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Si seguimos la tradición de las anteriores 19 ediciones de los Mundiales de Fútbol, el próximo torneo que se celebra en Brasil lo debería ganar una selección americana, porque hasta ahora cada vez que la mayor competición futbolística ha tenido la sede en un país de este continente, el vencedor fue un combinado de esta procedencia.
Ocurrió en Uruguay 1930 (Uruguay), Brasil 1950 (Uruguay), Chile 1962 (Brasil), México 1970 (Brasil), Argentina 1978 (Argentina), México 1986 (Argentina) y Estados Unidos 1994 (Brasil). Desde el torneo estadounidense, la Copa del Mundo de fútbol no se disputaba en tierras americanas y ahora, 20 años después, llega a Brasil con la idea de que el trofeo de la FIFA no puede salir del continente.
Esa es la pretensión de Brasil y Argentina, las principales candidatas americanas al título mundial, pero también de Uruguay —cuarta en el anterior Mundial—; de Colombia —selección que acude con un gran plantel—; de Chile —que repite participación cuatro años después—, y de México, con buena parte del equipo que consiguió el oro en los últimos Juegos Olímpicos de Londres 2012.
También es el objetivo de Estados Unidos, que ha crecido de la mano del alemán Jurgen Klinsmann; de Ecuador, ausente en la última cita; o de Costa Rica y Honduras, selecciones que pretenden llamar la atención en el torneo brasileño.
Las favoritas
Para los anfitriones, vencedores del ensayo de la Copa Confederaciones de 2013 y aún bajo el efecto del “Maracanazo” de hace 64 años, el Mundial es una exigencia. “Nosotros sí tenemos la obligación de ganar el título”, ha señalado su seleccionador, Luiz Felipe Scolari, el hombre que conquistó el quinto y último título mundial de los brasileños, en 2002.
Bajo este panorama y con el liderazgo del barcelonista Neymar, los brasileños parten como favoritos, aunque para el gran emblema de su historia futbolística, Edson Arantes do Nascimento “Pelé” manifestó: “las dos mejores selecciones son España y Alemania..., pero espero que Brasil salga campeón”.
Por su parte, Argentina —campeona en 1978 y 1986— confía en el mejor Messi, tras una temporada muy irregular en su club, el F. C. Barcelona, y que se alíe con la mejor versión de Agüero, Higuaín, Di María y Lavezzi, aunque los argentinos en Brasil serán “más visitantes que nunca”, en palabras de su seleccionador, Alejandro Sabella.
Uruguay, el tercer país americano que junto a Brasil y Argentina cuenta en sus vitrinas con el título mundial (1930 y 1950), acude con el aval de ser cuarta hace cuatro años en Sudáfrica y conquistar la Copa América de 2011, gracias al potencial de delanteros como Luis Suárez (Liverpool) y Edison Cavani (PSG).
Los delanteros tampoco son un problema para Colombia y su seleccionador, el argentino José Pekerman, a pesar de la grave lesión de su estrella Radamel Falcao (Mónaco). Esté o no este jugador en Brasil, las opciones en el ataque colombiano son variadas y solventes, con efectivos como Jackson Martínez (Oporto), Carlos Bacca (Sevilla), James Rodríguez (Mónaco), Adrián Ramos (Hertha Berlín) o Luis Fernando Muriel (Udinese).
¿Y México? Los interrogantes lo dicen todo. El seleccionado mexicano es una incógnita después de su decepcionante fase de clasificación —necesitó superar una repesca ante Nueva Zelanda—, aunque el oro olímpico en los Juegos de Londres de hace dos años presagiaban un despegue de su fútbol.
De la mano de Miguel Herrera y bajo el mando del incombustible Rafael Márquez (León), los mexicanos no han tenido suerte en el sorteo y se enfrentarán a los anfitriones: a Croacia y Camerún, selecciones, a priori, muy complicadas.
¿La hora de África?
El potencial de las selecciones europeas no es desdeñable, aunque la tradición de que nunca han vencido en suelo americano no juegue a su favor. Comenzando por España que acude a Brasil con los cimientos del equipo (Casillas, Piqué, Ramos, Iniesta, Xavi...) que se proclamó campeón en Sudáfrica 2010.
Alemania, con la base del Bayern de Múnich (Neuer, Lahm, Schweinsteiger, Kroos, Müller), es otra de las candidatas del Viejo Continente al título mundial, igual que las competitivas Italia o Francia. Sin olvidar a Holanda que, después de tres subcampeonatos, el último en 2010, alguna vez podría dar la campanada, y máxime si tiene al estratega Louis Van Gaal, recién firmado por el Manchester United, en el banquillo.
Tampoco conviene relegar a Bélgica, ausente en las dos últimas ediciones, que ha juntado una generación de jóvenes talentos que ya figuran entre los favoritos al título, a pesar de su falta de experiencia. Son los casos de su arquero Courtois (Atlético de Madrid) y los delanteros Hazard (Chelsea) o Lukaku (Everton).
Inglaterra, campeona hace casi medio siglo, en 1966, acude con una atractiva combinación de veteranos (Lampard, Gerrard) y bisoños futbolistas (Wilshere, Chamberlain, Sterling, Barkley y Shaw), una mezcla que no le sitúa entre los candidatos al título. Tampoco está en esta situación Portugal, a pesar de contar con el Balón de Oro, Cristiano Ronaldo.
Del resto de continentes, los africanos se asoman entre los favoritos. Selecciones como Costa de Marfil, al mando de su infalible Drogba (Galatasaray) y Camerún, con el interminable Samuel Eto´o (Chelsea), plantean la pregunta de ¿por qué no un equipo africano campeón del mundo? Ghana y Nigeria también deben demostrar su gran potencial, mientras Argelia no quiere hacer un viaje a Brasil en balde.
Japón, que de la mano del italiano Alberto Zaccheroni, ha formado un equipo temible con talentosos futbolistas, como Kagawa (Manchester United), Honda (Milán), Nagatomo (Inter de Milán) y Okazaki (Maguncia). Tan competitivos como Corea del Sur —presente en las cuatro últimas ediciones— e Irán, que bajo el mando del portugués Carlos Queiroz, cuenta con una prometedora generación de futbolistas, encabezada por el delantero Reza Ghoochannejhad (Chartlon Athtletic) y el centrocampista Ashkan Dejagah (Fulham).
Precisamente, los iraníes son una de las ocho selecciones que no estuvieron en Sudáfrica 2012, como sucede con Colombia, Costa Rica, Ecuador, Bélgica, Croacia, Rusia y Bosnia, esta última es la única que se estrena en una fase final de un Mundial que, en esta ocasión, se presenta sin un claro favorito.