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Cuando están en época escolar y más en las de exámenes, los niños deben readaptarse a clases, horarios y obligaciones. El siguiente reto para los padres consiste en conseguir que sus hijos mantengan un óptimo rendimiento y obtengan buenas calificaciones.
Según estudios recientes, existen dos errores frecuentes y contraproducentes que cometen los adultos en detrimento del aprendizaje infantil, y que conviene corregir si desean que sus hijos aprendan más y tengan mejores notas.
Primer y segundo hijo
Los padres tienden a creer, equivocadamente, que el hijo mayor es más capaz en la escuela que su segundo hijo, pese a que los precedentes puedan indicar que ambos son igual de capaces, lo cual se traduce en que el de menor edad suele acabar rindiendo menos, de acuerdo a un estudio de la Universidad Brigham Young (BYU) en Utah (EE. UU.), (http://home.byu.edu).
Esta investigación de la BYU encontró que las creencias de los padres sobre sus hijos —y las comparaciones que efectúan verbalmente en presencia de los niños— pueden hacer que las diferencias entre ambos hermanos se magnifiquen en la vida real, según el profesor y autor principal del estudio, Alex Jensen.
Jensen y la coautora, Susan McHale, de la Universidad Estatal de Pensilvania o Penn State (www.psu.edu), observaron a 388 hermanos adolescentes primogénitos y segundogénitos, y a sus padres, de los Estados Unidos.
Los investigadores preguntaron a los padres qué hermano consideraban que era mejor en la escuela y la mayoría de ellos respondieron que pensaban que el primogénito, aunque en promedio el nivel de los hermanos era bastante similar, según constataron los investigadores.
Las creencias de los padres acerca de las diferencias entre hermanos no estaban influenciadas por las notas anteriores, pero en cambio, los expertos de la BYU descubrieron que las notas futuras de los adolescentes sí fueron influenciadas por las creencias de sus progenitores.
El chico que los padres consideraban más inteligente tendía a hacerlo mejor con el paso de los cursos, en tanto que los niños considerados menos capaces tendían a obtener una nota media relativamente peor en los años posteriores, según comprobaron.
“Los padres se inclinan a ver a los hijos mayores como más capaces, pero en promedio no lo hacen mejor en la escuela que sus hermanos menores”, asegura Jensen, para quien esta situación tiene el potencial de convertir a los niños en hermanos muy diferentes entre sí.
La única excepción en el estudio ocurrió cuando el primogénito era un chico y el segundogénito era una chica. En ese caso, los padres creían, en general, que la hermana era más competente académicamente que su hermano varón, lo cual, al menos, en términos de notas parecía ser verdad, según el estudio.
Entonces, ¿qué deberían hacer los padres para preparar a todos sus hijos para el éxito en la escuela? “Es difícil que los padres no se den cuenta o no piensen acerca de las diferencias entre sus hijos, y eso es natural, pero para ayudar a todos los niños a tener éxito, deben centrarse en reconocer los puntos fuertes de cada uno de sus hijos y tener cuidado de no verbalizar las comparaciones ante ellos”, reflexiona Jensen.
Para mejorar
Por su parte, la Universidad de Michigan (UM) propone a los padres un “examen sorpresa” para hacerles reflexionar al comienzo del nuevo año escolar:
¿Qué hace cuando su hijo trae malas notas a casa?
A) Lo sermonea.
B) Lo castiga, privándole de actividades como deportes o clubes.
C) Crea en su casa un ambiente que estimule el aprendizaje.
“Si quiere que su hija o hijo tenga éxito en los estudios, debe optar por la opción C, que conduce a que obtengan mayores logros durante la enseñanza secundaria o media”, responden los investigadores de la UM (http://umich.edu) en Ann Arbor (Michigan, EE. UU.).
“Asumir un enfoque punitivo, como darle un sermón, castigarlo o restringirle sus actividades, baja el rendimiento académico”, concluyen los expertos de la UM, cuyo hallazgo desafía la creencia generalizada de que las acciones duras de los padres conducen a un mayor rendimiento.
“Las estrategias de crianza punitivas, probablemente, son ineficaces para promover los logros cuando no abordan el problema de fondo que está causando el bajo rendimiento académico”, según la autora principal del estudio, Sandra Tang, investigadora en el departamento de Sicología de la UM.
Comunicación
En cambio, cuando los hogares tienen ambientes que estimulan el aprendizaje, así como unas interacciones cálidas entre padres e hijos, los niños obtienen mejores resultados.
“Son hogares en los cuales los padres hablan regularmente con sus hijos, les proporcionan libros y juguetes, y les ofrecen más recursos y oportunidades para el aprendizaje”, explica la sicóloga Tang.
Tang y la coautora del estudio, Pamela Davis Kean, profesora de Sicología en la UM, examinaron cómo los padres responden al progreso académico de sus hijos y después valoraron cómo afectó esa respuesta a su trabajo escolar de cinco años después.
En esta investigación se encuestaron a los padres de cerca de 500 niños, de edades entre 11-13 y 16-18 años, que describieron su entorno familiar y respondieron a las preguntas acerca de cómo reaccionarían si su hijo trajera a casa un boletín de calificaciones con notas inferiores a sus expectativas.
Las respuestas fueron separadas en dos categorías: punitivas (las que implicaban algún tipo de castigo) y proactivas (aquellas que implicaban una acción o intervención activa, destinada a asumir el control de la situación anticipándose a los acontecimientos).
Limitar las actividades no escolares es útil si el bajo rendimiento académico es el resultado de que el niño no pase suficiente tiempo en el trabajo escolar, pero no tanto si no entiende cómo resolver un problema de matemáticas, según las investigadoras.
Además, “castigarle y sermonearle no proporciona al niño habilidades concretas o estrategias para mejorar sus calificaciones”, según Pamela Davis Kean.
Las acciones disciplinarias punitivas pueden ser problemáticas para los preadolescentes que están intentando ser independientes y, además, pueden invocar sentimientos negativos acerca de la escuela, según advierten las investigadoras.
Tang y Davis Kean sugieren a los padres que, además de crear un ambiente positivo en su casa, evalúen si el bajo rendimiento escolar del niño se debe a un problema de aprendizaje y no de conducta, antes de decidir qué estrategia usar.
También indican que hablen con los profesores, quienes pueden recabar comentarios que les ayuden a entender las razones que hay detrás de la actuación de su hijo.
EFE Reportajes