Pinceladas de la guerra

La guerra no fue solo de los héroes, no se vivía solo en los campos de batalla y ningún soldado iba impecablemente vestido. “Hubo mucho alrededor de lo que nunca se escribió”, dice Eduardo Prayones, quien escribió e ilustró sus propias Pinceladas de la Guerra de la Triple Alianza.

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Don Eduardo Prayones (82), ganadero argentino-uruguayo, lleva en el Paraguay unos 45 años y perdió la cuenta de las décadas que lleva leyendo sobre las guerras del Paraguay, la milicia y el campo. Son sus pasiones; algo que queda a la vista con solo entrar a su casa: todos los espacios están llenos de objetos, cada uno con una historia particular.

Entre sus soldaditos de plomo, cuadros históricos, reliquias de guerra y pequeñas vaquitas de madera, nos recibe para hablar de su primer libro: Pinceladas de la Guerra de la Triple Alianza, y cuenta que es algo que llevó en la cabeza por muchos años. Aunque no se explica por qué no lo hizo antes, está conforme y ya se prepara para el segundo libro, que será sobre la Guerra del Chaco.

Según el autor, que no es historiador ni dibujante profesional, el principal objetivo en la materialización de este proyecto fue hacer algo atrayente, contar aspectos que no se hablan usualmente. Así, el material contiene relatos de la gastronomía, o el papel de las mujeres que se quedaban en sus hogares mientras todos los hombres de la familia iban a pelear o de aquellas que –a pesar del duro contexto social en el que vivían– se animaban a ir a ayudar en los campos de batalla. “Se habla de la gente normal, las amas de casa, los soldados, cuyos nombres no aparecen en ningún lado; es esa la gente que hizo la guerra”, asegura.

Prayones explica que sus textos son una interpretación que él se formó de la época, basado en todos los años de estudio e interminables conversaciones con historiadores y ancianos. “Las mejores historias son las que se cuentan de boca en boca, de generación en generación. Pero ello no implica que no necesitan ser resguardadas e inmortalizadas”, dice.

Además, afirma que “no es un libro lopista ni antilopista. Me remití a narrar, sin críticas de por medio ni pretensiones políticas”. El lenguaje de este tomo es coloquial, ya que Eduardo busca que sea un libro que se pueda leer en familia, atrayente para personas de todas las edades y no se considere esta parte de nuestra historia como algo aburrido.

Pero, sin duda, uno de los aspectos que más llama la atención en el libro es la ilustración, que fue hecha por el propio autor. “Constituyeron muchos años de trabajo y la parte más complicada fue, sin duda, seleccionar qué piezas incluir y cuáles descartar”, comenta.

Sus trazos a mano alzada y los colores que empleó le dan un toque atractivo y jovial. Eduardo dedica horas enteras de su día a día a sus ilustraciones y las hace en su pequeño estudio-taller, un lugar en el que, entre lápices de colores y lapiceras, reposan herramientas de grabado, taladros y tornillos. Es su espacio de creación.

El libro fue lanzado en los últimos días del 2018 y está a la venta en numerosas librerías de la capital, aunque poco a poco va logrando introducirlo en librerías de Argentina y Uruguay, países en los que el público tiene una gran sed de versiones paraguayas de la contienda.

“Apuntamos a que este libro sea una pequeña contribución cultural para las próximas generaciones. Por ello, se donarán ejemplares a las principales instituciones culturales del país, bibliotecas, museos y centros culturales”, finaliza el autor.

Eduardo dedicó muchos días de su vida a la apasionante lectura, investigar y dibujar por pura pasión, ya que laboralmente se dedicaba al campo. Para hacer realidad este sueño, contó con el apoyo de su hijo Eduardo Prayones Moor, quien fue editor general del libro; la revisión histórica fue de Eduardo Nakayama; la edición, de Flavia Laterza, y el diseño gráfico, de Celeste Prieto.  

Por mbareiro@abc.com.py • Fotos ABC Color/Claudio Ocampo/Gentileza.

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