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Sus hábitos hacia la lectura se remontan a su niñez; primero con libros ilustrados que llamaban su atención, desarrollando así una habilidad visual que le permitió hacer una primera lectura oral de las imágenes y relacionar el texto con situaciones, objetos y personas de su primer entorno. Luego vinieron los libros con lenguajes sencillos, de su interés, claro, hasta que pasó a formar parte de la Academia Literaria de su colegio, el San José. Fue ahí donde dio rienda suelta a una habilidad: la escritura. “Me encanta escribir, expresar a través de las palabras situaciones que me emocionan, historias que me conmueven o cualquier hecho que me inspire tomar el lápiz y el papel”, dice.
Agradece a su madre el haberle inculcado la lectura desde temprana edad. “La ayuda de los padres es esencial para impulsar un proceso de aprendizaje”.
El primer libro que tuvo entre sus manos fue Orgullo y prejuicio; su primer ensayo, un poema romántico. “Cada paso que daba en este fascinante mundo de la lectura me llevó a dar otro paso más firme. De una etapa pasé a otra y estoy feliz escribiendo. En un futuro me veo siendo escritora, quiero desarrollar esta veta y, a través de ella, fomentar el hábito de la lectura que tanta falta nos hace. Quiero publicar novelas, ficciones... Estoy analizando seguir la carrera de Letras, mientras voy a seguir participando de más talleres que incentiven la lectura y la escritura”.
Encuentra motivación en todas las ramas de las artes. “Soy muy emocional, me encanta el arte; todo lo que tenga que ver con la pintura, música, danza. Todo me transmite amor y pasión, sentimientos que plasmo en el papel”, admite.
Sobre la Academia Literaria señala que son espacios de fortalecimiento cultural. “Se intercambian opiniones, una se cultiva y va progresando, mejorando y ampliando las ideas. Desde el primer año soy miembro destacado y eso representa un aliciente muy grande. Ya tengo dos publicaciones grupales de la academia y otra, también grupal, titulada La Vorágine, del taller de la Biblioteca Nacional”, cuenta orgullosa.
Los jueves asiste a un taller literario, en el Club Centenario. “Soy la más chica del grupo, pero igual me permiten desarrollarme y estoy muy agradecida por eso”.
Su libro de cabecera es El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. “Es una novela filosófica que retrata la obsesión sobre el poder de la juventud y la belleza, y la idea de que estas nos eximen de las responsabilidades que tenemos sobre nuestros actos. Es, también, una reflexión sobre la naturaleza del arte y la belleza. Otro texto es Demian, de Hermann Hesse, una novela que construye la vida emocional de un personaje y describe el camino hacia el descubrimiento de su verdadero ser. El lobo estepario es otro libro del mismo autor; una lectura metáforica y mentalista. “Hay que leer todos los géneros. Leer los clásicos nos hace conocer nuestro pasado y entender el presente”, reflexiona.
Se prepara para escribir su primer libro. “Es un gran desafío atraer hacia la lectura en estos tiempos en los que la tecnología distrae tanto, pero hay que incentivar la lectura, ya que es un hábito que no se adquiere en la edad adulta. Hay que enseñar desde niños. Tiene su recompensa; te ayuda a pensar, reflexionar, te instruye, te ayuda a formarte como persona”.
Fuera de esta pasión, juega al fútbol y ejecuta el violín o la batería. Pero la lectura es su mundo mágico.
ndure@abc.com.py
• Fotos ABC Color/Silvio Rojas/Gentileza.