Promocionar el Paraguay

Alejandra Amarilla, la impulsora del documental Landfill Harmonic, conversó con ABC Revista sobre el proceso de la película, las acciones que surgieron a partir de la proyección y su vida personal. Su fin primordial es hacer conocer al país e inspirar a la gente para que se anime a contribuir con proyectos sociales.

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La conmovedora historia de los niños que componen la Orquesta de Reciclados de Cateura fue llevada a la pantalla grande a través del documental Landfill Harmonic. En 90 min resume una historia de ánimo, sacrificio y triunfos, en la que niños y jóvenes convirtieron la basura en música. De esa vida de necesidades saltaron a escenarios del mundo. La orquesta tuvo la oportunidad de tocar con las bandas metaleras Megadeth y Metallica, y para personalidades como la reina Sofía de España y el papa Francisco. Viajaron al Medio Oriente, Japón, Noruega y otros países.

El proyecto de llevar esta historia al cine surgió de tres mujeres: Alejandra Amarilla, Gisella Duarte y Juliana Penaranda. Gisella, desde el Paraguay, ayudó con la etapa de investigación; Alejandra y Juliana trabajaron desde los Estados Unidos para el financiamiento. Los directores, Brad Allgood y Graham Townsley, se sumaron después de unos años y siguieron la visión femenina.

ABC Revista conversó con Alejandra Amarilla durante su breve visita para la presentación de La armonía del vertedero o Landfill Harmonic.

-¿Cómo fue la primera conexión con esta historia?

-En el 2009 viajamos al Paraguay con Juliana. Nos juntamos con Gisella Duarte (productora asociada de campo de Landfill Harmonic) y empezamos una investigación sobre alguna posible historia para contar. Nos enteramos del trabajo que Favio Chávez estaba haciendo con los niños y los instrumentos hechos de la basura. Pedí conocerlo y, luego de ese viaje, decidí filmar la historia.

-¿Qué querías conseguir?

-Ayudar y hacer conocer mi país. Empecé a involucrarme en la filantropía unos años después de mudarme a los Estados Unidos y fue allá que me nació el deseo de ayudar. Este sentimiento se acentuó luego de un viaje al norte de Uganda en el 2008 y de seguir escuchando que la mayoría de la gente no conocía nada del Paraguay. Empecé a darme cuenta de que era hora de encontrar una forma de hacer conocer al país e inspirar a la gente para que se anime a contribuir con proyectos sociales.

-¿En qué consistió tu trabajo?

-Mi trabajo como productora ejecutiva fue buscar el financiamiento de la película y supervisar la creación. Empecé el proyecto financiando personalmente. Estuve involucrada en cada paso del proceso, especialmente en la parte creativa, porque tenía una visión muy clara de lo que quería demostrar del Paraguay. Quería que fuese muy auténtica; resultado que quizás desde la visión de un extranjero quede un poco superficial, sencillamente porque no conoce nuestra idiosincracia. Pero, definitivamente, fue una labor de grupo y estoy tremendamente agradecida por el equipo de producción, porque todos han puesto tanto de sí para lograr el producto final que tanto queríamos.

-¿Cómo fue el proceso?

-Lo primero que hice fue contratar a Juliana Penaranda-Loftus (productora y codirectora de Landfill Harmonic), una amiga mía latina radicada en los Estados Unidos con experiencia en producción de cine americano. Ella estaba interesada por empezar a trabajar en proyectos de conciencia social y le interesó mucho la idea.

-¿Encontrar el financiamiento fue fácil?

-El financiamiento fue un trabajo muy difícil, considerando que es una producción independiente y estábamos filmando una película en un país no muy conocido. Al comienzo éramos solo Juliana, Gisella y yo trabajando en este proyecto, hasta que unos años después, tras el éxito del teaser de Landfill Harmonic, logramos contratar un equipo más grande. Se sumaron los directores Graham Townsley y, luego, Brad Allgood. Brad también editó la película completa e hizo un gran trabajo.

-¿Cómo fue toda la etapa de desarrollo?

-La primera etapa de desarrollo la hacíamos desde los Estados Unidos con Gisella en el Paraguay. Era ir conociendo a los niños y sus historias, tanto como la de Favio y su entorno. El trabajo consistía en ir sabiendo, de a poco, las dificultades que enfrentaban, lo cual nos inspiraba aún más para hacer este filme. Recaudamos la información sobre los personajes para poder crear una estructura de la historia; luego, definimos la clase de película y concluimos en un documental al estilo largometraje, con un principio, medio y final de la historia. Esto permite que el público viva con ellos sus momentos, formen parte de sus vidas y se identifiquen con los personajes. Las joyas en las historias, a veces, están muy escondidas y toma tiempo encontrarlas.

-¿La empatía se dio de manera natural?

-Cuando veníamos al Paraguay a filmar, por supuesto, los chicos, Favio y la comunidad de Cateura también debían ir conociéndonos, entender nuestras intenciones y sentir esa confianza que es necesaria. Con el tiempo, las cosas se dieron y se creó esa conexión.

-¿Cuánto tiempo de trabajo?

-Filmar un documental no es como una película de largometraje. No hay guión, es inesperada, y hay que seguirla y apostar por ella. Por eso fue un trabajo de seis años y no fue fácil.

-¿Qué fue lo que caló más hondo?

