Cargando...
Al bailarín Carlos Barreto le llegó la fama a través de un programa de televisión, oportunidad que buscó desde los trece años cuando comenzó a practicar danza en la academia Compasses; luego dio un salto profesional y audicionó para integrar el ballet de la Universidad del Norte. Lejos de esos logros, ahora su meta es perfeccionarse y seguir aportando a la cultura del país desde la danza.
Desde la capital argentina, Barreto habla del momento que vive. Hasta fin de año estará en Buenos Aires, donde pasa sus días de manera intensa. Este joven talento paraguayo desea regresar al país, para compartir todo lo aprendido.
-¿Cuáles fueron tus motivos para migrar a Buenos Aires?
-Salí adjudicado para seguir la licenciatura en Composición Coreográfica, con mención en danza, en el Instituto Universitario Nacional de Artes (IUNA) de Buenos Aires. Estoy contentísimo y muy agradecido. Este instituto fue creado con el objetivo de jerarquizar la formación en el área artística en distintas disciplinas dándoles nivel universitario y que aunara la teoría y la práctica como elementos fundamentales de una formación integral para artistas. Es por eso que los egresados están preparados para desempeñarse como profesionales en el área docente y del espectáculo. Con este objetivo, los planes de estudio incluyen materias de disciplina y entrenamiento corporal como asignaturas teóricas y de composición coreográfica. Estas materias son dictadas por maestros de reconocida trayectoria en la Argentina y en el exterior, que contribuyen de esta manera a mi formación como profesional en el área del movimiento.
-¿Cuál es tu rutina?
-La verdad que vivir en Buenos Aires le lleva a uno a tener una rutina diaria muy estricta y exacta, por decirlo de alguna manera, ya que por ser una ciudad de tal dimensión, todo tiene su hora, su momento, formar filas y más si uno está estudiando hay que ser muy puntual. Despierto a la mañana y tomo un buen desayuno, luego preparo mis cosas y voy rumbo a la universidad, donde mi primera clase es a las 11:00. Desde esa hora tengo clases corridas entre danza clásica, contemporánea y teóricas hasta las 18:00, de lunes a viernes. Llego al departamento muy cansado y tomo una merienda. Luego reviso los trabajos prácticos que nos dan los profesores, como analizar vídeos de ballet o coreografías hasta quedarme dormido del cansancio. Los fines de semana aprovecho para salir a pasear por San Telmo, que es donde vivo y me encanta. Me llamó la atención cómo preservan lo histórico; las edificaciones antiguas, las pintan, las cuidan, dan una iluminación especial y se ven hermosas, siendo así el centro de atención para los turistas.
-¿Cómo es el ambiente cultural-artístico en la capital argentina?
-Es muy elevado. Uno encuentra lo que quiera, cuando quiera y donde quiera obras para asistir, y no solo de danza, también de otros lenguajes como canto, música, teatro, lo que fuese. Existe mucha difusión y lo mejor de todo es el consumismo de la gente, del público. Los argentinos consumen mucho teatro y creo que es parte de su cultura asistir, el ir a comprar boletos anticipados para ver tal obra y agendarla. Es envidiable para mí, ya que en Paraguay, lastimosamente, todavía no está dentro de nuestras costumbres el decir: "Hoy vamos al teatro" o "vamos a comprar ya las entradas antes de que se agoten". Asistimos a lo que fuese: a ver una buena obra de ballet, una ópera, una obra de teatro, y eso hay que cambiarlo aunque tiene su proceso minucioso de reeducación de la gente. Creo que los jóvenes tenemos en nuestras manos el cambio; solo faltan la unión y el decir: "Ahora".
-¿Cuál es tu meta?
-Capacitarme en todo lo relacionado a danza, el movimiento y el espectáculo, obtener la licenciatura en Composición Coreográfica. Me encanta observar; estudio mucho tal movimiento, la creación y la innovación. Pienso mucho en mi país, en mi gente, en nuestros artistas y en el futuro. Tengo muchos sueños para aportar a la danza en Paraguay. Me gustaría llevar en unos años nuevas metodologías, nueva información y poder trasmitir todo lo que aprendí acá. La danza en Paraguay necesita muchos cambios, nuevos enfoques, más estudios en esta área. La danza avanzó mil años, y nosotros no podemos ser la excepción y quedarnos estancados. Bailar no es solo subirse a un escenario y mostrar lo mejor de uno, también requiere de mucha lectura, estudio y mucho análisis. Mi meta es esa, seguir adquiriendo nuevos conocimientos y, por supuesto seguir bailando hasta que mis pies digan: "Carlitos, hasta aquí llegamos".
-¿Sentiste en algún momento que acá ya no podías crecer profesionalmente?
