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“Estoy en un sueño maravilloso. Puedo decir que todo comenzó cuando fuimos al Festival de Mar del Plata, en noviembre de 2015. Fuimos como una película independiente, de bajo presupuesto, pero con muchísimo trabajo detrás. Hoy en día, la película es distribuida por Disney y tiene como coproductor a Canal 13 (de Argentina)”, cuenta emocionada la actriz con relación a su trabajo en la ópera prima del director argentino Hernán Aguilar, que cosechó muy buenas críticas tras su estreno.
Es que el camino de Madraza no fue fácil, y llevó casi una década desde el día en el que el director se reencontró con Loren en una galería de arte y decidió que tenía que ser la protagonista del largometraje. “El guion me entregó unos meses antes del rodaje, empecé a leerlo y no paré hasta terminarlo. Eso pasa también con la película: una vez que empieza hay una escena tras otra de sorpresas”, acota, al tiempo de recordar que para interpretar a Matilde debió engordar casi 20 kg e ir bajando durante el rodaje.
Transiciones
“Esta película está basada en la transición. Siempre digo que es un papel soñado para una actriz por la transición que tiene: física, psíquica y emocional. Hay como dos momentos de Madraza”, subraya.
Loren recuerda que, en una primera etapa, su personaje es opaco, oscuro, lento, ya que es una mujer maltratada por el marido, no tiene hijos, lleva una vida rutinaria y suele colaborar con un comedor infantil. Hasta que la repentina muerte del marido desata el conflicto y lleva a Matilde a cambiar drásticamente su estilo de vida. “Es una sicaria totalmente amateur. El director logró contar algo tan dramático, tan difícil como la pobreza, la violencia, las miserias humanas desde un humor negro que está tan logrado y el público se ríe muchísimo”, resalta.
En el reparto la acompañan Sofía Gala, Gustavo Garzón, Osmar Núñez, Mónica Ayos, entre otros. Para la actriz, esta etapa de su carrera es, al mismo tiempo, un punto de partida y llegada, ya que rememoró los años de estudio y su paso por casi 20 películas, como Carancho, El hombre de al lado, Betibú, El niño pez, Gilda, Lectura según Justino, entre otras.
“Soy muy emotiva y pasional, y creo que eso es lo que hizo que hoy pueda estar acá disfrutando de este sueño cumplido. Si no fuera de apuntar y decir ‘quiero llegar ahí’, y ponerle esa vida, esa pasión, creo que es muy difícil llegar”, enfatiza.
Volviendo a su infancia, recuerda las primeras veces que tuvo la oportunidad de ver cine y teatro en General Artigas, departamento de Itapúa, sin imaginarse que algún día estaría sobre las tablas o en una pantalla. Se imaginaba que los actores y músicos ya nacían destinados para ello, por lo que en su plan de vida estaba seguir la carrera de Medicina y, luego, tras los consejos de una amiga, cambió su rumbo hacia Ingeniería de Sistemas.
Medallas de la vida
Fue así que apenas al terminar el bachillerato, con la medalla de oro, emprendió el viaje hacia la capital argentina. “Vine sola a Buenos Aires, obviamente a estudiar. Movida por una inconsciencia de la juventud creía que todo era fácil (...) Y no fue nada fácil, pero siempre tuve una luz que me iluminó”, añade.
Unos años después abandonó la carrera, y asegura que se dio cuenta de que la medalla de oro en la vida se obtiene cuando uno puede respetar su corazón y clarificar qué es lo que quiere hacer.
“Era una carrera fría, numérica y soy horrible en eso. No sabía qué hacer. Me había comprado la guía estudiantil y miraba desde la primera página hasta la última, y todo me gustaba o nada me gustaba. Estaba muy confundida. A eso sumale que abandonar una carrera implica sentirse un poco frustrado. Uno tiene que fijarse en su interior y animarse al cambio”, puntualiza.
En medio de esa crisis vocacional, la oportunidad de actuar le llegó sin pensar cuando acompañó a una amiga a la filmación de la película Diario para un cuento.
“Me vio la directora y me preguntó si quería actuar. Le dije que sí, claro. Me llevaron al vestuario, me vistieron, me maquillaron, me pusieron un vestido relindo y, al rato, ya estaba en el set de filmación con Enrique Pinti”, relata.
Al final de la jornada, la directora Jana Boková la alentó a comenzar a estudiar actuación y fue así como llegó a la escuela de Augusto Fernández, en la que estuvo por siete años. Desde entonces, Loren pasó por diversas obras de teatro y programas de televisión, como Son amores, Sos mi vida, Chiquititas, Valientes y Vidas robadas, además de su trayectoria en la gran pantalla.
Techaga’u
¿Y el techaga’u? Loren asegura que, al principio, le fue muy difícil convivir con la añoranza, la cual se acrecentaba a la noche, antes de dormir, y en la época navideña. Sin embargo, le había prometido a sus amigas de General Artigas que volvería cuando sea exitosa. En este sentido, indica que, hoy, el éxito es poder hacer lo que le gusta.
“Ser exitoso no es estar en la tele, porque todo lo que se ve a través de esa pantalla parece mágico y genial. Es lograr cosas con esfuerzo, empeño y por derecha. Para poder competir en este mundo del arte tenés que tener con qué y, para eso, te tenés que formar y no confiar solamente en el talento que poseés. Respetá ese talento, formate y estudiá”, aconseja.
Finalmente, señala que siente que con esta película habrá un antes y después en su carrera, mientras se prepara para llegar en agosto a la pantalla de Telefé con la serie Sandro de América, dirigida por Adrián Caetano, en la que encarnará a Zully, la dueña del bar en el que el intérprete de Rosa Rosa se conoció con los músicos con los que, luego, formó el grupo Los de Fuego. También, le están llegando nuevas propuestas para cine y teatro.
Fotos: Gentileza.