Renace gigante de fe y arte

Durante la venida del papa Francisco al Paraguay, el mundo fue testigo de una de las mayores obras de arte realizadas en nuestro país: el retablo de maíz, ideado por Koki Ruiz y su hija, Macarena. Ahora, este gigante se prepara para “renacer” el Viernes Santo en Tañarandy.

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El artista Koki Ruiz sorprende cada Semana Santa con sus obras, con las que convirtió al humilde poblado de la compañía Tañarandy, de San Ignacio, Misiones, en el punto de turismo religioso más importante del Paraguay. Pero el 2015 fue, sin duda, un año excepcional en su carrera y, a la vez, para todo el pueblo que lo acompaña en sus ideas. La creación del retablo de maíz para la visita papal hizo que el mundo fijara su mirada en este trabajo.

Ahora, como acto de recordación de esos días de inmenso júbilo, prepara junto con su hija, Macarena, un altar con el que volverá a sorprender a propios y extraños durante la procesión del Viernes Santo, el 25 de marzo. Están construyendo un retablo similar, con la misma estructura, pero con varias modificaciones, lo que genera gran expectativa en la comunidad.

Los trabajos son intensos en el taller, en la bella ciudad de San Ignacio. Este pintoresco y apacible pueblo, ubicado a 225 km al sur de Asunción, está lleno de cultura, tradición y fe. Justamente, sobre este último punto es que Ruiz enfoca toda su obra. “No queremos que el pueblo se llene de gente que venga a ver la obra, nuestro punto es honrar la fe y darle una nueva dimensión. Deseamos que los turistas vengan a vivir de una manera diferente su creencia, a rezar y vivir plenamente su devoción”, explica.

Cruzar por la puerta del antiguo teatro en el que trabajan es ingresar a una atmósfera mágica para la cual no es necesario ver la obra terminada. Unas 12 personas se ocupan con ahínco de cada parte; de fondo suena música clásica, que despierta los sentidos y complementa las ideas para quienes están encargados de los detalles.

En una de las esquinas del salón está sentada Maca, dibujando y supervisando cada detalle. A pesar de su juventud, demuestra la serenidad de la experiencia. Está encargada del diseño, y debe calcular minuciosamente los espacios, las líneas y la estética. La pieza central del altar será una imagen de la última cena. Se utilizará, entre otros elementos, la misma cruz del altar del papa. En los distintos cuadros hay elementos que se reutilizarán, pero cada centímetro está siendo minuciosamente analizado para ver si debe ser reemplazado o puede seguir.

Los retratos de San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola ya no aparecerán en esta nueva versión del retablo; en cambio, se prepara una imagen de la Virgen de los Dolores y escenas bíblicas en alusión a la Semana Santa.

De tiendas a chacras

Los Ruiz no van a comprar sus materiales a las tiendas “convencionales” a las que irían los demás artistas, sino a mercados o chacras campesinas y seleccionan los mejores regalos de la tierra. “Los agricultores trabajan todo el periodo productivo a sabiendas, pues nosotros nos acercamos, les presentamos la idea y, de ese modo, todo su trabajo ya está enfocado a la obra; es una motivación especial. Ellos son parte de este proyecto”, afirma.

Utilizan todo tipo de semillas, pero las únicas difíciles de conseguir en nuestro mercado son los porotos negros, que son fundamentales para completar los diseños. Todo lo demás lo encuentran en las chacras, aunque, a veces, es más dificultoso por los periodos de siembra o áreas productivas. Por ejemplo, el maíz para este proyecto en concreto lo deberán buscar en otras regiones del país, ya que en Misiones no se consigue al igual que las calabazas, que hasta el momento no saben muy bien de dónde las van a obtener, pero tienen la certeza de que en algún lugar de este país habrá algún productor que haya apostado a este rubro.

Toda la restauración está en marcha, solo las cosas que no se producen en San Ignacio o el departamento de Misiones se traen desde afuera. La mayoría de los artesanos que trabajan en el taller son de Tañarandy, y en ellos se ve el entusiasmo, la pasión por el trabajo y una paciencia infinita para colocar cada grano. Hay personas de todas las edades, familias que colaboran desde hace años con la preparación del espectáculo de Semana Santa.

“Antes nos juntábamos en las casas a preparar los elementos para la procesión del Viernes Santo, pero era para un número de espectadores mucho menor al que tenemos ahora. Con los años se fue sumando gente de todos lados, algo que, por un lado, lamentamos, porque hizo que se perdiera la verdadera esencia de la celebración. Pero, por otro, nos obliga a superarnos a nosotros mismos cada año”, dice Koki.

Ramiro Corvalán es uno de los artesanos que trabaja en el taller, tiene solo 15 años y estuvo encargado de tallar las nuevas manos para la Virgen Dolorosa. La pieza tiene una fina terminación y suavidad, pero al momento de nuestra visita aún le faltaban algunos detalles y, por ello, se ocupaba muy concentrado para poder terminar su obra antes del inicio de las clases, ya que así no le quedará mucho tiempo para realizar esta labor.

Este será el segundo año consecutivo sin los tradicionales cuadros vivientes, algo que de por sí acaparaba toda la atención del público. Pero la convocatoria ya sobrepasa la capacidad del pueblo, y se decidió suprimir esta actividad, replantear por completo el acto y crear una obra que pudiera acercar a las personas a su fe, una atmósfera de estilo barroco para vivir a pleno esos días. La religiosidad es el eje de toda su labor.

El retablo se instalará en La Barraca, escenario natural de la grandiosidad de las obras de Koki desde hace más de una década, al pie de la laguna, que en este momento se encuentra llena gracias a las últimas lluvias.

mbareiro@abc.com.py

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