Razonar jugando

Aprender matemáticas puede ser divertido si se aplica para resolver problemas de la vida diaria a través de habilidades sencillas. Con el método Singapur, a partir de lo concreto, se aprende a deducir y, por ende, a querer la materia.

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Jorge Mackinnon, gestor de proyectos educativos, es un convencido de que aprender matemáticas puede ser entretenido y está decidido a demostrarlo. Con ese objetivo, trajo a nuestro país este sistema, que consiste en la enseñanza de estrategias para la resolución de problemas con juegos aplicados a la vida real: el método Singapur, que está revolucionando la educación en todo el mundo.

“El sistema se originó a partir de una necesidad. Singapur estaba pasando por un periodo de extrema pobreza”, explica. A principios de la década del 60, se independizó del Reino Unido y pocos años después de Malasia.

Luego de la emancipación, con una población heterogénea —el 50 % hablaba chino mandarín; el 25 %, hindi, y el resto, malayo—, había que comenzar a tomar medidas; la primera de ellas fue adoptar un idioma. Como antigua colonia inglesa, un gran porcentaje hablaba inglés; por lo tanto, buscaron la manera más eficaz de enseñar la lengua inglesa; luego matemáticas y ciencias. “Con un 90 % de analfabetismo, eran conscientes de que la única forma de lograr el progreso era encontrar una manera de educar hasta el último habitante, pero debía ser rápido y fácil. Comenzaron por enviar a Europa a la poca gente instruida con que contaban. Así se inició el proceso de cambio”, ilustra.

A partir de 1980, empezaron a utilizar este sistema de enseñanza de forma didáctica, que no apuntaba a memorizar, sino a generar habilidades matemáticas de fondo. “Al contrario del sistema de enseñanza tradicional, este método parte de lo concreto a lo pictórico y recién después a lo abstracto”, explica.

Y sus resultados no se hicieron esperar: en matemáticas y ciencias en el test Pisa aparecen con el 2.° mejor puntaje, incluso sobrepasaron a Finlandia que lideraba la lista.

Los niños no aprenden a partir de un número, sino de cosas que ellos mismos pueden relacionar y visualizar o tocar. “Por ejemplo, le muestran una flor y una galletita. Y le dicen que los dibuje. El niño realiza la tarea. Y eso lo representan con un número uno. Le enseñan lo abstracto con lo pictórico y lo concreto”.

Poco a poco van avanzando en la abstracción; por ejemplo, una flor rodeada por un círculo. Se le pide al niño que dibuje. Entonces, deduce que eso es un círculo. Todas las operaciones, hasta las ecuaciones, se enseñan con ejemplos. “Al no aprender de memoria, los niños comienzan a razonar; sobre todo, a querer las matemáticas, porque si no entienden, no les gusta la materia”.

Con este sistema, el profesor ya no es el protagonista, sino el niño. Y su habilidad está en descubrir la riqueza de cada alumno. Algunas de las destrezas que los niños adquieren son la autonomía, el sentido analítico, el trabajo colaborativo y las habilidades sociales. “Los niños empiezan a deducir”.

Mackinnon descubrió este método en un congreso que se realizó en Chile a mediados de este año. Cuenta que Chile adoptó el método hace más de un lustro y ha logrado resultados similares a Singapur. “Ya está por aplicarlo al tercer ciclo; también Panamá, Colombia, Ecuador y Perú empezaron con planes pilotos para 300 escuelas”.

Resalta que para implementarlo, los profesores requieren de una preparación previa con instructores capacitados. Porque, según el método, se debe empezar por el preescolar, primer y segundo grado. Y tanto el profesor como los alumnos van avanzando a la par. Señala que no se recomienda implementarlo en todos los grados a la vez, porque los profesores requieren entre 18 y 20 de capacitación. “Ese será el mayor desafío”, asegura.

En un mundo en el cual impera la tecnología, lo novedoso del sistema es que se les brinda a los niños las herramientas para que busquen por sí mismos las soluciones.

Significados

Con el método Singapur, en matemática, por ejemplo, los niños tocan los números. No se les muestra el signo 1 hasta que no conozcan lo que significa un uno. Los niños siempre están resolviendo un dilema y preparándose para la comprensión de lectura. Pero mientras resuelven un problema, tienen que explicar por qué o cómo. Al explicar por qué, verbalizan su pensamiento. El método ayuda a pensar usando matemática, lenguaje y ciencias.

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