Y justamente esta temporada invernal marca su regreso al teatro. ¿Después de cuánto vuelve a las tablas? Si de Arlequín Teatro se trata, son diez años. La última obra que hice fue El último de los amantes ardientes, con José Luis Ardissone. Pero, el año pasado me llamó Juan Carlos Cañete para hacer Brujas, con la que regresé después de nueve años al teatro.
Años atrás ya había protagonizado la obra Un espíritu burlón, ¿por qué decidió repetirla? Siempre hablábamos con Gustavo Calderini de volver a hacerla y no se daba. Es una comedia muy simpática, muy linda y pasaron tantos años, veinte y pico, de haberla puesto en escena y tuvo tanto éxito; fue la primera obra que pusimos el cartelito de "No hay localidades". La gente formaba colas, colas y colas para verla en el Centro Cultural Paraguayo Americano, era una cosa impresionante. De repente me llamaron ahora para hacerla y dio la casualidad de que yo no estaba grabando Nuestros Fantasmas, que se hacía los fines de semana y pude aceptar el papel.
¿Hay algo nuevo para redescubrir en esta puesta? El personaje es muy querible, me gusta. Y lo que estoy disfrutando es la madurez. La madurez del personaje, disfrutar de otra manera, anteriormente era el miedo, yo era muy jovencita, empezaba por pensar ¿será que va a ser simpático? Cuesta mucho más hacer reír que hacer llorar, ese tipo de cosas me cuestionaba. Pero ahora directamente lo disfruto, no me preocupo de nada. Trato de ser la diva que va, actúa y se deja llevar por el personaje.
¿Le agrada más actuar en obras cómicas o dramáticas? Yo me siento bien con todas las obras. Si la obra me gusta y el personaje me gusta, me siento muy bien.
¿Su programa de televisión Nuestros Fantasmas está ahora en stand by? Estoy en un stand by en cuanto a las grabaciones. Tengo que tener seguridad de auspiciantes para empezar a grabar.
¿Cuesta conseguir apoyo publicitario? Para un programa de televisión nacional cuesta muchísimo. Y no es ético andar mendigando, sobre todo para un programa que tiene diez, once, años al aire. Un programa que ya es clásico de la televisión paraguaya, que ve el país, en todos los estratos sociales. Este es el momento que estoy disfrutando de mi ausencia en la televisión, porque donde voy, en los lugares más increíbles, me preguntan: ¿cuándo va a volver Nuestros fantasmas? Ahora estoy descubriendo lo importante que fue ese ciclo de once años.
¿Por qué un programa tan visto, como dice usted, no consigue interesar a los que pagan avisos? Porque posiblemente yo sea muy buena directora, muy buena actriz, muy buena madre, muy buena amiga, pero no soy buena vendedora. Pero, llegó un momento en que tuve un montón de auspiciantes y, raramente, eran extranjeros: Arcor, La Gotita de Poxipol, Maizena; los únicos nacionales eran Capasa e Itaipú.
Siendo usted directora, actriz y productora del programa, ¿por qué tiene que salir a vender espacios publicitarios? Porque las agencias publicitarias no se encargan de eso ni se quieren encargar ni les interesa. He recurrido a ellos desde el vamos, desde el primer mes, mi sueño era que una agencia publicitaria me vendiese el programa. Está bien, no se jugaron en los primeros años, porque no sabían qué iba a salir, si no era un vyrorei con patas, como se hace acá, si era un unitario que duraba tres capítulos y chau, a otra cosa, pero duró un año, dos, tres. Estuvimos primeros en el rating, le pasamos un año a Susana Giménez. Nunca, ni en el peor momento, en que pasábamos algunos capítulos reciclados, dejamos de figurar entre los diez programas de mayor rating de la televisión paraguaya.
¿Duele trabajar con temas relacionados con la cultura popular y no contar con apoyo? Si vas detrás de la plata y tratás de mantenerte en el aire, duele. Pero, palia todo y te da una satisfacción enorme la reacción popular. Entonces vos sentís como que te pegaron de un lado, pero por otro te están lamiendo la herida constantemente y te están ensalzando. Pero como que tenés que vivir y tenés que seguir produciendo necesitás de la mierda esa de la plata.
¿Se necesita mucho dinero para mantener al aire un programa? Y no tanto. Son diez millones de guaraníes por capítulo, con cuatro al mes suman cuarenta millones.
