Mística bizantina

Las velas encendidas y la rosa junto al ícono de la Santísima Virgen del Manto Protector indican que es un día festivo. La Iglesia Ortodoxa Rusa de Asunción también celebra este 26 de octubre los 85 años de su consagración. Un verdadero rincón cargado de mística bizantina en la capital paraguaya.

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Con un velo que le cubre la cabeza, Marina Golybina –una mujer rusa, originaria de Yalta, Ucrania– acude todos los domingos a la Iglesia Ortodoxa Rusa de Asunción. El pequeño templo, ubicado en pleno centro, está dedicado a la Santísima Virgen Protectora. Marina canta en el coro y hace de traductora al padre Igor Terentiev.

“Como extranjeros, necesitamos un amparo; sentimos la necesidad de una protección y nuestra iglesia nos da este apoyo. Así también lo sintieron los primeros inmigrantes que construyeron este templo, en el que ellos se sentían amparados”, comenta, y explica que todos los que llegan al recinto lo recorren completamente y encienden velas ante el ícono del día, ante los más representativos para esa persona y ante el dedicado a los difuntos. “No es un sacrificio, es una ofrenda”, aclara.

Para todos los rusos residentes en nuestro país, esta iglesia es como parte de su tierra. “Aquí vamos a quedarnos y la Virgen nos ampara con su manto protector; no importa si estamos dentro de Rusia o fuera de ella”, continúa.

Las celebraciones son bastante prolongadas; las mujeres acuden con la cabeza cubierta, en señal de disponerse bajo el manto protector de Dios y por respeto al lugar sagrado, siguiendo una costumbre muy antigua que viene de los tiempos de la Iglesia católica de Constantinopla.

La Iglesia Ortodoxa de Asunción guarda una gran cantidad de íconos rusos, nuevos y antiguos, que las familias de ese país habían traído cuando llegaron por primera vez a América. “Son íconos familiares con los que los padres bendecían a sus hijos cuando iban a viajar”, dice Bernardo Puente, iconógrafo del templo, quien ha restaurado y pintado varias de estas piezas, que son verdaderas obras de arte, dignas de admiración.

Pero, para los feligreses, la importancia del ícono no está en su antigüedad ni en el material del cual está hecho, sino más bien en lo que representa. “Son fundamentales porque son como las puertas al cielo. Por eso, para nosotros, son muy importantes los íconos, porque es la presencia de la persona representada. No solo tenemos íconos en las iglesias, sino también en nuestras casas, en las habitaciones, en las salas, en la cocina... Es la presencia constante del cielo en la Tierra”, comenta Puente.

El Día de la Santísima Virgen del Manto Protector se celebra cada 14 de octubre. Sin embargo, las festividades continúan en el templo, porque el próximo 26 se cumplirán 85 años de la bendición del mismo.

Hasta la llegada del actual sacerdote junto con su esposa, Irina, y su familia, en abril del año pasado, la iglesia rusa de Asunción permaneció cerrada durante casi 30 años. Muchos íconos se perdieron y se deterioraron, pero ahora nuevamente han sido restaurados y el templo luce con un jardín de rosas.

Un patrimonio

Aunque de estilo ecléctico, arquitectónicamente, la Iglesia Ortodoxa Rusa es única en su género en Asunción. Fue proyectada por el Arq. George L. Smagailoff en 1926, cuando los cristianos ortodoxos de Asunción se reunieron ante la necesidad de organizar su iglesia en nuestra capital, dice la Arq. Lucía Giovine, investigadora de la colectividad rusa en nuestro país.

Giovine investigó toda la documentación relacionada con los inmigrantes, y ha mantenido conversaciones con estos y sus descendientes. “Desde los primeros años de la Independencia de nuestro país, se tiene testimonio de la presencia de mujeres y hombres rusos; inclusive de las relaciones amistosas entre ambos países, desde los gobiernos de don Carlos A. López y del mariscal Francisco Solano López con el zar de Rusia Imperial Alejandro II”, refiere en su escrito Aporte de los inmigrantes rusos al desarrollo del Paraguay.

Sin embargo, la inmigración cuya presencia se sintió más en la sociedad paraguaya –continúa Giovine– fue la de los rusos blancos, exoficiales del Ejército Imperial del zar Nicolás II, que –tras la derrota de la Revolución bolchevique en 1917– tuvieron que ir al exilio y elegir como destino el Paraguay. Muchos de ellos incluso cayeron en defensa del Chaco paraguayo durante la guerra con Bolivia, como el exgeneral de la Armada Imperial Rusa Iván Belaieff.

La investigadora halló documentos que detallan la historia de la Iglesia Ortodoxa Rusa en Paraguay y menciona que fue consagrada a Dios por el reverendo Konstantín Izrastzoff durante la Santa Misa concelebrada con el archimandrita reverendo Pakhomii, el 26 de octubre de 1928, es decir, hace 85 años.

Los inicios de esta obra se remontan al 1 de agosto de 1926, cuando a iniciativas del general Nicolás Ern y el príncipe Jason Tumanoff tuvo lugar una Asamblea General de Inmigrantes ortodoxos rusos que vivían en Asunción.

“El objetivo del encuentro era conseguir la venida de un sacerdote, construir una iglesia y organizar la parroquia. Se constituyó un comité compuesto por cuatro personas, que enviaron cartas a las autoridades celestiales y al padre Izrastzoff, que se encontraba en Buenos Aires. Al mismo tiempo, se enviaban cartas a las colectividades serbias y sirias ortodoxas para participar de la creación de la Iglesia Ortodoxa y especialmente en la construcción del edificio”, dice la Arq. Giovine.

El comité de construcción lo conformaban el Ing. George L. Smagailoff, quien concretó el proyecto en forma gratuita; el general Nicolás Ern, y los ingenieros Nicolás Snarsvky y Basilio V. Yakovleff.

El 30 de octubre del mismo año, el Sínodo de arzobispos de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero designó al padre Izrastzoff para dirigir la organización de la parroquia en Asunción.

Al año siguiente, el 5 de setiembre de 1927, es designado a la Parroquia de Asunción el padre Pakhomii y, el 11 de setiembre, se celebró la primera Liturgia Divina en un templo provisorio, ubicado en las calles Sicilia y Montevideo.

Más adelante, se inició la construcción del templo propio en setiembre de 1927 y culminó el 1 de octubre de 1928; antes de fin de mes, se realizó la bendición, lo cual motivó una gran fiesta entre la colectividad rusa de Asunción, que por primera vez contaba con una iglesia propia.

El templo está dedicado a la Santísima Virgen del Manto Sagrado, cuya fiesta es una de las predilectas del pueblo ortodoxo ruso. “Ella fue reconocida por la Iglesia rusa en el siglo XII, aunque la base histórica de este acontecimiento fue la derrota de nuestros semisalvajes antepasados y la salvación de la ciudad de Bizancio por la intercesión de la Santísima Virgen”, dice la Arq. Giovine.

Su peculiar cúpula, cuya pintura fue donada por el señor Nicolás A. Korsakoff, durante mucho tiempo llamó la atención entre el caserío asunceno, hasta que empezaron a construirse los edificios en el entorno inmediato y la fueron cubriendo. Hoy permanece casi escondido, pero continúa siendo un sitio –quizás el único de Asunción– que mantiene una mística bizantina. Los íconos que guardan en su interior nos remontan a los primeros católicos desde los tiempos de Constantinopla.

pgomez@abc.com.py 

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