Pasión que da vida

Tiene más de 100 maratones en su vida y no por haberse iniciado desde su niñez en las corridas urbanas. Hugo Mujica empezó a correr a los 39 años y se destaca por su constancia hasta hoy. Veinte años después de ese inicio tardío, sigue entrenando por su pasión al deporte que le cambió la vida.

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Barrio Jara lo vio nacer y “malcriarse”, pues en sus calles emprendió sus primeras carreras para hacer los mandados y jugar con sus amigos de la cuadra. En su juventud, obligado por las necesidades y casi desesperado por la falta de opciones laborales en nuestro país, Hugo Mujica decidió emprender rumbo y buscar una nueva vida muy lejos de todo lo que conocía hasta entonces: se aventuró al “sueño americano” a los 24 años.

Llegó a Nueva York, Estados Unidos, con muchos sueños y se esforzó, como solo saben quienes se aventuraron alguna vez a emigrar, para conseguir el bienestar del que hoy disfruta con la familia que formó. Se dedica hasta hoy, a sus 59 años, al rubro de la construcción y, cada vez que puede, emprende un viaje para ver a su familia que vive en el Paraguay.

Llevó una vida “normal” hasta los 39 años; incluso, con algunos excesos: pesaba 140 kg y fumaba, aunque en su juventud había practicado fútbol en clubes como Sport Colombia y Sol de América. Desde que fue a los Estados Unidos no había hecho deportes hasta que una conocida le hizo una, para entonces, peculiar invitación. “Me propuso participar de una carrera para juntar dinero, para la fundación Sloan Kattering Center, de ayuda para las personas con cáncer”.

Después de informarse al respecto y conocer las cifras de enfermos a los que ayuda la fundación, la motivación fue suficiente para él. Empezó a entrenar y un año después, habiendo dejado el cigarrillo y perdido más de 50 kg, se aventuró a su primera maratón... la de Nueva York, una competencia que es todo un lujo y el mayor objetivo de todos los corredores, pues reúne a miles de participantes de todo el globo.

Sus hábitos habían cambiado por completo. A su rutina diaria se le habían restado horas de ocio y agregado, inamovibles, las horas de entrenamiento; algo que sorprendía a su familia, pero lo tomaron con respeto, ilusión y un gran entusiasmo, ya que empezaron a notar los cambios positivos que Hugo experimentaba.

La maratón de Nueva York fue solo una entrada triunfal a un mundo en el que sigue inmerso. Desde entonces no se ha detenido y, como mínimo, participa dos veces al año en las competencias de 42 km. Hoy, lleva más de 100, con un tiempo promedio de 3 h, 22 min, y todas a beneficio de la misma fundación.

Vacaciones para correr

A partir de entonces, reservaba sus vacaciones para viajar a las maratones de otros países, como Francia, España, Inglaterra, Australia, Alemania, Holanda y Suiza. Pero no solo participa en estas, sino también en carreras de otras distancias. “Una vez que entrás a este mundo, se vuelve una adicción; siempre tenés ganas de más. Lo mejor es que es algo sano, adictivo, pero bueno para la salud, así que hasta ahora sigo participando de todas las carreras que puedo. No se trata de ganar ni quedarse con uno de los primeros puestos, no; sino de la alegría y adrenalina de llegar a la meta en el tiempo que sea, pero llegar”.

Hugo está siempre pendiente de su amada tierra natal. Fue un gran placer para él participar de la media maratón de ABC Color, en 1997, por primera vez en su país. “Hoy puedo ver con emoción cómo esto pasó de ser algo amateur a tener un excelente nivel; incluso, con atletas que clasificaron a las Olimpiadas de Río de Janeiro por mérito propio (en referencia a Derlis Ayala y Carmen Martínez), pero que solo empezaron en carreras locales. Es algo de lo que todos los paraguayos deberíamos estar orgullosos”.

Para ganar vida

“Además, la cantidad de participantes es cada vez mayor y cómo no sentirse contento con esto, si el deporte es tan bueno para todas las personas; es bueno para la salud y la vida. Yo, con mis 59 años, estoy preparado para correr 100 millas en un día”.

Hugo, con humildad, dice: “Yo no soy nada. Empecé casi a los 40 años, una edad a la que la mayoría piensa que ya no se puede hacer nada, pero me encantaría decirles que no es así. Llevaba una vida de excesos y pude conseguirlo, porque el deporte te llena de energía; por ello, puedo afirmar que hace bien, pues uno se siente con muchas más ganas para todo. Por eso les animo a todos a que se atrevan, no precisamente para ganar premios, sino para ganar vida”.

mbareiro@abc.com.py

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