¿Le gustan las producciones de tintes tétricos, esotéricos, misteriosos? No precisamente que me gusta trabajar eso. El tema es que este programa es nuestro y me gusta lo nuestro. Y es algo que no tiene competencia, no es copia de ningún programa extranjero. Es rescatar algo nuestro que siempre estuvo en la creencia popular, es lo que contaban los abuelos, las empleadas a escondidas de la mamá, lo que te contaban en invierno cuando te reunías con los amigos alrededor del fuego y después te ibas a dormir temblando, ese tipo de cosas que te remonta a tu infancia. El programa es algo que se refiere a mitos y leyendas y los mitos y leyendas en este caso son como fantasmas, póra...
Generan miedo. Sí, generan miedo. Pero si me pongo a hacer unitarios románticos, musicales, encantadores, una copia de lo que viene de acá o de allá, con modelitos que muestran colas, tetas, lo otro, creo que va a resultar para dos o tres capítulos. Y le voy a vender a algún tonto que por ese lado va a querer entrar con su publicidad, pero tampoco lo voy a poder mantener al aire. Ahora, hay un proyecto de hacer una telenovela sobre algún hecho verídico, histórico, nuestro.
¿Nunca se tropezó con un fantasma real? No.
No existen. Mis fantasmas son mis deudores. Sabés que, raramente, no soy una persona que cree en eso. Recuerdo una anécdota simpática que me dijo una señora: Ay, vos sos de las nuestras, te sabés todo de punta a punta. Y era una macumbera.
La consideró una madre de santos. Sí, creyó que yo estaba en eso, pero nada que ver. Lo que sí aprendí muchísimo es a investigar cómo se hacen los actos sobre el paje, la macumba, las cosas esotéricas. Esos detalles hay que saber para usarlos en la televisión. De repente hay que saber cómo cortar el corazón de una vaca para meterle adentro una foto y enterrar.
Hablando de corazón, ¿cómo anda el suyo? ¿Siempre con Francisco Russo? Bien, gracias a Dios, estamos juntos hace ya 7 años.
Ojo con la crisis de los siete años. Y no sé. El tema en la pareja es ceder un poquito de un lado y otro. Y no ceder tanto del uno y del otro, porque después llega el tema de reclamo, porque si cediste mucho en un momento y después te cansaste, empezás con los reclamos. Nosotros tenemos una suerte de mucha libertad en cuanto a nuestra personalidad y nuestra forma de pensar. El es cantante, es artista también y tiene sus cosas. Hace y decide y me consulta de repente porque soy productora y estoy en lo mismo, entonces le ayudo. Pero, sus cosas son sus cosas, sus decisiones finales son suyas. En cuanto a mí, yo soy mucho más libre todavía, porque él es una persona maravillosa y no me siento absolutamente presionada para hacer lo que tengo que hacer.
No le consulta nada de lo que hace. No, no. Definitivamente no. Y él confía plenamente en lo que yo hago. Es por eso que tengo libertad de acción.
¿Es de traerle serenatas? Sí, el 27 de febrero, en mi cumpleaños, tuve música.
¿Qué canción le dedicó? La verdad que no me acuerdo, porque vinieron con Luis Alvarez, dos de los muchachos del Grupo Generación, Alberto de Luque. Era una cosa, de repente yo escucho un popurrí de canciones.
Se sintió feliz. Claro que sí. Pero, en casa de herrero cuchillo de palo, solo en cada cumpleaños.
¿Proyectos, sueños, ilusiones? Yo quiero volver a hacer mi programa. No precisamente por mí, porque de repente es muy sacrificado y en este un año de dejar de grabar me aburguesé. Digo cuando hace frío: pensar que con esta llovizna y este tiempo yo tenía que estar grabando afuera. Ay, qué suerte, qué bien estoy acá calentita mirando televisión. Pero, por otro lado, es una deuda moral con el público, porque es el público paraguayo el que reclama. Y yo me siento en deuda con la gente, tengo que volver a hacer Nuestros fantasmas.
Se la ve muy lanzada. Sí, señor. Gracias a eso se mantuvo diez años al aire el programa.
Más que burlón, parece tener un espíritu muy emprendedor. Sí. Y tengo amigos. Me considero muy querida por la gente. Me considero una princesa en mi país.
Identikit
María Clotilde Cabral Martínez nació en Asunción el 27 de febrero de 1955. Se recibió de actriz teatral en la Escuela Municipal de Arte Escénico Roque Centurión Miranda. Tiene título de locutora y animadora radial y televisiva, otorgado por la Escuela Municipal de Locución. Es profesora superior de educación artística del colegio de Goethe. Rodrigo, su único hijo, tiene 20 años.