Monserrate: Fe, naturaleza y tradición

El cerro de Monserrate es uno de los símbolos de Bogotá, Colombia. A 3152 metros de altura sobre el nivel del mar, se erige en la cima el Santuario del Señor Caído, donde peregrinantes de distintas partes del mundo expresan su religiosidad, rodeados del imponente paisaje de la sabana bogotana.

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Desde la época colonial, Monserrate es centro de devoción y fe en la capital colombiana. Hoy, además de su carácter religioso, es un punto turístico de relevancia para todo aquel que llega a Bogotá y busca conocer sus tradiciones, gastronomía y naturaleza.

De antaño existe la costumbre de ascender al cerro por un sendero peatonal que exige a peregrinos y turistas –en promedio– dos horas de escalada por un camino estrecho y empedrado. Es por el que han subido durante casi cuatro siglos miles de peregrinos para encontrar alivio a sus quebrantos o agradecer algún milagro. Algunos lo hacen descalzos, otros incluso de rodillas, por lo general bajo una suave llovizna, muy típica del clima de Bogotá.

También se puede llegar a la cima a través del funicular, un pequeño tren inaugurado en 1929 y remodelado en el 2003, que permite contemplar de cerca los bosques de los alrededores y el paisaje de la ciudad.

Otra forma de evitar el esfuerzo del ascenso a pie es el teleférico, que funciona desde 1955 gracias a una inversión colombiana y de armadores suizos. En un recorrido que dura cinco minutos se llega a la cumbre de este ícono de los colombianos.

Desde las alturas, el santuario parece vigilar a toda la ciudad y dicen que, si uno levanta la vista en cualquier punto de Bogotá, puede avistarse el cerro y parte del templo.

En el interior de la iglesia se encuentra la venerada imagen del Santo Cristo Caído, que recibe en forma ininterrumpida a sus devotos todo el año. Hacia la izquierda, se encuentra la capilla de la Virgen de Montserrat, de tez morena.

Fuera del santuario, un atractivo circuito introduce a los visitantes por varios parajes que dan muestra de la cultura y tradiciones del país. El estilo colonial de numerosas casas que rodean el templo, una callecita empedrada copada por puestos de artesanos y sus productos típicos, restaurantes que en su menú incluyen los platos más representativos, forman parte de la propuesta.

Hacia el sector derecho se encuentran las XIV estaciones del vía crucis, que congregan durante la Semana Santa a miles de feligreses. Además de representar la Pasión de Cristo, permite apreciar bellas imágenes traídas desde Florencia, Italia, aproximadamente en el siglo IXX.

Entre la superstición, lo pagano y lo espiritual, es la experiencia que se vive en otro de los encantos del lugar: el pozo de los deseos. Es la parada obligada en la que nadie se resiste a arrojar una monedita y pedir algo con fervor. En torno al pozo y el santuario hay una tradición muy arraigada entre los bogotanos que señala que, cuando los jóvenes inician el noviazgo, deben acudir solos a Monserrate para poder volver casados. Es algo que lo llevan muy en cuenta y lo respetan a rajatabla.

Historia

La construcción de la primera ermita fue autorizada por Juan de Borja y Armendia en 1640 al bachiller don Pedro Solís, quien la finalizó en 1657, inicialmente bajo la advocación de la Virgen Morena de Monserrat, que luego fuera reemplazada por la imagen del Santo Cristo Caído a los azotes y clavado en la cruz, obra tallada en madera por el maestro Pedro de Lugo Albarracín. Esta primera construcción tenía una capilla y un convento anexo que habitaron los monjes recoletos de San Agustín hasta 1685, cuando fueron reemplazados por los padres Candelarios.

El desgaste generado por el paso de los años y un terremoto registrado en 1917 dañaron seriamente la estructura. Esto motivó la construcción de una nueva iglesia que fue diseñada por el arquitecto Arturo Jaramillo con un estilo arquitectónico neogótico. Según la historia, el nuevo templo se construyó gracias a la ayuda de los peregrinos que subían al cerro a visitar al Señor Caído de Monserrate, cargando por lo menos un ladrillo. La construcción fue concluida en 1925.

Flora y fauna. El cerro se caracteriza por contar con una vegetación alta y cerrada. Allí habitan mamíferos pequeños y unas 58 especies de aves lo que corresponde al bosque andino alto.

Texto nperez@abc.com.py

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