Maní, prodigio de la naturaleza

A 450 km de Asunción está Filadelfia, capital del departamento de Boquerón, Chaco paraguayo. Es una ciudad próspera, desarrollada por colonos menonitas desde finales de 1920. La producción de maní o manduvi se ha convertido en una fuente importante para su población.

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La licenciada Adeline Friesen, jefa de Control de Calidad de la planta industrial de la Cooperativa Colonizadora Multiactiva Fernheim Ltda., nos guía sobre el trabajo que realizan desde 1931, sobre todo en la producción del maní.

Este año, entre las cooperativas Fernheim, Neuland y Chortitzer, produjeron 21 millones de kilos de maní. El récord se dio en el 2008 con 22 millones de kilos entre las tres, siendo la producción normal de 14 millones de kilos. “Son 21 millones de kilos producidos en la región, en un radio de 200 km, entre 200 productores en 10 mil hectáreas”, especifica Adeline.

Los granos de mejor calidad exportan a la Unión Europea, para su uso en confitería. Cada lote se entrega con un certificado de análisis, de aflatoxinas y físicos. También exportan a China Continental –a través de Vietnam–, Rusia, Centroamérica, Bolivia y un porcentaje queda para el consumo local.

Las plantaciones de maní en Filadelfia comenzaron en 1931, año en que empezó a trabajar la planta industrial. “De 1931 a 1997, el maní se usó principalmente para producción de aceite. La exportación como grano confitero se dio en los primeros años del 2000”, relata Adeline.

La llegada de grandes camiones a la planta industrial es constante. Al ingresar al predio, una báscula determina cuántos kilos de productos agrícolas traen. Una vez pesados, pasan a otro sector para hacer la descarga. Allí comienza el proceso de selección mecanizada, que va separando los distintos residuos hasta dejar los granos listos para su traslado y comercialización.

A través de conductos, se envían las vainas con las semillas a una máquina que contiene una pala de hierro, donde las descascaran. Hacen la labor de “pelar” el maní. La cáscara se acumula para ser vendida como material combustible, tipo leña para cerámicas. Otra cantidad pequeña es utilizada como forraje de calidad inferior.

Los granos de maní continúan su trayecto con el proceso de selección. Para ingresar a la sala donde hacen este trabajo es obligatorio el uso de tapaboca y gorro, para evitar que cabellos caigan en el lugar.

Una de las máquinas procesa 4000 kg/h; otras, 3000 kg/h. Un ojo electrónico ubica los granos malos, que son apartados y luego estudiados para ver si contienen toxinas. Otros granos descartados, por su mala apariencia, van para alimentos de pájaros.

Además de este trabajo mecanizado, también realizan una selección manual en tres turnos, a cargo de grupos de 25 mujeres, que trabajaban cuatro horas. Luego de una pausa de ocho horas, vuelven a trabajar cuatro horas haciendo la selección manual.

El ruido de las máquinas es incesante mientras están prendidas, por eso los trabajadores utilizan tapaoídos. En la planta industrial trabajan unos 250 empleados. “Indirectamente, la producción de maní involucra entre 500 y 1000 personas”, dice Adeline.

La planta industrial de la Cooperativa Fernheim, que comercializa los productos agrícolas bajo la marca Agrochaco, cuenta con laboratorios donde el maní es estudiado, procesado y agrupado de acuerdo al tamaño, color y calidad. Una vez hecha la selección, son puestos en bolsas de 50 kg identificadas con el nombre de la empresa, nombre del producto, origen, año de cosecha, peso neto y lote. Las bolsas son agrupadas por colores de acuerdo a sus características.

El control de calidad se realiza de principio a fin. “No podemos fallar”, indica Adeline, quien meticulosamente explica cada paso y la responsabilidad que tienen al vender un producto de consumo humano.

Además del maní, la planta industrial de la Cooperativa Fernheim controla y comercializa otros productos agrícolas, como el sésamo, semillas de pasto Gatton Panic, sorgo y ricino. Esta cooperativa también maneja la producción ganadera con la venta y exportación de carne, productos lácteos y una planta procesadora de cueros.

Nuestro famoso manduvi es una oleaginosa muy buena para la salud, por sus propiedades antioxidantes. Su consumo aporta vitaminas y minerales. Algunos expertos señalan que 50 g dan al organismo el 24 % de las proteínas necesarias y reducen el colesterol en la sangre. El maní ayuda a prevenir enfermedades cardíacas. Se puede consumir crudo, tostado, frito, salado o sin sal, con cáscara o pelado. También se utiliza en la elaboración de tartas, galletitas, postres, mantequilla, dulces y otras exquisiteces. “Tiene mucho calcio”, asegura Adeline mientras invita a degustar el maní seleccionado a ser exportado a la Unión Europea.

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