Retrospectiva Soler

Las obras de don Ignacio Núñez Soler y sus hijos: Víctor, Harmodio y Flanmarion Soler Méndez, forman parte de una gran muestra que revela las ramificaciones, caminos y visiones de una familia de artistas que se hizo desde la brocha gorda y la subsistencia hasta alcanzar las sutilezas del arte. La muestra estará habilitada hasta el 30 de abril, en el Centro Cultural de la República El Cabildo.

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Para la arquitecta Teresita Soler, hija de Harmodio, esta muestra supone recuerdos muy importantes. Anhelaba unir en una exposición obras que rescaten las memorias familiares de una época, la presencia de pinceles, paletas con colores, caballetes; en fin, aromas de pinturas al óleo que su abuelo Ignacio, su padre y sus tíos grabaron en su memoria. “Los niños nos movíamos con mucha libertad en medio de los cuadros de variados tamaños, escenas, formas y miradas”, dice.

La memoria revela que el tronco de la familia –el patriarca Ignacio– heredó a sus hijos la mano hábil para la brocha gorda, con la que alguna vez se ganaron el sustento pintando casas y haciendo cielo raso; así también, la mano delicada y creativa que les permitió pintar sus propios destellos del mundo que los rodeaba. Ignacio se inició en la pintura de la mano de su hermano, Tomás Soler, novel pintor y decorador, quien, a su vez, había aprendido con el francés Julio Mornet y el italiano Guido Boggiani. No obstante, Ignacio comenzó pintando casas con brocha gorda, utilizada para el blanqueo a cal, según la página web Portal Guaraní. Más tarde, le llegó la oportunidad de dar rienda suelta a su inventiva, trazando los decorados que utilizaba en sus montajes teatrales Julio Correa, creador y afianzador del teatro en guaraní.

Para los entendidos, sus obras reflejan un alto grado de compromiso social, ya que representa en sus lienzos a la gente de su ciudad natal, en escenas de la vida cotidiana, plazas y mercados. A lo largo de su carrera participó en innumerables exposiciones, individuales y colectivas; inclusive en el exterior. Participó varias veces en las bienales de São Paulo, Brasil; actualmente, sus obras están expuestas en importantes museos de Argentina, Brasil, Uruguay, España, Estados Unidos y Alemania, lo que hace que sus pinturas sean de altísimo valor adquisitivo.

Historia estéticamente olvidada

Sobre la obra de Núñez Soler, el estudioso Ticio Escobar afirma: “Sus innumerables cuadros no deben ser considerados solo por sus indiscutibles valores estéticos, sino como un fresco de gran parte de la historia del Paraguay que no ha sido recordada estéticamente, que nunca fue relatada ni pintada”.

Ignacio Núñez Soler también legó el recuerdo de sus luchas sociales y sindicales, llegando a convertirse en uno de los primeros y principales referentes del anarquismo en el Paraguay.

Se casó con Herminia Rosa Blanc y dejó descendencia. De esos hijos, no faltaron quienes siguieran sus pasos. Así tenemos a Víctor, Harmodio y Flanmarion Soler Méndez.

“Con la familia decidimos donar al Centro Cultural de la República El Cabildo las matrices de xilograbados que realizó Harmodio Soler en los años 60 y 70, bajo la dirección de Livio Abramo y Edith Jiménez. Con esa idea nos acercamos y, entonces, la directora general vio los trabajos y le gustaron mucho. Así es que Margarita Morselli propuso armar una gran exposición de los Soler”, explica Teresita Soler.

“Para mí, lo importante es tomar una familia que se dedica al mismo oficio, al arte. Por un lado está la mirada del padre y, por el otro, la de los hijos. La confrontación de las obras a través de dos generaciones unidas por lazos filiales”, afirma Carlo Spatuzza, asesor de El Cabildo y coordinador de la muestra.

La familia de Harmodio recuerda especialmente el 27 de abril, fecha de cumpleaños del artista, fallecido en el 2013, a los 90 años. “Todos los hermanos Soler ya fallecieron y esta es una manera de recordarlos. La exposición se denomina Pintores Soler, porque son ellos los que incursionaron en el mismo campo artístico del papá, pero se diferencian en que estudiaron en la escuela de Bellas Artes que dependía de la UNA”, relata.

Teresita Soler recordó que su padre y sus tíos se iniciaron con don Ignacio, acompañándolo en su labor de pintor de brocha gorda. “Hacían cielo raso, pinturas en general de obras. Luego, los hijos estudiaron y se dedicaron a la docencia en Bellas Artes y otros centros educativos”. El padre de Teresita se desempeñó como coordinador de disciplina del Colegio Experimental Paraguay-Brasil (CEPB), siendo también el primer profesor de Arte con el cual contó la institución. Don Harmodio mereció un reconocimiento en vida de la institución educativa a la que brindó años de servicio y, hoy, la Sala de Artes lleva su nombre.

De un sólido tronco brotaron ramificaciones del arte: don Ignacio y sus hijos ofrecen su arte para el disfrute del público interesado en una exposición que se habilitará hasta el 30 de abril, en la Sala de Exposiciones Temporarias del Centro Cultural de la República El Cabildo (Avda. República entre Chile y Alberdi), con acceso libre y gratuito. La muestra se podrá visitar en los horarios de 8:00 a 20:00, de lunes a viernes; y de 9:00 a 17:00, los fines de semana y feriados.

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