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Son hombres adultos, muy atractivos, sensuales, seductores —enamoran hasta a la suegra— que saltan de una relación a otra, pero nunca llegan a comprometerse ni piensan en la posibilidad de formar una familia. “Cuando somos niños, todos queremos ser adultos para gozar de los privilegios de los mayores y, cuando nos hacemos adultos, desearíamos volver a la infancia para evitarnos responsabilidades y problemas”, comenta la sicóloga Nena Zelada. “Es un sentimiento normal, pero cuando ese deseo de tener la despreocupación de un niño se convierte en una actitud ante la vida, libre de responsabilidades y compromisos, se trata de un trastorno sicológico conocido como síndrome de Peter Pan”.
Explica que este desorden es definido como un conjunto de rasgos que tiene aquella persona que no sabe o no puede renunciar a ser hijo para empezar a ser padre. “Se resiste a crecer, es incapaz de cuidar o proteger a nadie, así como de interrelacionarse en el contexto de una pareja. Exhibe un desfase patológico entre su edad cronológica y su madurez afectiva”, explica. Estos hombre-niños tienen entre 30 y 50 años, irradian bienestar, pero, en realidad, su verdadero temor, más que a comprometerse, es a la soledad, ser abandonados y, por sobre todo, fracasar.
Muchos sufren de “mamitis”: tienden a ser protegidos por su entorno familiar. Se resisten a adquirir las responsabilidades que conllevan entrar en la etapa adulta. Además de producirles desequilibrios personales, puede derivar en serios problemas a la hora de que una relación de pareja funcione. “A estos niño-adultos les cuesta relacionarse con otras personas, porque se sienten, muchas veces, desubicados, en el sentido de que tendrían que cumplir el rol de una persona adulta; sin embargo, tienen el comportamiento y la mentalidad de un niño”.
Las Wendy
¡Pero a algunas mujeres les gusta!, porque ejercen una figura maternal en la relación más que de pareja o esposa, para que, muchas veces, ese hombre-niño dependa de ella. “Las mujeres que presentan ciertas conductas significativas, como sentirse imprescindibles, solucionar todos los problemas y asumir todas las responsabilidades para evitar que él se enoje e intentar hacerlo feliz a cualquier precio, aunque eso conlleve el rebajarse como mujer o asumir la postura del martirio en la pareja. Esto, también, es conocido como complejo de Wendy”.
La mayoría de las veces, si los Peter Pan no asumen que tienen un problema y no buscan ayuda, están condenados a la soledad. “Asumir es el primer paso para comenzar una terapia. El profesional se encargará de enseñarles cómo manejar sus pensamientos, a asumir que son los responsables de sus propias emociones, aumentando su tolerancia a la frustración e incrementando su nivel de autoestima de manera progresiva”.
La profesional destaca que ser inmaduro no es una condición perdurable si se desea cambiar. Animarse a los desafíos, a superarse, generar proyectos saludables y vínculos duraderos son metas dignas de elegir y del mundo adulto. “Lo más importante cuando alguien cercano sufre este síndrome es tener confianza en él, ver sus esfuerzos, apoyarle verbalmente. De esa forma tendrá más seguridad y progresará de forma natural”.
Cómo reconocer un Peter Pan
- Raramente hablan de sus sentimientos; más bien, lo hacen de sus necesidades.
- A pesar de aparentar seguridad, necesitan de mucha atención y muestras de cariño.
- Formar una familia, lejos de entusiasmarles, les preocupa.
- Peter Pan es un niño héroe que se eterniza al evadir cualquier posibilidad de dolor y responsabilidad, y sumergirse en un mundo de fantasía y diversión.
- Suelen proyectar la culpa en los otros al presentar dificultad en admitir errores y aceptar sus consecuencias.
- Amantes de lo fácil, desean nuevos desafíos, pero el esfuerzo que conlleva realizarlos los desanima.
- Necesitan sentirse admirados y reconocidos.
- Delegan, evaden o postergan el asumir responsabilidades.
Características:
• Son hombre-niños que se resisten a crecer y madurar en todos los aspectos —sicológicos, sociales, sexuales—, además de presentar rasgos narcisistas, dependencia, irresponsabilidad, rebeldía, etcétera.
• Sienten una necesidad de ser cuidados siempre por personas que él considera más “fuertes”.
• Son incapaces de asumir sus propias responsabilidades.
• Buscan a otra persona para que asuma el papel “madre-padre”.
• Dependen, especialmente, a nivel emocional.
• Suelen sentirse insatisfechos con sus logros, pero no hacen nada para mejorar esto.
• Poseen baja autoestima, lo que les produce una intolerancia a la frustración.
• Tienden a ser egoístas; todo debe girar en torno a ellos.
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