¡Mi hijo está en “off”!

Los “NiNi” o jóvenes que ni estudian ni trabajan causan una doble frustración: la de sus propias perspectivas de crecimiento personal y profesional, y la armonía de su familia. Una sicopedadoga explica cómo pueden ayudar los padres a sus hijos y a sí mismos para salir de esta situación.

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Culto al hedonismo, elevado desempleo, fracaso escolar, alteraciones propias de la adolescencia… son algunas de las circunstancias, personales o sociales que, —según Cristina Martín Herrera, sicopedagoga y directora de ISEP Clínic Las Palmas (islas Canarias, España) (ISEP CLP)— influyen en la aparición de los denominados “NiNi” —jóvenes que ni estudian ni trabajan—.

“En muchas ocasiones esta situación se produce como consecuencia del fracaso escolar, coincidiendo con la etapa de abandono de la enseñanza obligatoria, cuando el adolescente comienza a plantearse cosas como ‘estudiar no sirve para nada’, ‘no quiero estudiar’ o ‘estudiar me aburre’”, señala a Efe la directora de ISEP CLP (laspalmas.isepclinic.es).

Según Martín, en esta etapa, los padres se encuentran con que sus “hijos adolescentes tienen un cuerpo de adulto y un cerebro de niño. Aún no han desarrollado una memoria de razonamiento, lógica, de planificación y trabajo, la cual no se alcanza, al menos, hasta los 17 años”.

En esta etapa, “el adolescente está comenzando a ser adulto y vive profundas transformaciones biológicas y alteraciones emocionales. Esto le provoca multitud de inquietudes y, en algunas ocasiones, le surgen dudas acerca de su futuro e incluso de su propio presente. Comienza a cuestionarse la utilidad y el sentido de lo que está estudiando, disminuyendo su motivación y, como consecuencia, su rendimiento”, añade.

Cambios y titubeos

Según Martín, el adolescente está atravesando en esos años un proceso de autoafirmación y conocimiento de sí mismo. “Es una época de cambios profundos, una crisis de crecimiento indispensable para pasar de la niñez a la edad adulta, y consolidar su estructura física y síquica. En este momento se produce un antes y después en la relación entre padres e hijos”, explica.

“Si a esto le unimos el uso de la televisión, internet, el iPod, la PSP, la PlayStation y otras tecnologías que incentivan la pasividad y pereza, nos encontramos con un adolescente impaciente, cómodo, perezoso, anárquico; todo lo cual se opone al estudio”, enfatiza esta experta.

Ante esta situación, ¿qué pueden hacer los padres? Para esta psicopedagoga, “lo primero que debemos hacer es preguntar a nuestros hijos ¿qué es lo que te gusta? y ¿qué te ves haciendo en el futuro?”.

“Debemos respetarles, entenderles y buscar juntos soluciones para acompañarles en este proceso, olvidándonos de las expectativas que como padres nos hemos creado. Debemos ayudarles a descubrir lo que más les gusta hacer”, señala.

Cristina Martín aconseja a los padres que establezcan un diálogo franco e igualitario con sus hijos, ya que “averiguar cuál es la causa por la que rechazan los estudios les indicará cómo deben abordar el problema, aunque en muchas ocasiones el propio adolescente es incapaz de reconocer la razón de su rechazo”.

“La falta de seguridad les hace entrar en una etapa de indecisión que les empuja a rechazar cosas de su vida que antes no se habían cuestionado. Para ayudarles, debemos poner en su conocimiento las diferentes alternativas que se les presentan, intentando vincular las diversas asignaturas con futuros puestos de trabajo o estudios universitarios”, recomienda.

La directora de ISEP CLP también aconseja acudir al orientador del centro educativo u otro orientador externo, para que les facilite la información sobre las posibles salidas educativas y profesionales.

Estas son otras recomendaciones prácticas de Martín a los padres de un “NiNi”, para que consigan que su hij@ salga de la situación de “off”.

Consejos útiles

Gánese su confianza a través del diálogo, ofreciéndole ayuda y tratándolo como un adulto. Limítele el uso y tiempo dedicado a juegos electrónicos e internet, motivándole con actividades novedosas que sustituyan a aquellos pasatiempos. Enséñele a administrar su tiempo y asumir responsabilidades, haciéndole consciente de que cada acción o decisión tiene unas consecuencias que deberá asumir. Utilice metas y recompensas a corto plazo. Permitirle asistir a una fiesta o acompañarlo a un concierto al que el adolescente quiere acudir son premios que valorará muchísimo. Anímele a realizar actividades deportivas. La buena forma física conlleva a la neutralización de las tendencias perezosas. Dele confianza a la hora de tomar iniciativas que le gusten y sean saludables; esto mejora su autoestima. Ayúdele a establecer una conexión entre sus estudios y sus intereses personales.

Así también, recuérdele que, como padres, siempre están a su lado. Transmítale “pasión por la vida”, comparta sus pasiones (leer, trabajo, aficiones…) con su hij@ y descubran juntos las del adolescente. Organice actividades conjuntas con la familia y ayúdele a planificar el tiempo para que pueda estar con sus amigos. Cree un clima de confianza, mostrándole respeto y ofreciéndole su apoyo. Ayúdele a descubrir sus metas. Responsabilice a su hij@ de sus propias decisiones. Evite presionarle o intentar dirigirle hacia los deseos o expectativas que tiene como padre respecto de su hij@. Utilice su conocimiento sobre las habilidades y aptitudes de su hij@ para guiarle, ayudándole a desarrollar sus intereses. Refuerce su autoestima, ayudándole a fijar unos objetivos realistas y alcanzables en consonancia con sus características. Proporciónele un tiempo de aprendizaje para que alcance las pequeñas metas que le llevarán al objetivo final. Mantenga la disciplina, potenciando la fuerza de voluntad de su hij@, dándole confianza, comunicándole que cree en ella o él, y que no le defrauda.

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