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La muestra tuvo como nombre Desfile de la hispanidad y la temática versó en torno a “nuestras etnias hispanas”. “Mi participación fue con dos pinturas de mi autoría a instancias del cónsul general de la República del Paraguay, Juan Alfredo Buffa, con la gestión del funcionario consular José María Ruiz Cárdenas”, explica Moraes. Las pinturas al acrílico sobre tela de gran formato fueron Yaguareté –reposo del guerrero– y Yaguareté, en atardecer paraguayo.
El yaguareté es un animal sagrado para los guaraníes, por su imponente gloria y bravura. Va camino a la extinción por la belleza de su piel y van quedando sin hábitat por la inconsciencia, avaricia e indiferencia humanas.
Y como escribiera el gran poeta paraguayo José Luis Appleyard, Premio Nacional de Literatura 1997: “El artista que existe en Alfredo Moraes ilustró sus pinceles y eternizó la magia del yaguareté... y cada imagen tiene la furia contenida de un terrible rugido que dice en su lenguaje: Dejadme en paz, humanos; no me quiteis la vida, que soy parte integrante del mundo que hizo Dios”.
En las pinturas se puede apreciar una faja o cinta chamánica, con diseños mágicos y sagrados de protección y, también, de sanación, que en su momento fue ofrendada a un combatiente herido de la Guerra del Chaco, que el Paraguay, lamentablemente, tuvo con Bolivia. Dicha faja indígena es auténtica y sagrada; la usaron para sanar y proteger al combatiente Caballero Gatti y, luego, fue facilitada para su diseño por su viuda, la artista Lucy Yegros.
A modo de anécdota, comenta que los nativos siempre estuvieron presentes en la vida del paraguayo. Por ejemplo, antes de la última batalla del mariscal López, el 1 de marzo de 1870, le ofrecieron a la tropa paraguaya esconder al héroe máximo, pero este se negó. En tiempos más actuales, los indígenas –como grandes conocedores de la selva paraguaya y, por ende, chaqueña– colaboraron con nuestros exploradores topógrafos, como el militar ruso Belavief y otros, para indicarles exitosamente los recursos del terreno antes de la Guerra del Chaco.
Moraes trabajó con los indígenas guaraníes de Itapúa en talleres de pinturas, creación y expresión artística, juntamente con el pintor Federico Vera y coordinado por el sacerdote jesuita Ricardo Jacquet, de la fundación Misión Guaraní, promoviendo y fortaleciendo la cultura nativa de varias comunidades asentadas en Itapúa, Alto Verá, Capitán Meza, Trinidad, Hohenau y San Cosme.
Desde mediados del 2016 y al finalizar el año se realizó una muestra de las obras en Encarnación. Moraes resalta la importancia de apoyo a los indígenas. “Es una deuda que tiene la comunidad con nuestros ancestros, además de quedar tan gratamente sorprendido por las pinturas expuestas, así como que hayan logrado realizar una producción pictórica tan particular y buena en tan poco tiempo”, dice Moraes.
Trabajar directamente con los guaraníes, en cierta forma, reaviva el espíritu de las misiones jesuíticas de Itapúa de los siglos XVII y XVIII.
Algo más del artista
Moraes es un pintor paraguayo que nació en Asunción, aunque actualmente reside en Encarnación. Tiene estudios realizados sobre arte y técnicas pictóricas, tanto en el Paraguay como en Brasil. Estudió Arquitectura en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul y trabajó, en ese entonces, en atelieres de artistas, como Myriam Medeiros, Claudio Costa y otros. Su principal medio de expresión artística es la pintura al óleo y el acrílico. Realizó importantes exposiciones, tanto en el Paraguay como en el extranjero. Estuvo en España, Brasil, Argentina, Francia, República Dominicana, Alemania, Bruselas, Bélgica, Inglaterra y Suiza. Igualmente, recibió importantes distinciones a lo largo de su carrera. Una de sus obras fue reproducida en la emisión de estampillas postales del Correo Paraguayo, denominada Pinturas Contemporáneas Paraguayas, el 12 de noviembre de 1991.
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