Oda a la plantera

Ni bien uno se asoma a la encantadora Areguá, la larga avenida de planteras y objetos para el jardín alegra la vista. Es que la mayoría de los lugareños se dedican a moldear la cerámica, ofreciendo color y diseño durante todo el año.

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La creación de las planteras tiene todo un proceso que dura algunos días: selección de las materias primas, mezcla de estas, hasta que las habilidosas manos de los artesanos comienzan a dar formas con un aporte personal único.

Las particularidades y diferencias entre cada una se ven reflejadas tanto en los materiales y formas como en los acabados, pero sobre todo en la singular sensibilidad que le imprimen a las piezas cada uno de los creativos aregüeños.

Un recorrido por la encantadora ciudad permite apreciar variedad, diseño, color y mucho trabajo. “La gente tiene que tener en cuenta que un trabajo, a veces, lleva hasta días de elaboración”, explica Mirtha Alvarenga, propietaria de la alfarería Fleytas.

La labor de los artesanos dedicados a sacar del barro piezas artísticas es mucha. Lorenzo Salcedo y Kelaco Cabrera trabajan desde hace más de 20 años, conservando, promocionando y revalorizando las diversas técnicas alfareras. No conocen otro oficio que no sea este. El talento y la rapidez con los que elaboran son propios de quien sabe. “Muchos aprendimos de forma empírica y escuchando los consejos de los mayores”, coinciden.

Es que para esta forma de trabajar tradicional no hay nada escrito ni hay patrones de diseño. Todo viene enseñándose históricamente. El conocimiento y aprendizaje del alfarero se va desarrollando conforme se adiestra en el oficio. “Nos ingeniamos para decorar nuestras planteras; hasta usamos ruedas de los autitos de juguete”, cuenta Mirtha.

Con sol o lluvia

La propietaria también recuerda sus inicios en este trabajo. “Comencé vendiendo sobre mi cabeza; recorría las calles, con sol o lluvia, para sostener a mi familia. Chekane’õ ha osyryry che ry’ái, pero aha chupe”, cuenta.

Recuerda que antes las planteras quedaban con su color natural. “Se vendían así como salían del horno. Hoy invaden los colores. Tenemos que ofrecer cosas diferentes. Siempre buscamos algo nuevo para la gente”, asegura Mirtha.

Esa dedicación dio sus frutos. Amplió el local, herencia familiar de su marido, y junto con sus hijos trabajó con sacrificio. “Cuando comenzamos, era una zanja acá, en el km 28, pero poco a poco nos fuimos levantando. Seguimos distribuyendo a todo el interior; vamos por Villarrica, Caaguazú, Ciudad del Este, por todas partes”, cuenta orgullosa.

Y agrega: “Procuramos presentar lo más lindo que se pueda, para que adornen las casas. Mi hijo también se dedica a esto y está progresando; hace hermosas planteras de cemento y figuras de animales para los jardines, como ciervos, delfines, garzas, leones, todo lo que se le ocurra o pida”.

A cada paso que se da por Areguá pueden apreciarse planteras con diseños florales, de animales, de tonos lisos, con formas rectangulares, altas, medianas, de pared; en fin, un sinfín de propuestas para disfrutar de tus plantas. “Roñeha’ãmbaite”, reitera Mirtha.

Los complementos del jardín tampoco faltan. Cuadros de cerámica con paisajes muy autóctonos, los clásicos enanitos, honguitos multicolores, una infinidad de sugerencias, además de hermosos trabajos de herrería. “Es lo que sabemos hacer y ya se nos conoce por este trabajo”, afirma.

Y así como un pintor cuenta una historia en un cuadro o plasma algún paisaje, también el artesano aregüeño crea diseños llamativos que, luego, añaden personalidad a los espacios interiores y exteriores. Y van a continuar con su esfuerzo por promover la alfarería de la ciudad, con el propósito de inculcar a los niños, sus hijos, la tradición y así preservar con su quehacer de artesanos la identidad.

ndure@abc.com.py

Fotos ABC Color/Gustavo Báez.

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