Oda a la esperanza

La pluralidad de la obra literaria de María Eugenia Garay nos ofrece esta vez treinta y tres poemas épicos que narran el sufrimiento del pueblo paraguayo durante la contienda y rinden un homenaje al mariscal Francisco Solano López y a los guerreros del 70.

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Es sorprendente cuando un poeta toma una gesta histórica como si se tratara de un tema posible de reflexión poética y crea desde lo subjetivo su propia imagen de esa contienda y la convierte en poesía. Y no porque la guerra sea un tema que no está a la altura poética de otros tópicos, como el amor, por ejemplo, sino porque de un hecho histórico, la prolífica escritora María Eugenia Garay ha creado un panegírico, una alabanza, a través del cual rinde un homenaje a los guerreros del 70 y al mariscal López en conmemoración del 185 aniversario de su natalicio.

Hebras de remembranzas es una obra poética épica que relata en versos los infortunios del pueblo paraguayo durante la Guerra de la Triple Alianza, al igual que en La Araucana, de Alonso de Ercilla, o en la antigua Ilíada griega. “La obra consiste en un poemario épico compuesto de 33 poesías, porque Jesús murió en la cruz a los 33 años, y el Paraguay fue crucificado y después resucitó de sus cenizas. Son poemas en los que puse alma, corazón y vida, y están dedicados al pueblo paraguayo y a los héroes del 70”, refiere la autora y agrega que nuestro país fue exterminado. “Solamente sobrevivieron 114 000 personas, unos cuantos hombres, mujeres, ancianos, lisiados y niños. Y con eso se reconstruyó el Paraguay”.

Con prólogo de Ricardo Caballero Aquino, el poemario fue lanzado el 24 de julio pasado en el salón de actos de la Cancillería Nacional y fue presentado por el director general de Protocolo, José María González Ávila, en un acto presidido por el canciller nacional, José Félix Fernández Estigarribia.

La conjura

En cuanto al contexto de la obra, la autora afirma que es un canto al pueblo todo y, principalmente, al conductor de la Guerra del 70. “En la portada del libro está la fotografía del mariscal López, porque él fue quien dirigió la contienda. López tuvo muchos errores y muchos aciertos. Ya en 1857 se estaba gestando la Triple Alianza; Don Carlos atajó como pudo, pero no hay que olvidar que en 1862 ya vencían todos los tratados de límites y nuestro país molestaba porque era una potencia económica emergente, independiente, libre de deudas”, comenta.

En esa época —prosigue—, el Paraguay tenía flota mercante, ferrocarril, fundición de hierro, minas; se fabricaban barcos en los astilleros; se envió becarios a Europa. “Y esa gente vino y ayudó muchísimo a elevar en todo el nivel del pueblo”, sostiene.

La autora indica que Inglaterra estaba en pleno auge de su revolución industrial y su expansión, por lo cual quería materia prima a precios miserables para vender luego sus productos a precio de oro. “Entonces expoliaron nuestro país. Y estas grandes potencias no solo lo hicieron con nuestro Paraguay, porque América era un continente muy rico”.

Y fue entonces cuando se empezaron a encadenar factores externos que vinieron contra Solano López. “Lo fueron acorralando, y en 1857 ya hay un pacto secreto entre Urquiza —en quien López confiaba ciegamente, y ya lo estaba traicionando— y Paranhos, el creador de la diplomacia brasileña”, apunta.

El 18 de junio de 1864, en Puntas del Rosario, Uruguay, la suerte estaba echada. “Cuando allí se reunieron Saraiva, Elizalde y Flores, bajo la batuta de Edward Thornton —enviado de la reina de Inglaterra—, entonces ya habían armado el tratado secreto, mientras que López no tenía la más pálida idea de lo que iba a pasar”, cuenta.

El 1.º de mayo de 1865, ese tratado es protocolizado en Buenos Aires; los tres países firman el pacto. “Y tanto es así que López acude en favor del Uruguay, porque él veía que, geopolíticamente, si Brasil invadía Uruguay, enseguida vendría contra Paraguay, ya que éramos los países más chiquitos”, detalla.

Argentina y Brasil apoyan a Venancio Flores, quien realiza un golpe de Estado, con la ayuda de estas dos potencias. “Él sube y se viene contra el Paraguay. Luego, Sarmiento en una carta hizo decir: ‘Hay que matar a los paraguayos en los vientres de sus madres’”.

Tupã Dios

Para María Eugenia, López se vio en una encrucijada política, económica y social y de tiempo ineludibles. “Los seres humanos vivimos en un tiempo que está marcado por los hilos de un destino que desconocemos. Entonces decimos: ‘Debe haber un ser superior’, y le oramos”.

En este punto, la autora, tal como en los versos de la épica medieval en los que se describen las creencias y prácticas religiosas, en sus poemas entronca las dos culturas: la cristiana y la guaraní. “En estos versos, yo entrelazo Tupâ con Dios, porque nosotros tenemos las dos culturas: la mítica guaraní, que es riquísima, de los seres de los bosques, de las aguas, y cuando vienen los españoles nos traen la cruz y el Cristo, el Redentor. Este pueblo en mis versos se encomienda a ese Tupâ-Dios, que es una mezcla de ser mítico con el Dios cristiano”.

La autora refiere que estos son versos muy desgarradores, muy profundos, pero muy cantarinos como los arroyuelos de nuestra patria. “Que ya estaban esbozados e hilvanados y poco a poco se fueron entramando hasta lograr lo que es hoy: un canto a la esperanza. Y ahora con esta situación concreta que veo pasar a mi pueblo y que se toman medidas que son injustas para el Paraguay, porque es el pueblo el que sufre, entonces le dedico este poemario”.

Además, Hebras de remembranzas se adecua muy bien al 16 de agosto, en que se recuerda la batalla de Acosta Ñu, donde los niños defendieron nuestra patria. “Si bien es cierto que había veteranos a los que arrasaron, también estaban los niños para defenderse con sus pobres armas; algunos tenían fusiles y otros solo palos; chicos de apenas ocho, diez años, famélicos. Y a esos niños les hicieron las barbas postizas del marlo del maíz o de crines de caballos para que los aliados, de lejos, creyeran que eran hombres”.

La escritora resalta que si bien son versos de mucho dolor y de mucho heroísmo, también dentro de ellos está la esperanza de esos hombres que se jugaron por la patria. “Por lo cual nosotros tenemos que tomar ahora el estandarte y la antorcha de esa libertad, de esa soberanía, de esa convivencia armónica, de esa paz y hacer del Paraguay una tierra de promisión”.

Hebras de remembranzas propone una nueva imagen de los guerreros del 70 y muy en especial del mariscal López. Si bien se trata esencialmente de una obra poética, propone una interpretación diferente de la contienda alentando a la convivencia armónica y a la paz. “Espero que la lean y disfruten de mi obra. Sencillamente, le dedico al pueblo, y deseo que por fin podamos habitar en una patria libre y soberana y en esa tierra sin mal que tanto buscaron nuestros antepasados”, exhorta María Eugenia Garay, finalmente.

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