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Lucinda le hace zoom a las vivencias de la gente, los detalles, edificios o casas de los países que visita, desde el punto de vista de un turista con observación consciente y profunda.
Ante su cámara, cualquier lugar en el mundo, cualquier lago o río, sus ondas, o los reflejos del cielo y la tierra tienen una luz especial. Los paisajes naturales traslúcidos, fractales, fotosintéticos y silenciosos constituyen un tema importante en la exposición.
En las paredes de la Galería Livio Abramo del Centro Cultural de la Embajada del Brasil puede verse una victoria regia florecida como un loto blanco y espiritual, las cecropias del Mashpi ecuatoriano citando el bambú y el tronco horadado, que es un gran cañón o bosque silenciado. También, una ventana con cortinas etéreas en Polonia, las melancólicas ventanas borrosas de Malbork, portales en ruinas que van hacia la luz, pilares infinitos y sus líneas como cardiogramas, además de muchas obras más que pueden adquirirse, porque se trata de una exposición solidaria.
Los fondos recaudados serán destinados al comedor Visión Canaán, ubicado en la zona de Cateura, obra que es apoyada por la Asociación de Damas Brasileñas. “Todas mis exposiciones tienen un fin solidario. A través de la Asociación de Damas Brasileñas logro llegar a la obra de caridad que están sosteniendo. Me motiva realizar una exposición con fines altruistas”, afirma.
Lucinda llevaba años tomando fotografías, hasta que decidió mostrarlas al público. Ya expuso en Brasil, Marruecos, Polonia y Paraguay. Para el 30 de setiembre tiene programada otra muestra en su país natal, Brasil. “La muestra me permitió conjugar dos pasiones: la que tengo y siento por el Paraguay, donde viví e hice mis estudios, en el colegio Las Teresas, específicamente, y la de la fotografía. Realmente viví momentos muy intensos y emotivos de recuerdos, que no puedo poner en palabras. Para mí, plasmar algunos pasajes de Asunción a través del lente de la cámara fue muy especial”, admite.
Para ella, la fotografía siempre fue una curiosidad. Cuando llegó una cámara a sus manos y descubrió el poder de jugar con la luz, esos pedacitos de segundos que había presionado el disparador, los tenía siempre de diferentes lugares del mundo, personas y cosas. “Cuando veo una imagen, sea como sea, tengo que fotografiarla. A veces me paro en medio de la calle y mi marido me dice: ‘Cuidado que no te atropellen’ y le digo: ‘No importa, luego tú lo arreglas’”, cuenta riendo.
Esta muestra, denominada Variaciones de la luz, no se constituye como un ejercicio premeditado, sino como una acción casi arbitraria, ya que, sin saberlo, la fotografía fue tomando y coleccionando instantes, objetos, paisajes, lugares que en su relación tensionante o armónica con cualquier fuente de luz devolvieron una imagen diáfana o misteriosa a la mirada siempre curiosa del espectador, escribe Rubén Capdevila en torno a la exposición fotográfica.
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 10 de agosto del corriente, de lunes a jueves, de 9:00 a 17:00, y los viernes, de 9:00 a 14:00.
Definitivamente, la fotografía es un universo personal e intransferible, porque a cada uno le mueven cosas internas muy distintas y es lo que hace que frente a un mismo escenario puedan existir muchas miradas. En este caso, Lucinda busca un enfoque no tradicional de la fotografía de varios lugares y situaciones dentro del paisaje urbano. Es el disfrute de lo vivido, materializado en el registro fotográfico de ese momento, que es único e irrepetible.
Fotos: ABC Color/Heber Carballo.