-Esta es una pregunta muy interesante. Claro que podía seguir creciendo si solo quería bailar, bailar y nada más que ser un bailarín. Seguiría en Paraguay y tuve la suerte de que en toda mi carrera tuve excelentes maestros que me formaron, y si solo me dedicaría a bailar, sin dudar, seguiría ahí, pero la carrera del bailarín es muy corta, uno puede bailar hasta los 40 años, que ya es mucho, pero ya no se tienen la destreza y ligereza de los 20. Uno tiene que pensar en el futuro, por eso es que viajé a estudiar y prepararme para la formación en esta prestigiosa universidad, y deseo que alguna vez también en Paraguay se cree una universidad de estudios terciarios para bailarines y coreógrafos, para que todos tengan las mismas oportunidades. Eso sería genial para tanto talento que hay en nuestro país. Es más que necesario, así también tantos artistas no tendríamos que dejar nuestro país y nuestra gente para seguir estudiando, ya que acá conocí a muchos artistas paraguayos que vinieron a estudiar por no encontrar especialidades en sus ramas en nuestro país.
-¿Podrías vivir del arte?
-Por supuesto que se puede vivir del arte, pero lleva muchísimo trabajo. Por lo menos en Paraguay sucede eso, faltan más reconocimiento y valoración para este lenguaje, que es la danza. Lleva muchos años de sacrificio y es muy poca la tasación. Faltan leyes para la danza y el arte. Un bailarín o artista en general tendría que tener los mismos derechos que un trabajador público o profesional. La danza es una carrera de 12 años, y sin embargo no existen todavía leyes que amparen al artista. Un bailarín lleva horas de ensayo, clases, y capaz somos los peores pagados. Acá en la Argentina rigen las leyes. Los bailarines tienen los mismos derechos que los trabajadores públicos. Menos de un salario mínimo no se paga y eso es por lo que hay que luchar en Paraguay. Si bien tengo buenos amigos en mi país y grupos movilizándose para que esto cambie, falta más unión, que las personas también luchen con nosotros para poder llegar así a un cambio todos juntos.
-¿Qué has ganado en este tiempo de estar en Buenos Aires?
-Me sirvió para muchas cosas, y conste que es muy poco todavía. Es muy difícil estar solo y dejar todo, pero bueno, esta carrera es dura y es lo que elegí. Aprendí a valorar más a la familia, que capaz no le daba el tiempo necesario para estar con ellos y es lo que amo, ya que a veces por el baile siempre estuve de aquí para allá y en algún cumple o reunión familiar siempre faltaba yo. Estar afuera te abre la cabeza, como se dice. Veo diferente algunas cosas que estando ahí capaz no las veía así. Vivir lejos del país no es fácil. Se extraña mucho, ya que acá no existe la calidez de las personas y la alegría que se ven en Paraguay. En la universidad tengo compañeros maravillosos que ya le agarraron cariño a Paraguay gracias a las historias que les voy contando, profesores genios que no paro de aprender de ellos. Estoy absorbiendo toda enseñanza e información. La verdad estoy aprendiendo muchísimo y también para mi vida misma esto es mi comienzo. Me quedan aún años de carrera, y todo lo hago por mi familia, por mi país y por mí, para así algún día decir: "Tarea cumplida".
-¿Cuál es el nivel de la danza en Paraguay comparado con el que te ha tocado vivir?
-Hablando solamente de danza y lo que es baile, Paraguay tiene un nivel muy bueno. Tenemos mucho talento y buena formación. Hay mucho elemento para trabajar en nuestro país; si bien en Buenos Aires existen más vidrieras y espacios para los bailarines, igual así, Paraguay tiene un nivel alto. Acá no es fácil el acceso de un niño a una escuela de danza. No todos tienen las mismas oportunidades. Vivir acá tiene su costo y estudiar baile es como solo para algunos. En Paraguay nos vamos al extremo, por ser un país pequeño hay como una sobrepoblación de bailarines y escuelas de danza y a la vez accesible, pero qué sucede: no hay vidrieras o espacios para todos. Solo tenemos dos compañías de ballet, una contemporánea y creo que un teatro y nada más. Un bailarín termina su carrera y no existen opciones tanto para seguir bailando o seguir unos estudios universitarios, y entonces dejar la danza. Tantos años de esfuerzo se ven forzados a dedicarse a algo más rentable, y eso es una problemática.
Carlos Barreto no quiere terminar la entrevista sin antes agradecer a Dios por tantas bendiciones, a su mami, que está en el cielo y que es su ángel, a sus profesores, amigos y a su familia a la que adora. "A todas las personas que siempre me están alentando y apoyando, mil gracias. También agradezco al Fondec, que apuesta a la juventud, y a la difusión de la cultura paraguaya. Gracias a ellos muchos jóvenes tenemos la oportunidad de seguir creciendo y a la vez aportando a nuestro país. Gracias a ellos por apostar a mi talento, y por último, decirles que nada es imposible. Todo sueño que tenemos a la larga se cumple, si realmente lo deseamos de corazón y trabajamos por ello. Solo hay que creer en uno mismo, en lo que uno siente. Ese es el secreto", finaliza.
FOTOS: Cortesía del entrevistado.