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El prefijo poli significa “muchos”; a partir de ahí, el poliamor consiste en amar a varias personas a la vez, pero, según los que lo practican, de forma consensuada y consciente. “Es la unión con varias personas, que tienen en común una relación amorosa e íntima; todo esto, con el pleno conocimiento y consentimiento de todos los involucrados en esta relación”, define Nena Zelada, sicóloga clínica.
La palabra fue acuñada a principios de los 90 y aquellos que la defienden consideran que el amor no tiene que estar restringido, porque si realmente querés a alguien, le deseás lo mejor, y eso incluye poder ampliar su vida amorosa y sentimental. Es decir, “andar” con otros. En este tipo de relaciones, en ocasiones, suele haber una pareja más importante, pero siempre depende mucho de los involucrados en la relación. Hay quienes no aceptan a una de las parejas (en el caso de que sean tres o cuatro personas a la vez), lo que provoca ciertas discusiones o dificultades en las relaciones.
“Todo depende del consenso entre los integrantes del grupo”, aclara. Y lo más importante: no hay terceros en discordia. Las personas que desean unirse con otras saben perfectamente de qué se trata y que ninguno es propiedad de nadie, salvo que alguna de las parejas desee comprometerse solo con una persona. Es decir, todos saben que no son la “catedral”, sino “capillas”.
¿Y el amor?
“El amor aquí no tiene mucho que ver, ya que amar implica dar la vida por el otro, donarse al otro, amar tal cual es ese ser, sin pedirle nada a cambio; solo amar”, explica. En cuanto al concepto convencional de pareja, se toma en cuenta no solo a dos personas que se unen para hacer una familia, sino a un grupo de personas que desea unirse con una postura diferente. “Las personas unidas en poliamor refieren amar sinceramente a cada uno de los que integran la relación, sin excepción. La importancia del amor, según ellos, es la comunión y comunicación entre los que conforman el grupo, ya que todos consienten la relación”, refiere.
“Nuestra sociedad siempre fue poliamorosa, porque la monogamia nunca existió como hecho social, pero sí como hecho jurídico, porque es una forma fundamental de transmisión de la herencia”, afirma Ángel Estigarribia, filósofo y catedrático universitario. El matrimonio, en ese sentido, es importante, incluso para el Estado, porque es una institución estatal; como base, transmite los primeros valores de la sociedad.
“La relación monogámica, como hecho, es una ficción. El poliamor es una constante en nuestra sociedad desde hace mucho tiempo. Lo que hoy se discute es si hacerlo público o no, porque su práctica siempre fue clandestina”, prosigue. Siempre fue injusta, porque había una pareja “oficial” y “la otra”. Esta última no tenía los mismos derechos que la primera.
“Ya en el siglo XIX, Marx manifestaba que la pareja monogámica heterosexual ‘normal’ se mantenía gracias a la infidelidad y la prostitución. Era una válvula de escape para que se mantenga esa estructura”.
Para Estigarribia, la pareja matrimonial solo responde a una necesidad económico-social. Históricamente, el matrimonio era una decisión de la familia, de los jefes de las tribus, del príncipe o del señor feudal, pero eran los padres los que casaban a sus hijos. “Recién en el apogeo del Renacimiento comienzan las decisiones individuales. Por eso, Romeo y Julieta son un símbolo de la rebelión contra el sistema, porque son dos personas que deciden, porque se aman, vivir juntos y no por decisión de la familia”, expresa.
El matrimonio nunca representó al amor, sino más bien una necesidad social para transmitir el apellido, herencia, entre otras cosas. “Pero nunca tuvo que ver con el amor. Por eso, se admite, aunque de manera clandestina, la infidelidad”, asegura. En sociedades como las nuestras, el matrimonio es un contrato hasta la muerte, pero en sicología se sabe que el enamoramiento dura entre dos y cuatro años, en promedio. “Uno se enamora muchas veces en la vida; sin embargo, el contrato matrimonial es para siempre. Entonces, hay un conflicto entre el hecho jurídico y las necesidades amorosas de las personas”, subraya.
Para Zelada, formar una familia es decisión de cada uno. Así como una persona desea adentrarse a una relación poliamorosa, existen hombres y mujeres que desean ser padres o madres. “La familia tiene un objetivo y está al servicio de la sociedad; la relación poliamorosa, no, y los que la practican prefieren hacer su voluntad hasta que su corazón o razón les dicte lo contrario, y libremente pueden ponerlo en común con los demás miembros de su relación poliamorosa el dejar este tipo de relación”.
Por su parte, Estigarribia considera inviable este tipo de relación por un buen tiempo en nuestra sociedad y lo que vemos ahora es su aceptación social, aunque no legítima, porque siempre existió, pero debe haber un cambio en la sociedad. “Una cosa es la relación de jóvenes solteros, por corto tiempo, pero para personas mayores que desean tener una relación poliamorosa de convivencia, implica responsabilidades: manutención, salud, etcétera, que tienen que ver con una relación de pareja”, resalta.
Asegura que ninguna sociedad está preparada de manera jurídica y política para sostener una relación poliamorosa de manera orgánica, legal, pública y con todos los derechos que tiene la pareja normal, actualmente. “Pero la relación poliamorosa existió, existe y existirá siempre, porque la voluntad de amar supera la institucionalización”, asegura.
Pero hay que tener claro que la poligamia significa una persona (hombre o mujer) casada con más de una de su mismo género. En cambio, el poliamor no pone énfasis en el matrimonio, y la posibilidad de tener varios amantes no se limita a uno de los géneros.
Para Zelada, el poliamor podría ser una manera de querer llenar esa huella emocional no sanada con nuestros padres responsables en nuestra niñez, o buscar sentirse fuerte para enfrentar el desafío que implica una relación de a dos, una única unión.
Lo único claro en este tema es que, para las personas poliamorosas, la monogamia no satisface sus necesidades afectivas o sexuales. Tal vez, es una manera de buscar a la persona adecuada o porque su relación no está funcionando. Lo cierto es que tendencia, o no, las relaciones poliamorosas van ganando terreno.
Fotos: ABC Color/Javier Cristaldo/ Pixabay.