Pasión en el escenario

Nicolás Joaquín es un joven de 17 años que abrazó la danza clásica para sobresalir. Con verdadera pasión, se abre camino tomando clases en las mejores compañías de ballet, la de Colón entre ellas, y ahora está próximo a aterrizar en la Ellison Ballet de Nueva York.

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Nicolás es menudito, pero se vuelve un gigante cuando pisa un escenario. Su primer contacto con el arte le llegó a los siete años, para ser exactos, y con el total apoyo de sus padres. “De chico sentí la necesidad de dejarme llevar por los movimientos..., escuchaba música y me dejaba llevar. No encontré obstáculos en mi familia para desarrollarme en el arte”, recuerda Nicolás.

No tardó en inscribirse en una academia y comenzar a forjarse camino a la par de sus estudios primarios y secundarios, hasta que llegó la oportunidad de mejorar su eficiencia en la escuela del Teatro Colón. “Tenía 15 años cuando audicioné. Estábamos varios jóvenes de mi misma edad, pero, considerando mis avances, me ubicaron entre los de 18 años. Audicionamos 22 y, finalmente, quedamos cuatro bailarines. La beca fue de dos años; tuve buenos maestros, trabajé con profesores rusos y argentinos. Profesionalmente me contrataron en la compañía y eso me ayudó a crecer, a abrir la mente. Obtuve el título de bailarín profesional de danza clásica”, expresa.

Sin duda, ama la danza, el arte. A un par de meses de cumplir 18 años se le abren nuevas puertas. “Después de solicitar una audición y haber enviado mi video para la escuela Ellison Ballet de Nueva York, me aceptaron con una beca completa para realizar el curso de verano, exonerado del gran gasto que implica realizar cursos en dicha escuela, reconocida internacionalmente. Resaltaron que fui aceptado gracias a mi gran talento y potencial. Para mí es un placer y honor formar parte del alumnado de una escuela tan prestigiosa, que busca el más alto nivel de la educación del ballet clásico, además de poder desarrollarme con fluidez en varios estilos de danzas, con miras a una carrera profesional”, asegura Nicolás.

De visita al Paraguay, antes de emprender nuevamente vuelo, pasó por la Escuela Municipal de Ballet. “No hay nada mejor para un artista que ser reconocido en su tierra. Es un orgullo decir voy a bailar en casa”, admite.

Si bien a su paso por nuestro país dejó una estela de su talento, nuevos horizontes se vislumbran en su incipiente carrera. “Estoy trabajando duro para lograr mis metas..., uno obviamente espera formar parte de alguna compañía prestigiosa y ser reconocido, pero mientras espero que eso suceda, sigo aprovechando las oportunidades, porque no es fácil y hay mucha competencia. Lo seguro es que no voy a decaer en mi objetivo”.

En este camino menciona a sus grandes maestros, entre ellos: Laercio dos Santos —de nacionalidad brasileña— a los cubanos Maira Riveros y Rolando Candia, a los compatriotas Miguel Bonnin y Laura Medina, y al ruso Vitalij Iakovlev. “Con ellos fui aprendiendo las técnicas, sintiendo la pasión de subir a un escenario y dejarme llevar por las emociones, los sentimientos, madurando en lo personal y en el escenario”, afirma.

A la par de la danza, Nicolás continúa capacitándose. “Mis estudios terciarios no voy a descuidar. Estoy queriendo seguir la carrera de Kinesiología, Reflexología, Nutrición, profesiones muy afines a la danza y, por supuesto, no descarto la posibilidad de abrir mi propia escuela, además de transmitir mis conocimientos a quienes pueda interesar, formar parte del mapa, que la gente pueda decir: ‘Voy al Paraguay a estudiar’, sería lo más y soñar no cuesta”.

Dice que el éxito viene del amor que uno le pone a lo que hace. “Yo vivo para la danza, sueño danza, duermo danza... Me encanta el arte, aprecio todas las manifestaciones artísticas y apunto bien alto, compartir y dar lo mejor de mí en los escenarios”.

Esos momentos de brillar, de realizar roles protagónicos son únicos, aunque, a la vez, de mucho compromiso. “Invierto muchas horas de entrenamiento para lograr una carrera respetable y poder vivir de lo que realmente me apasiona: el ballet clásico”.

ndure@abc.com.py

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