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Nacido en Uruguay, Juan Pablo Culasso (32) tiene, más que una afición, una pasión por los sonidos. Especialmente, por los que emiten las aves. Tanto es así que comenzó a grabarlos hace 16 años, inicialmente, en su país y puede identificar más de 3000 sonidos de aves. “Imaginate: la mitad de mi vida grabando estos sonidos”, comenta. Todo comenzó cuando un biólogo, amigo de su padre, los invitó a participar de sus salidas de campo para que lo ayudaran.
Así, sin experiencia, le dieron un grabador y su primera tarea. “Fue amor a primera vista”, dice, paradójicamente, Juan Pablo, quien es no vidente de nacimiento, pero con una audición superdesarrollada. “Me enamoré del micrófono, del grabador. Yo, que antes quería estudiar leyes, me salí de ese camino y me dediqué a grabar sonidos”, cuenta.
Paradojas
Pasaron los años. Con su privilegiado oído, en el 2004, ganó el concurso SuperCerebros Latinoamérica de National Geographic. También estuvo en Brasil, en el laboratorio de sonidos más grande de Latinoamérica, perfeccionándose. “Conocí a Alberto Yanosky (de la Asociación Guyra Paraguay) en el 2014, en un congreso de fotografía. Imaginate: ¿qué hace un ciego en un congreso de fotografía? Vine a hablar de sonidos, porque para mí esos son mis fotografías”, cuenta. Yanosky lo invitó a conocer la Reserva de Guyra Paraguay en Tres Gigantes, justamente, para captar esa biodiversidad sonora que tiene el Pantanal.
El año pasado se reencontraron en Uruguay y Yanosky le informó que había conseguido la financiación para sufragar los gastos de su proyecto, para grabar sonidos en Tres Gigantes. Se fueron casi por dos semanas para grabar sonidos de aves y paisajes sonoros. “Que vendría a ser como una fotografía sonora de un amanecer en un bote, en el medio del río Negro, grabando sonidos de aves, como el martín pescador”, detalla.
Visión (audición) distinta
Según Juan Pablo, la idea del proyecto Sonidos del Pantanal es traerle al público una visión distinta de lo que es un área tan remota del Paraguay, pero, al mismo tiempo, un ecosistema tan frágil que cualquier acción humana lo desequilibra, ya sea por una sequía provocada por el desvío de los cursos de los ríos o el aumento de los establecimientos ganaderos. “Afortunadamente, la Unesco está en proceso de declarar al Pantanal como patrimonio de la humanidad y eso es alentador, que tome esa área única en el mundo como un patrimonio, justamente, para nosotros”, resalta.
Considera que el hecho de publicar sonidos es un marco distinto, porque imágenes de yaguaretés, yacarés o capibaras hay muchísimas, pero la gente no conoce los sonidos. “Fue así como realizamos este trabajo con Guyra”, menciona. El material contiene una publicación de dos discos: uno de ellos, con casi 60 especies de aves y el otro, que muestra los paisajes sonoros: cómo suena una noche en el Pantanal, un amanecer en el río o en algún sendero más boscoso. “La gente me ayudó mucho con toda la logística en esta maratónica historia, llena de anécdotas, buenos momentos y diversión”, destaca.
Bufido de yacaré
Juan Pablo se trasladó, hasta la reserva Kanguery, de Guyra Paraguay, en el Parque Nacional San Rafael, en el que también estuvo grabando sonidos de aves, con la idea de mostrar un ángulo distinto de lo que se puede lograr en una reserva cuando se pretende algo tan importante como es la conservación. Confiesa que uno de los sonidos que más le impactó en el Pantanal fue el bufido del yacaré. “No lo esperaba”, confiesa. Era muy difícil de grabarlo hasta que un día dejó un micrófono en un muelle toda la noche y se encontró con la sorpresa cuando estaba editando la grabación, y quedó impactado. “Realmente es un sonido arrollador”, agrega.
Juan Pablo quedó maravillado con la biodiversidad sonora del lugar. “En el Pantanal, uno puede grabar sonido de bosques, pero camina unos pasos y llega a encontrarse con aves acuáticas que nada tienen que ver con ese bosque”, señala y agrega que lo que le sorprende no es la variedad de aves, sino de sonidos.
El resultado de estos trabajos —Sonidos del Pantanal, que incluye sonidos de aves, y Paisajes Sonoros— fue presentado el pasado 29 de agosto en la Sociedad Científica del Paraguay. El objetivo del autor, en primer lugar, es que esta obra sea utilizada en educación ambiental. Considera que es un llamador excelente para usarlo en colegios, para mostrarles a los paraguayos cómo es una de las regiones menos conocidas del país. “Porque realmente es muy difícil llegar hasta allí y salir. No quería regresar. Es como otro mundo”, revela.
Lo que no podemos
Para Yanosky, lo más valioso de Juan Pablo es su capacidad de escuchar cosas que nosotros no podemos. “Por ejemplo, Paisajes Sonoros, que fue su idea, son sonidos de la naturaleza, que incluye hasta truenos, el agua que corre, anfibios, mamíferos, etcétera”, detalla. El material, que es para donación, consta de 500 ejemplares. “También está en braille, para los chicos no videntes y para los que no lo son, así aprenden que existe ese código”, aclara Yanosky.
Hasta el momento, el Paraguay no tiene ninguna reserva que sea inclusiva. La idea de ambos es hacer el año que viene una reserva inclusiva, para que la gente que tenga alguna discapacidad pueda acceder, disfrutar, ir al monte y oír los sonidos. “En estos 13 días, Juan Pablo registró 190 especies de aves diferentes. Es una persona muy respetada en América Latina por su capacidad de identificar las aves. Para Guyra Paraguay, fue un orgullo haberlo tenido con nosotros”, cuenta Yanosky.
Fotos: ABC Color/Gentileza.