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Doce imponentes escenarios para acoger 64 partidos con las 32 mejores selecciones de fútbol de los cinco continentes. Y todo ello en Brasil, el país que cuenta con más títulos mundiales y dónde la pasión por el balón no tiene comparación. Para ello han construido y reformado una docena de estadios con el objetivo de disfrutar del deporte más popular del mundo.
El Mundial de fútbol comenzará con el partido Brasil-Croacia en un recinto nuevo, el Arena de São Paulo, que además acogerá cinco encuentros más. Con capacidad para 65.807 espectadores, se ha construido en el barrio de Itaquera, al este de esta ciudad; la más poblada del país con casi 20.000.000 de habitantes.
El brillante estadio es también conocido como “Itaquerão”, por su ubicación, y será la sede del Corinthians, uno de los clubes más populares de Brasil y que hasta ahora no tenía un estadio propio.
Además de este moderno templo futbolístico, otros seis recintos han partido de cero. Entre ellos el Nacional de Brasilia, que ha rehecho completamente el antiguo Mané Garrincha y que ya fue utilizado en la Copa FIFA Confederaciones. Una construcción que ha seguido patrones ecológicos y de sostenibilidad que le sitúan como uno de los escenarios más modernos del Mundial.
Con capacidad para 68.000 espectadores es el segundo más grande, detrás del emblemático Maracaná de Río de Janeiro, sede de la final del Mundial de 1950 y también escenario para la finalísima de 2014, el 13 de julio. La capacidad actual del denominado oficialmente como estadio Jornalista Mário Filho es para 76.804 personas, aunque en su momento fue considerado el “estadio más grande del mundo”, ya que llegó a acoger a 200.000 espectadores.
Renovado y respetado su estructura original, Maracaná sigue siendo una de las grandes atracciones turísticas de Río de Janeiro, recibiendo casi 30.000 visitantes al mes, impresionados la mayoría por su estructura ovalada y sus gradas teñidas de amarillo y azul, que contrasta con el verde del terreno de juego.
Otros
Además del Arena de São Paulo y el Nacional de Brasilia, otros cinco estadios son totalmente nuevos: el Arena Fonte Nova de Salvador, el Arena Pernambuco de Recife, las Das Dunas de Natal, tres ciudades situadas al norte del país, a los que se suman los del interior de Manaos (Arena Amazonia) y Cuiabá (Arena Pantanal).
Cinco modernas edificaciones que responden a proyectos que han querido encajar la naturaleza de sus lugares y la cultura del país, como el Arena Amazonia de Manaos, que cuenta con una estructura metálica similar a la de un cesto de paja típico de la región, o el estadio Das Dunas de Natal, que responde con su nombre y diseño, en forma de dunas, a una de las atracciones naturales más impresionantes de esta región.
Además de Maracaná, otros cuatro estadios han sido reformados: el Castelão de Fortaleza, el Mineirão de Belo Horizonte, el Arena da Baixada de Curitiba y el Beira-Río de Porto Alegre.
El primero de ellos, el Castelão de Fortaleza, es el más grande de los cuatro, con capacidad para 64.846 espectadores, seguido del Mineirão de Belo Horizonte, con 2000 asientos menos. Por su parte, el Arena da Baixada de Curitiba es el que contará con el aforo más reducido de los doce recintos, para 41.456 personas.
Precisamente, el estadio de Curitiba es el que más quebraderos de cabeza ha dado a los organizadores por el retraso de sus obras y los problemas de financiación, e incluso la FIFA llegó a amenazar con excluirlo del Mundial, aunque, al final, fue confirmada como sede el pasado enero, después de comprobar que las obras iban avanzando.
Tras siete años de preparativos, Brasil y sus doce estadios confían en estar a la altura de los mejores futbolistas del mundo que les visitarán del 12 de junio al 13 de julio, un mes de fútbol, la pasión de los brasileños.