Paraguaikue

La novela Genocidio guaraní, de Marcos Ybáñez, describe un Paraguay desdibujado, que ha exterminado silenciosamente a sus pueblos originarios. Habla de un país que se está extinguiendo y cuyas fronteras están desapareciendo bajo un mar de soja.

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El periodista y escritor Marcos Ybáñez —preocupado por la situación en la cual se encuentran nuestros pueblos originarios y, además, de lo que él considera la invasión de nuestras fronteras del Brasil— decidió realizar una investigación por cuatro años con un recorrido exhaustivo por esos lugares.

Incentivado por su descubrimiento, redactó su novela Genocidio guaraní, una pintura del Paraguay actual a través de la visión de Ñamandú, el protagonista. “Un país desmembrado territorialmente, cuyos hitos, que antes demarcaban los límites con el Brasil, han desaparecido”, afirma.

Ñamandú encuentra, también, en su recorrido, un país estancado en la Guerra de 1870, que no ha resucitado desde la muerte del mariscal López y al cual, más de un siglo después, el Imperio del Brasil continúa despojando. “Nos está sacando las últimas tierras que nos quedan. Antes de esa guerra, el Paraguay era un país muy desarrollado. Pero le cortaron las alas y el pájaro campana no puede retomar el vuelo”, enfatiza.

La postura de Ybáñez ante la contienda no fueron tres, sino cuatro, con Inglaterra, contra nuestro país. “Hasta hoy la guerra continúa. Brasil realiza un doble genocidio”.

Los fazendeiros brasileños toman el Paraguay como su chacra, un paraíso fiscal, y se instalan en nuestras fronteras porque nuestras minorías, los funcionarios no funcionan y lo permiten. “Prefieren su bienestar y bolsillo antes que preocuparse de lo que ocurre en el país; los militares están ocupados en guerritas internas o en el norte detrás del EPP y se olvidan del resto del país. Si nuestra soberanía es totalmente violada, ¿qué es lo que vamos a tener los próximos años?”, inquiere.

Ybáñez reconoce que su principal motivación para escribir esta novela fue ver que hoy el paraguayo es extranjero en su propia tierra. “Paraguay se ha convertido en el paraíso de los extranjeros, principalmente de los brasileños; sin embargo, los paraguayos viven como parias. Y los jóvenes son los más perjudicados, porque no tienen la más mínima oportunidad de desarrollarse, por lo cual están huyendo todos”.

Remarca que la zona urbana se ha vuelto un depósito de seres humanos, de campesinos mendigos, porque ya no hay qué hacer en el campo. Los únicos que se quedan son los ancianos que, prácticamente, ya no sirven para el trabajo de campo y no pueden sustentar tantos hijos, que se quedan sin tierra, sin educación, sin nada. La chacra ya no rinde, no hay buen pago por la cosecha; además de que todos los vecinos están perdiendo sus tierras, porque están siendo invadidos por los brasileños.

Admite que su principal objetivo con esta obra es advertir que si en los próximos cinco años no se toma en serio la defensa de identidad y de nuestra soberanía, el país se extinguirá. “Progresivamente, nos estamos convirtiendo en una colonia del Brasil, porque nuestras florecientes colonias han sido sustituidas por las brasileñas. Todas las fronteras, actualmente, son propiedad brasileña; los idiomas que se hablan son el portugués y el portuñol”.

Revela que en esos lugares solo se ve canales brasileños, en la escuela cantan el himno brasileño, se comercia con el real y escuchan radio en portugués. Los niños conocen más de historia brasileña o argentina que la nuestra. “Lo más triste es que nos estamos autodestruyendo y, a la vez, somos destruidos desde afuera bajo nuestra mirada pasiva. El consumismo nos absorbe y distrae de los verdaderos problemas. No somos capaces de ver que estamos rematando nuestro país”.

Subraya que es un país rico en cuanto a su naturaleza, cultura; tiene una identidad admirada en el mundo, con lengua propia. “Lo que ocurre es que nos gobierna una minoría”. Los grandes partidos tradicionales surgieron luego de la contienda bélica; a partir de entonces, nos hemos convertido en una sociedad dependiente. Cada partido emergente fue o había sido impuesto por los extranjeros. “Paraguay tiene los peores políticos del planeta. La palabra política está unida a la vocación del ser humano de trepar y conseguir dinero fácil”.

Insiste en que no son servidores públicos y no se sirven del pueblo. Aspiran a la política para conseguir cargos y dinero, y no el bien común. “No tienen un compromiso con la gente del campo. Mientras estos grupos minoritarios impuestos sigan gobernando para intereses extranjeros, no podremos salir de esta situación. No hay un pensamiento propio. Nos quitaron el derecho a pensar”.

A Ybáñez le tomó cuatro años de investigación, de recorrido por todo el territorio de nuestro país redactar esta obra. “Es también un recorrido por la triste historia de nuestra geografía, que hoy se nos presenta totalmente desdibujada. Todo lo que nos enseñaron son vestigios de la dictadura; no hemos aprovechado el bicentenario para hacer una revisión histórica”.

Ybáñez encontró el vergonzoso desplazamiento de las comunidades campesinas e indígenas del campo a la ciudad. Invadidos por los brasileños, entonces invaden, a su vez, la zona metropolitana. A consecuencia de esta nueva guerra de la soja, el campo se ha quedado sin campesinos; vienen todos a las zonas urbanas o huyen hacia la Argentina o España. Tenemos ya casi más paraguayos fuera del país que dentro de nuestro territorio por falta de desarrollo interno. No crece más allá de Calle Última, entonces, ese es el país que retrata en la novela.

mpalacios@abc.com.py 

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