-Ver la transformación no solo de los chicos de Cateura, sino de los padres y la comunidad en sí. Ahora entienden el poder de las artes, la música, la cultura. No solamente en esa comunidad; el Paraguay entero puede apreciar lo que sucedió en Cateura.

-El documental, ¿deja un llamado a la acción?

-Sí. La película es una herramienta y ese fue su propósito: hacer un llamado a la acción. Nuestra tarea era hacer conocer el Paraguay, crear conciencia sobre los problemas de nuestro país e inspirar el deseo de ayudar. Ha estado sucediendo; la gente, al ver la película, quiere saber cómo pueden ayudar. Nuestra página web que aparece al final de la película, www.landfillharmonicmovie.com, lleva a las personas interesadas a las opciones de ayuda. Por otro lado, Favio y los padres de los chicos crearon una Asociación de Padres y, junto con la orquesta, tienen proyectos para mejorar las viviendas; aportar a la educación, la salud y la escuela de música en Cateura. También hemos conectado una organización sin fines de lucro aquí en Los Ángeles, llamada Go Campaign, con la orquesta de Cateura, que recauda fondos para ellos. Cada donante elige dónde quiere su donación. Todo tiene su fin específico y Favio lo tiene muy organizado. También hay una organización en Vancouver llamada Instruments Beyond Borders, que dona instrumentos musicales a orquestas juveniles en necesidad y recauda fondos para apoyar programas de educación musical. Ellos han apoyado a la orquesta también. Sería fascinante que este tipo de proyecto, que Favio está encaminando, sea duplicado en otras áreas de necesidad en el país.

-¿Cómo te sentís ante el impacto que tuvo el filme en la vida de las personas?

-Creo que, más que como profesional, me ha impactado como paraguaya y madre. Ver ahora las oportunidades que tienen los chicos, ver esas “estrellitas” en sus ojos es lo que me ha dado más satisfacción. Es increíblemente emocionante. Personalmente, me doy cuenta de que ese sueño que tuve y lo hice sin mucha experiencia ha logrado su objetivo. Eso me llena de gratitud. Yo también aprendí lo que es soñar y lograr algo a través de esta película.

-¿Cómo aterrizaste en este mundo?

-Siempre me fascinó el cine, pero no tuve la oportunidad de estudiar Cinematografía. En mi “época” no había tanta diversidad en áreas de estudio ni muchas oportunidades en ese ramo. Luego, en el 2007, una amiga empezó a trabajar en un documental sobre el poder de la creatividad, para una organización sin fines de lucro llamada Free Arts of Arizona, que utiliza las artes para ayudar a niños en situaciones de abuso o sin hogar. Es un programa increíble, y ambas entramos en este proyecto para apoyarlos y recaudar fondos. Esa fue mi primera experiencia en cine.

-¿Qué otros proyectos hay en puerta?

-Estoy en la etapa inicial del largometraje basado en la historia de la orquesta de Cateura. Esto ya tendría un guión y sería con actores profesionales. Este proyecto está encabezado por uno de los productores ejecutivos de Landfill Harmonic (Madero) y seré parte del proceso, pero de una forma menos intensa. Además, siempre he tenido una historia específica sobre el Paraguay en la cabeza; quizás algún día la realice. Pero prefiero no comentar sobre esto hasta que algún día se haga realidad.

-¿Está complicado producir actualmente?

-Mi situación fue diferente a muchos y no podría hablar en general. No fue fácil, pero creo que si uno tiene una historia original y auténtica, se pueden lograr grandes cosas. Hay que tener confianza en lo que estás haciendo y apostar en ello; aunque algunos te cierren puertas, en algún momento alguien te abrirá una ventana. Es todo lo que necesitás para empezar a lanzarte.

-Ahora contanos sobre tu vida personal.

-Tengo tres hijos divinos: mellizas de 11 años y un niño de cinco. Vivimos en Los Ángeles. Mi exesposo y padre de mis hijos vive cerca de nosotros y nos dividimos el tiempo para estar con ellos. Va funcionando muy bien el sistema; nos aseguramos de que los chicos tengan buena calidad de tiempo con ambos. Estoy en pareja hace un poco más de un año. Según él, debe ganar el premio por haber sido la persona que más vio Landfill Harmonic. Me acompañó a todos los festivales de cine que pude ir y me apoya incondicionalmente.

-Contenta, me imagino.

-La verdad que sí. Ahora quiero tomar un descanso laboral para pasar tiempo con mis hijos y Bob, luego de Landfill Harmonic. Quiero poder voluntariar más en sus escuelas y tomarme mi tiempo con ellos. Los chicos están creciendo y el tiempo vuela, especialmente cuando uno está ocupado. No me gusta cocinar, lastimosamente; aunque prometí aprender en cuanto tenga más tiempo. Hago yoga y voy al gimnasio regularmente; es una hora que siempre aseguro tener en mi horario. También, me gusta mucho el tenis, aunque en los últimos años juego mucho menos que antes. Soy una persona que mantiene las amistades de siempre. Me encanta pasar tiempo con mis amigos del Paraguay y, ya con mis 17 años viviendo en el exterior, he tenido la suerte de crear amistades hermosas. Son mi familia, ya que no tengo familiares aquí.

ndure@abc.com.py

Fotos ABC Color/Gustavo Machado/Archivo.

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