autoridades y pueblo en general. El cura párroco de entonces era el presbítero José María Giménez, entusiasta propulsor de la obra, quien mandó hacer y aprobar los planos del templo.

Poco después hubo cambio de cura párroco y asumió el presbítero Saturnino Rojas, recién llegado de Europa y enamorado de los templos góticos, que tuvo ocasión de visitar y observar. Propuso el cambio de planos, encargando la confección de los mismos al arquitecto Luis Navarro.

Se demolió el viejo templo en 1920 y en su lugar se inició la construcción del imponente y monumental edificio de estilo seudogótico.

En 1927 asumió el curato el presbítero Agustín Rodríguez, futuro obispo de Villa Rica y realizó cambios en los planos, agregándole los corredores laterales.

La obra se paralizó durante la Guerra del Chaco, y con la asunción del padre Virgilio Roa, se reanudó la construcción, pero surgieron graves problemas que motivaron la suspensión de las obras.

Luego del paso por la parroquia sanlorenzana de otros curas, en 1943 asumió el padre Florian Kroneis, quien continuó los trabajos, y el templo, aún inconcluso, se bendijo y consagró en 1954. Le correspondió al padre Radice ver terminada la obra. En 1968 se realizó la bendición solemne del templo, y se sepultó en su interior, al mentor del mismo, padre Saturnino Rojas, cuyos restos fueron traídos de Luque.

La imponente construcción tampoco estuvo libre de situaciones que podían haber degradado su integridad. Hacia 1980, el cura párroco padre Catalino Osorio, con acendrado espíritu pragmático y sentido crematístico, mandó construir un estadio deportivo adosado a su parte posterior, y planeó la construcción de salones comerciales en el patio, alrededor del edificio. Su oportuno traslado a otra parroquia evitó males mayores que podrían agredir al edificio.   

Asunción de principios del siglo XIX

Según un viajero europeo de las primeras décadas del siglo XIX, la población blanca asunceña —de unas 10.000 personas— constituía las dos tercias partes de la población. El tercio restante era de indígenas y mulatos —y una modesta proporción de negros—.

Las casas de la ciudad eran, generalmente de una sola planta, salvo contadas excepciones. La mayoría de ellas estaban construidas de adobe —algunas, solo algunas, de ladrillos cocidos. Otras estaban construidas con el sistema de tapias —encofradas con madera dentro de las cuales se cargan barro apisonado–. No faltaban las casas hechas con tablas de madera o con paredes "francesas" (estaquedas) y muchas tenían techos pajizos. Muy pocas con tejas españolas y, solo algunas, con terrazas rodeadas de balaustres.

La distribución de las casas de algunas familias pudientes era, "por lo general, cuadradas que tienen un patio en el medio, o incluso dos patios, separados por un cuerpo de la edificación".

Cada patio estaba rodeado por una galería, sobre la que dan las puertas y ventanas de las habitaciones. El frente de las casas estaba provisto de una galería, aunque también había casas que carecían de ellas y en las que se entraba directamente desde la calle.

Era poco frecuente que más de dos habitaciones den a la calle. Las entradas eran amplias, como para que se pudiera entrar a caballo a través de ellas.

Sólo en el centro de la ciudad las casas eran contiguas. Generalmente se construían aisladas unas de otras. Como divisoria entre vecinos se ponían cercos de madera, o se plantaban cactus. Los patios contaban con plantas frutales.

Acerca de las calles, comentaba este viajero, eran "tortuosas, irregulares y a menudo tan estrechas que a duras penas se puede pasar por ellas a caballo". Claro, después vino el cuadriculamiento francista a principios de la tercera década del mencionado siglo.   

 

Por Bernardo Gutiérrez - surucua@abc.com.py